El villano menos esperado: cómo Tom Hanks escapó de su naturaleza para interpretar al Coronel Parker
El papel de antagonista que interpreta en Elvis se suma a unas pocas apariciones en la pantalla que toman distancia de la tradicional imagen del actor, asociado siempre a personajes que encarnan valores positivos
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Interpretar a “tipos malos”, personajes desagradables y representaciones de las cosas que no deberían hacerse no parece formar parte de la naturaleza de Tom Hanks. A lo largo de su brillante carrera, Hanks se convirtió en la expresión viva del comportamiento ejemplar y los valores más altos de la sociedad de la que forma parte. Lo hemos visto, por ejemplo, a través de personajes muy complejos y recientes levantando la bandera de las causas nobles y dignas en medio de situaciones reales muy complicadas (Capitán Phillips, El puente de los espías) o ayudando a los demás como una manera de arrepentirse de algunos pecados cometidos en el pasado (Noticias del gran mundo).
Hanks es el héroe que en Sully: hazaña en el Hudson salva la vida de sus semejantes y debe dar explicaciones por esa acción. Y en The Post: los oscuros secretos del Pentágono es el editor periodístico dispuesto a defender la verdad por sobre cualquier otro compromiso. Por eso sueña extraño y hasta extravagante verlo de tanto en tanto en atípicos papeles de “tipo malo” o interpretando algún personaje desagradable como característica principal.
La más reciente aparición de Hanks en pantalla tiene esa connotación. Llamó mucho la atención que el actor aceptara convertirse (kilos de maquillaje y prótesis mediante) en el “coronel” Tom Parker, el histórico manager de Elvis Presley y también el hombre que se apoderó del éxito del Rey del Rock para convertirlo en fuente inagotable de su propia codicia.
En varias entrevistas y apariciones recientes el actor defendió su caracterización de Parker, muy cuestionada desde varias miradas críticas. Ya estaba preparado para todo lo que presumía que iba a decirse sobre este papel, incluso antes de viajar a Australia para filmar Elvis a las órdenes de Baz Luhrmann. “Voy a interpretar al coronel Parker y silenciar de paso todas sus estúpidas preguntas sobre por qué nunca personificaré a un tipo malo”, dijo Hanks con espíritu bromista frente a la prensa en enero de 2020, durante la ceremonia de los Globo de Oro en la que recibió un premio a la trayectoria.
Hace poco hizo una justificación más precisa cuando The New York Times le planteó el mismo interrogante. “Diría que, sea cual sea la motivación, el coronel suele tener razón, y la dinámica a la que mejor respondo no es la de antagonista-protagonista, sino más bien una en la que todos parten de una posición en la que piensan: esto es lo mejor que se puede hacer. Las motivaciones del coronel Tom Parker eran a menudo interesadas, pero también algo que cualquiera podría entender, esté o no de acuerdo con ellas”, señaló.
En el mismo reportaje, Hanks admitió que tiene como actor un semblante natural que lo lleva a ser reconocido como alguien muy ajeno a los comportamientos de los personajes acostumbrados a hacer cosas malas. Un tiempo antes había profundizado todavía más esa autodefinición: “Reconocí en mí mismo hace mucho tiempo que no le infundo miedo a nadie. Ahora, eso es diferente a ser amable. Creo que algo de misterio tengo. Pero no se trata de malevolencia. Es porque nunca entiendo a los malos. Ellos en general requieren cierto grado de malevolencia que no creo que pueda fingir”.
Esta predisposición natural le otorgó una buena dosis de ambigüedad a algunas de las apariciones en pantalla que más llamaron la atención, sobre todo por lo inesperadas para un intérprete de sus antecedentes. Sabemos que a cualquier actor siempre lo tienta escapar de la zona más cómoda y salir a buscar desafíos que parecen impredecibles y hasta impropios para figuras de determinadas características.
