La actriz ganadora del Oscar habló con LA NACION sobre la reversión del clásico de Disney que estrena en cines y se puede disfrutar a partir de este viernes en su plataforma de streaming
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Anarquía en los 70, crueldad en la industria de la moda, una Londres contracultural, y una fuerte búsqueda de la identidad, con rebeldía y melancolía en iguales dosis. Así se nos presenta Cruella, la historia de origen de Cruella de Vil, personaje icónico del universo Disney, salido de las páginas de la novela de 1956 Los 101 dálmatas de Dodie Smith. La historia fue adaptada cinco años después de su publicación por los estudios en su largometraje de animación (que tuvo su secuela en 2003), y en el díptico live action, protagonizado por Glenn Close en 1996 y en el 2000.
Este viernes, Cruella llega a la plataforma Disney+ a través de su servicio Premier Access (con un costo adicional para sus usuarios). En esta ocasión, Emma Stone acepta el desafío de mostrar qué condujo a la joven Estella a convertirse en una villana que tiene como antagonista a la Baronesa von Hellman (Emma Thompson), una leyenda de la moda que se nutre del talento de su equipo de diseñadores. Entre ellos se encuentra la propia Estella, en quien la Baronesa ve una mezcla de genialidad y desenfado que la urgen a tenerla cerca y no como competencia directa, especialmente en un clima que pide a gritos figuras emergentes.
Más allá de los guiños a las películas que la precedieron, Cruella es mucho más que los dálmatas, mucho más que ese cabello blanco y negro/marca registrada de la villana, mucho más que toda esa iconografía que está presente en el film, pero de la que también éste se emancipa para poder crear un universo autonómo que mezcla géneros, tonos e incluso canciones que no deberían funcionar juntos, pero que de algún modo lo hacen. El director australiano Craig Gillespie volvió a apostar por el caos, como si Cruella, con ese espíritu anárquico, fuera la mejor musa posible para el desenfreno creativo.
El realizador de films como Lars y la chica real, Yo soy Tonya y la serie United States of Tara no le teme al exceso, como tampoco los guionistas, Dana Fox y Tony McNamara, quienes en sus respectivas filmografías ya trabajaron el humor negro, ciertos códigos de cine de aventuras, y esbozaron anti-heroínas de irresistible presencia. Cuesta verla a Stone disparando una pérfida frase con el cabello desprolijo acorde a la estética punk-rock del film y no recordar a su provocadora Abigal de La favorita, película también escrita por McNamara. Por otro lado, está el notorio aporte de Aline Brosh McKenna, guionista de El diablo viste a la moda, comedia con la que Cruella también diáloga al explorar la lucha de poder entre Estella y su déspota jefa, cuyas acciones serán el detonante para que la joven se erija definitivamente como la malvada... Hasta cierto punto.
El largometraje de Gillespie, si bien oscuro para Disney, es una obra desmesurada en el mejor sentido del término, con un despliegue de vestuario, hits irresistibles (desde “Bloody Well Right” y “Whole Lotta Love”, a “Should I Stay or Should I Go” y “One Way or Another”) y unos brillantes instrumentales del gran compositor Nicholas Brittell, que se vale de los pasos de comedia y la acción incesante para sostener una historia de más de dos horas donde no hay tiempo para la contemplación. Cruella va al frente con un objetivo claro, como su protagonista.
En diálogo exclusivo con LA NACION vía Zoom, Emma Stone contó que todavía le cuesta percibir a Cruella como una villana a secas, una clara decisión narrativa que toma el film, que no justifica sus actos pero los tamiza y les da un contexto con el que es imposible no empatizar. Estella pierde a su madre desde pequeña y pasa a ser una buscavidas con su familia por elección: sus mejores amigos Jasper (Joel Fry) y Horace (Paul Walter Hauser), personajes que forman parte de la franquicia, pero que en Cruella no se los aborda tanto desde el absurdo sino más bien desde lo emocional, con algunos toques de alivio cómico. En relación a esa pérdida temprana, Stone considera a Estella como una persona que lucha continuamente “contra una profunda vergüenza”.
“Su punto de mayor vulnerabilidad es que siente una enorme responsabilidad por cosas que sucedieron en su vida”, explica Stone sobre una arista interesante del film: el debate entre naturaleza y crianza. “Creo que Cruella definitivamente pone esa discusión sobre la mesa pero, como después aprendemos, Estella no tiene la culpa de ciertas cosas y pienso que eso es muy cierto para muchos de nosotros. Muchos sentimos culpa por cosas que no hubiésemos podido haber evitado o cambiado, pero sentimos que deberíamos haberlo hecho cuando éramos niños. Creo que es en ese punto en donde peor la pasa”, reflexiona la actriz.
"Muchos sentimos culpa por cosas que no hubiésemos podido haber evitado o cambiado, pero sentimos que deberíamos haberlo hecho cuando éramos niños. Creo que es en ese punto en donde Estella peor la pasa"
Emma Stone
Gillespie filma esos momentos de soledad y rabia de Estella con un tono melancólico acorde a esa inocencia interrumpida, a la falta de eje moral, de contención materna. Y aunque Stone aporta la malicia de Cruella que se va abriendo paso, maneja esos cambios de tono con la misma solvencia que su director, especialmente cuando debe esbozar monólogos donde, ya convertida en ese personaje emblemático de Disney, igual expone las carencias de una Estella de quien se despide. Stone revela que fue más difícil trabajar el acento británico que esas secuencias largas y sin cortes donde su personaje sufre cambios anímicos pronunciados.
