Eliseo Subiela: "No vendo un estilo, sino una pasión"
Ya instalado en California, no podrá asistir al estreno de "La aventura de Dios"
Por primera vez en toda su carrera, Eliseo Subiela no será testigo del lanzamiento en la Argentina de una película suya. Mañana, para cuando "Las aventuras de Dios" inicie su carrera en la cartelera local, el director de "Hombre mirando al sudeste" ya estará instalado en California, iniciando un trabajo de doce meses en la Universidad de Stanford.
Subiela permanecerá durante el próximo año en esa casa de altos estudios, de la que surgió una decena de premios Nobel. Allí, además de "pensar y escribir", según propia confesión, dará charlas sobre cine tres veces por semana y procurará que cada uno de los alumnos interesados (convertidos aquí en guionistas, actores y directores a la vez) pueda hacer su propia película de un minuto.
Como este programa no está dirigido a estudiantes de cine, Subiela aspira, por ejemplo, a "despertar en un futuro abogado o alguien que se convertirá en químico la esperanza de que también pueden llegar a convertirse en artistas".
Este viaje de Subiela a Stanford parece la consecuencia natural de un trabajo marcado en los últimos años por la consigna "enseñar es aprender". Al punto que, después de nueve años al frente de la Escuela Profesional de Cine, que funciona en el barrio porteño de Belgrano, recurrió a los alumnos de ese instituto para conformar los equipos técnicos y artísticos que le permitieron concretar el proyecto de "Las aventuras de Dios".
La decisión se tomó después de que el Instituto Nacional de Cine rechazó, en 1999, el pedido de crédito para la realización del film porque, según recuerda el realizador, "un oscuro comité seleccionado había dicho que el guión no reunía los méritos suficientes".
Andando el tiempo, Subiela casi agradece aquella decisión recibida en su momento con indisimulado disgusto: "Si me hubieran dado el crédito, hubiera hecho la película en 35 mm y con la técnica convencional. Pero a partir del rechazo me dije, como Einstein, que la imaginación es más importante que el conocimiento y me propuse cambiar el soporte fílmico por video digital y apostar a otras formas de producción". Para Subiela, el rodaje de "Las aventuras de Dios" fue como el viaje de instrucción de un buque escuela, en el que los alumnos se organizaron para trabajar en diferentes áreas (fotografía, montaje, producción, sonido) guiados y dirigidos por profesionales.
Aunque la película fue transcripta a un soporte fílmico para su exhibición comercial, el rodaje fue íntegramente hecho en video digital. "Todo esto me abrió una puerta y quiero seguir mi carrera en esta dirección experimental, usando cámaras más chicas y apostando a propuestas más fuertes. El riesgo económico es menor y el riesgo artístico es mayor", dice.
Subiela se entusiasma al imaginar las posibilidades que se abren con este juego experimental. "Apuesto a crear algo que aquí todavía no tenemos, que es un cine verdaderamente independiente. Estamos subordinados a las decisiones del Instituto de Cine o de los distribuidores."
Pero al mismo tiempo no tiene más que palabras de elogio para la actual administración del instituto y hacia su director, Jorge Coscia. "El solo hecho de haber logrado la autarquía -subraya- justifica el paso de Coscia por ese lugar. Está haciendo una muy buena gestión en medio de un gobierno mediocre. Ahora, que habrá más dinero para el cine, todo dependerá de una definición de política cultural."
Aunque se vio obligado a demorar hasta ahora el lanzamiento de un film que había rodado con anterioridad al ya conocido "El lado oscuro del corazón 2", Subiela concretó con éxito su apuesta experimental y pudo concretar el proyecto, filmado mayoritariamente en la sugerente y lujosa escenografía del hotel Carrasco, de Montevideo. Pero, al mismo tiempo, también emprende en estos días un viaje que lo mantendrá un buen tiempo fuera de la Argentina.
"Emigrar es un mal negocio"
El cineasta lo admite. Pero al mismo tiempo asegura que emigrar, en general, es un muy mal negocio: "Me duele y lo acepto cuando no queda más remedio. Sin ir más lejos, mi hija Guadalupe, de 25 años, vive en España, tiene trabajo y le va bien. Pero como todos sufre, porque se siente lejos de su lugar, de su gente, de sus olores. Creo que lo mejor, la cosa ideal, sería estar en todas partes".
No es la única confesión de un realizador en tránsito. También reconoce que hasta hace unos días soñaba para este viaje a Estados Unidos un tiempo de páginas en blanco. "No me disgusta hacer un paréntesis. Al contrario, como no tengo detrás la presión comercial siento la perspectiva del silencio muchas veces como algo estimulante", admite.
Pero la tentación es más fuerte y, entre clase y clase, Subiela promete ocuparse de un proyecto que iba y venía en su cabeza desde hace al menos dos años y que "resucitó" a partir de este viaje.
Es, como quedó anticipado el viernes pasado en la Ultima página, un relato inspirado en la versión del tango "Capricho de amor", que grabaron aquí Osvaldo Fresedo y Dizzy Gillespie: la historia de un periodista que viaja a la Argentina como corresponsal en tiempos del último gobierno militar y se enamora de una estudiante, más tarde desaparecida.
"Yo no vendo un estilo determinado, sino una pasión. Me podrán reprochar cualquier cosa, menos que no sea coherente", confiesa Subiela, que en la despedida regresa una vez más a su actual y rara condición de cineasta comprometido casi de lleno con la enseñanza: "Nunca fui un buen alumno y siento que soy bastante caótico. Por eso espero que nadie me reconozca como profesor, sino que algún día alguien pueda llamarme maestro".
- "No me disgusta hacer un paréntesis. Al contrario, como no tengo detrás la presión comercial siento la perspectiva del silencio muchas veces como algo estimulante. Creo que lo mejor sería estar en todas partes"
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