En el caso de Hanks, algunas consecuencias de esta búsqueda resultaron por lo menos curiosas. Muchos dicen, por ejemplo, que los rasgos más incómodos de Sherman McCoy, el ambicioso y acaudalado corredor de bolsa que aparece en la novela La hoguera de las vanidades, de Tom Wolfe, fueron deliberadamente atenuados para que Hanks pudiese interpretarlo con su perfil más habitual en la adaptación al cine que dirigió en 1990 Brian De Palma, disponible en HBO Max.
Hasta que le llegó a Hanks en 2002 el momento de interpretar en el cine a su primer villano con todas las letras. En Camino a la perdición (Road to Perdition), de Sam Mendes, basada en una exitosa novela gráfica y también disponible en streaming a través de HBO Max, el actor se transforma en el mafioso irlandés Michael Sullivan, un hombre de pasado violento, con varios asesinatos a sangre fría cargados sobre su espalda.
“Hanks no solo necesitaba ser desagradable. Tenía que ser aterrador”, dijo Mendes sobre lo que esperaba del personaje. Pero el público no hizo más que ver en el Sullivan de Hanks el único aspecto que lo emparenta con los antecedentes y la reconocida identidad del actor: la voluntad del personaje de evitar a toda costa que su hijo siga el mismo camino. Había que asumir la realidad: Hanks no podría jamás interpretar a alguien que fuese malo del todo y hasta el final.
Dos años después apareció otra muestra de esta “anomalía”. En la remake de El quinteto de la muerte (The Ladykillers, 2004), dirigida por Joel y Ethan Coen y disponible en Star+, Hanks interpreta al extravagante profesor Goldthwaite Higginson Dorr, un hombre empecinado durante toda la película en tratar de asesinar a una anciana de raza negra.
El personaje de Hanks, un auténtico villano de comedia negra, es el líder de una banda de ladrones que pretende robar un casino flotante. En la crítica de la película publicada en LA NACION, Fernando López lo definió así: “Un caballero de extraño acento sureño y parsimoniosa verbosidad, dueño de un lenguaje que habla tanto de su formación profesoral en lenguas como de una tendencia al rebuscamiento expresivo como resultado del cual suele emplear diez palabras donde alcanzarían dos, y para colmo, emitidas con tanto regodeo en la dicción que sus intervenciones terminan por volverse latosas y hasta irritantes”.
Como si no le alcanzara esa prueba, Hanks pasó a convertirse en villano por partida doble ocho años después en una película arriesgada y completamente atípica, Cloud Atlas: la red invisible (Cloud Atlas, 2012), dirigida por Lana y Lilly Wachowski (Matrix) y el alemán Tom Tykwer. Está disponible con el título de El atlas de las nubes en Amazon Prime Video, Movistar Play y Mubi.
La ambiciosa trama de esa película lleva a un grupo de actores (además de Hanks están Hugh Grant, Halle Berry, Jim Sturgess y Jim Broadbent, entre otros) a interpretar varios personajes que se mueven en distintas épocas históricas. De los seis papeles que le tocaron en suerte a Hanks, dos de ellos son villanos, quizás los más convincentes de toda esa rara faceta de su carrera. Uno es Henry Goose, un estafador del siglo XIX que se hace pasar por médico en las islas del Pacífico Sur mientras envenena a varias personas a las que trata de robar. El otro, mucho más contemporáneo, se llama “Duster” Hoggins, es un escritor molesto por lo que se escribió en la única reseña publicada de un libro convertido en best seller. En una entrega de premios literarios, molesto por esa crítica decide arrojar al crítico al vacío desde un piso 12.
Desde la aparición de este último personaje, encarnado con divertida y deliberada sobreactuación, Hanks no había vuelto a incursionar en el mundo de los “malos”. Hasta que se cruzó en su camino Baz Luhrmann y le pidió que personificara a un hombre al que definió como “Falstaff con ametralladora”. En esta etapa de su carrera, marcada por su aparición como el Coronel Parker en Elvis, Tom Hanks parece más dispuesto que nunca a aceptar roles que parecen ajenos a su naturaleza.
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