“Esas escenas podrían haber sido duras de filmar, porque hacer un monólogo es una cosa muy extraña para un actor”, le cuenta la ganadora del Oscar a LA NACION, quien previamente había brindado una conferencia de prensa donde explicaba cómo el cine la ayudó a batallar la ansiedad. “Creo que la única manera de que esas escenas me salgan bien es estando lo más presente posible porque, de lo contrario, todo se va a caer a pedazos”, asegura. “Entonces, para ciertas secuencias escuché una composición de Max Richter a pedido de Craig, que me la mandó especialmente. La escuché por tres horas mientras daba vueltas en el set, y luego filmamos una escena muy compleja de un monólogo de Cruella, y así fue cómo la logramos ¡Ese tema de Max Richter es muy muy bueno!”, añade. Así se pone de relieve, una vez más, cómo la música es un componente clave en la obra de Gillespie, un cineasta enfocado.
Fidelidad a la historia, pero sin traicionar el estilo
También de manera virtual, la actriz Kirby Howell-Baptiste (The Good Place, Killing Eve), quien interpreta a Anita “Tattletale” Darling, celebró cómo Gillespie y los guionistas le dieron un giro a las películas previas, pero con respeto por la tradición.
“El regalo que nos dieron con esta historia de origen es que pudimos honrar lo que vino antes, porque no podemos negar que Glenn Close estuvo maravillosa, y que la película animada es un clásico, pero igual se sintió bien empezar de cero”, le manifestó la actriz a LA NACION, quien prefirió no ver las obras predecesoras antes del rodaje. “Soy muy fan, pero no las quise volver a ver porque no me ayudaba como intérprete, porque aunque sean una inspiración, en arte a veces pasa que las cosas te marcan de manera inconsciente, y yo quería crear algo nuevo, no solo para mí sino para la audiencia, porque hay una generación que solo conoce a Cruella como personaje de Disney, pero que no sabe toda su historia”, cuenta la actriz que interpreta a la periodista encargada de cubrir los irresistibles duelos de moda entre Cruella y la baronesa, que Gillespie filma como un verdadero espectáculo. Uno de ellos fue una réplica de un concierto, nada menos que el último al que asistieron los actores antes de la pandemia, en diciembre de 2019.
Walter Houser, gran actor que irrumpió con Yo soy Tonya y luego se destacó con el protagónico del film de Clint Eastwood, El caso de Richard Jewell, habló con LA NACION sobre su experiencia trabajando nuevamente con Gillespie, y también puso el acento en la deliberada mixtura de géneros de Cruella, donde él aporta el comic relief a través del rol de Horace, pero alejándolo de la caricatura.
“Es genial lo que hace. Yo como director lo describiría como muy seguro. No estoy diciendo esto porque sea mi amigo o mi ‘jefe’, pero creo que es un maestro de los tonos. Ha hecho películas que podrían no haber triunfado pero que lo hicieron. Yo soy Tonya podría haber sido un desastre. Lars y la chica real te hacía preguntar ‘¿[Ryan] Gosling va a hacer qué cosa?’”, expresa el actor mientras Stone y Joel Fry asienten y se ríen al mismo tiempo. “Craig termina poniendo todo en orden. Este es un gran momento para él en Disney porque demuestra que le podés dar cualquier género, cualquier ciudad, cualquier presupuesto, y el hombre siempre te va a contar una gran historia. Además, tiene un malvado sentido del humor”, asevera.
"Craig es un maestro de los tonos. Ha hecho películas que podrían no haber triunfado pero que lo hicieron. Yo soy Tonya podría haber sido un desastre. Lars y la chica real te hacía preguntar ‘¿Gosling va a hacer qué cosa?’, pero él termina poniendo todo en orden"
Paul Walter Houser, sobre el director Craig Gillespie
Fry, también músico, y el encargado de tocar la guitarra en uno de los recitales que se ven en el film, coincide con su compañero. “Craig es muy directo, crea un ambiente de mucha concentración pero sin perder la capacidad de diversión, ese es un balance perfecto que no se da siempre”, remarca. Asimismo, para Howell-Baptiste, el punto fuerte de Cruella es que puede satisfacer diferentes necesidades, desde la melomanía hasta el frenesí fashionista. “En esta película suenan los grandes éxitos de la época, hay una precisa recreación de la Londres de los 70, un vestuario increíble. Si viene una secuela, o si están planeando algo, yo ya estoy a bordo, cuenten conmigo, será un placer seguir trabajando con gente tan buena”, subraya la actriz, dejando la puerta abierta para una continuación.
Al ser consultada por su experiencia tomando la batuta de un personaje que marcó a fuego a varias generaciones, Stone explica que jamás dudó de lo que Gillespie, Fox y McNamara podían crear juntos. “Yo lo amo a Tony y voy a volver a trabajar con él en breve”, anticipa, en relación a la adaptación de McNamara de Poor Things, la novela de Alasdair Gray, que será dirigida por Yorgos Lanthimos. El equipo de La favorita, de esta forma, sigue unido. “Ahí se armó una gran trifecta. En cuanto a Craig, es un cineasta que tiene esa habilidad con los tonos y eso es maravilloso para mí, es inusual que una película larga no pierda el ritmo y sea entretenida, pienso que hizo un trabajo genial”, apunta la actriz que estuvo a la altura de las circunstancias, ya sea para entregarse a esa vulnerabilidad de Estella, como para entrar en una escena, bastón en mano y actitud bestial, y lograr que todo se evapore mientras Cruella pisa fuerte con un vestido rojo furioso, y llamas a su alrededor.
Algo nos dice que esto es solo el comienzo de un divertido viaje. Su protagonista parece coincidir: “Estella es dulce, pero carece de algo; Cruella, en cambio, tiene poder, autonomía, eso la hace divertida, y por eso prefiero interpretarla”.
Dónde verla. Cruella estrena en cines y, a partir de este viernes, se encuentra disponible en el servicio de streaming de Disney+ a través de Premier Access (con costo adicional).
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