El toque Lubitsch: el director alemán que llevó la sofisticación a Hollywood y se llevó el secreto de su estilo a la tumba
Maestro de Billy Wilder y el director preferido de Greta Garbo, se especializó en comedias refinadas, corrosivas y cosmopolitas, que lograban sortear el férreo puritanismo del código Hays que regía el cine norteamericano de la era de oro; por mucho tiempo descatalogados, sus mejores films pueden descubrirse a partir de este mes en Qubit
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“Fue el único gran director que conocí en mi carrera”, dicen que dijo Greta Garbo de él. En los hechos fue el primero que hizo reír a la mítica diva en la pantalla, en una comedia sobre una incorruptible agente soviética que se llamó Ninotchka. “Primero me gustaría agradecer a algunos amigos ausentes sin cuya ayuda no estaría aquí esta noche. Número uno es, naturalmente, el señor Ernst Lubitsch, el único”, dijo indubitablemente el gran Billy Wilder al recibir el homenaje del American Film Institute sobre quien dirigió su guión de esa película, estelarizada por la mítica Garbo y que le abrió las puertas de Hollywood. Ernst Lubitsch fue el creador de un sutil estilo cinematográfico con el que dotó a la comedia burguesa de un humor despreocupado aunque sagazmente intelectual gracias a sobreentendidos visuales que aún hoy encandilan al espectador que tenga la suerte de encontrar una de sus películas, todas rodadas en los albores de la era de oro de Hollywood. Los rasgos, tan reconocibles como irreproducibles, llevaron a definir “el ‘toque’ Lubitsch”, con el que supo mantener el arbitrio del sobreentendido visual bajo la cuidada envoltura de la comedia vienesa cuya elegancia nunca abandonó. El cine norteamericano intenta recuperarlo desde su muerte, en 1947.
Lubitsch se formó en Alemania, donde realizó clásicos del período mudo como Los ojos de la momia Ma, La princesa de las ostras, La muñeca y Madame Dubarry, films que llamaron la atención de Mary Pickford (por entonces de sólo 29 años, pero ya toda una celebridad y al frente de United Artists), quien lo convocó a Hollywood en 1923 para filmar Rosita, inspirada en la ópera Tosca. El fracaso de esta película desalentó a Lubitsch, quien pensaba en volver a Alemania hasta que Harry Warner (uno de los Warner Brothers), le brindó un contrato para su estudio. Desde entonces, la sofisticación y la comedia fueron un sello distintivo de su cine. Lubitsch nació el 28 de enero de 1892 y murió tempranamente en Hollywood. Su filmografía es extensa hasta El pecado de Cluny Brown, que dirigió en 1946, y La condesa se rinde, durante cuyo rodaje falleció (fue sustituido por Otto Preminger).
Esa película póstuma resume sin enunciarlo aquello que, con palabras, explicó Wilder después: “El más elegante de los magos de la pantalla se llevó el secreto con él”. Afortunadamente, buena parte de su filmografía está siendo recuperada por la plataforma Qubit.tv para ver en streaming y reencontrarse o conocer ese “sutil encanto” que lo hizo dueño de un “toque” que lo hizo célebre.
Remordimiento (1932). Único drama sonoro realizado por Lubitsch –vital para comprender las consecuencias y el final de la Primera Guerra Mundial– presenta la historia de Paul Renard, un violinista francés que fue soldado y vive atormentado por haber matado a uno alemán en el frente de batalla hasta que decide viajar a Alemania para visitar a la familia del soldado muerto y pedirle perdón. Como teme acercarse a ellos, primero lo hará como paciente del Doctor Holderlin, padre de ese soldado que sabe que se llamaba Walter y del que se presenta como su amigo. Pero se enamorará de la prometida de aquél oficial que quedó tendido en el suelo de la guerra. Lionel Barrymore, Phillips Holmes, Nancy Carroll y Lucien Littlefield encabezan el elenco de un rebosante drama antibélico y una “rara avis” dentro del cine que hizo Lubitsch.
Una hora contigo (1932). Musical con trasfondo de comedia romántica y ligera que rodó Lubitsch para la Paramount y que tuvo como codirector a George Cukor, aunque sin figurar en créditos, para esta historia que retrata a un matrimonio feliz hasta que reciben a una vieja amiga de ella que los visita y busca desesperadamente quedarse a solas con él. Pero André se resiste igual a los encantos de Mitzi, incluso sin saber que el marido de ella contrato a un detective para que investigue sus movimientos. Brillantes Maurice Chevalier y Jeanette MacDonald como el matrimonio Bertier, en tanto que Genevieve Tobin encarnó a la volátil Mitzi Olivier. Fue nominada al Oscar como Mejor Película.
Un ladrón en la alcoba (1933). “Puede ser cierto que mi carrera esté decayendo y no intentaré rebatirlo. No obstante deseo señalar que durante ese mismo período he hecho cuatro películas sobresalientes, en opinión de muchas personas. Tres de ellas son las mejores de toda mi carrera: Un ladrón en la alcoba, Ninotchka y El bazar de las sorpresas. En lo que a estilo se refiere, no creo haber hecho nada mejor o tan bueno como Un ladrón en la alcoba”, aseguró Lubitsch sobre esta película ambientada en Venecia con una carterista que se hace pasar por condesa y se topa en su camino con el famoso ladrón Gaston Monescu, quien a su vez se hace pasar por un barón. La historia continúa en París con trampas, enredos y ritmo frenético. Basada en la pieza teatral The Honest Finder, del húngaro Aladar Laszlo.
Rumbos de vida (1933). George y Tom son dos jóvenes que comparten un piso en París. Ambiciosos, uno quiere abrirse camino como pintor y el otro como autor teatral. En un viaje en tren conocen a Gilda, dibujante publicitaria y norteamericana como ellos. Ambos se enamoran inmediatamente de ella pero Gilda es incapaz de decidirse por alguno de los dos, con lo cual se muda y convive con ambos. Basada en una obra de Noel Coward, es una comedia que no escapa a la osadía en cuanto al amor y al sexo y escapó a tiempo de la implementación del Código Hays, bajo el cual jamás hubiese podido realizarse. El trío protagónico es de leyenda: Fredric March, Gary Cooper, Miriam Hopkins.
Ángel (1937). Marlene Dietrich, Herbert Marshall, Melvyn Douglas y Edward Everett Horton protagonizan esta historia en la que el protagonista, Tony Holton conoce en París a una mujer de la cual de la que se enamora locamente. Sin saber su nombre, decide llamarla Ángel y tiempo después se cruza con un antiguo compañero del ejército en Londres: él ahora es diplomático y se llama sir Frederick Barker y así, y sólo así descubrirá que a quien llamó “Ángel” es, en realidad, Lady Barker. Parece un argumento demasiado visto –fue muy visto después de esta gran película de Lubitsch–, sólo que él la convierte en una experiencia que exuda elegancia, sofisticación y tiene en pantalla al auténtico “Ángel” de la historia del cine: el rostro único de Dietrich.
La octava esposa de Barba Azul (1938). Michael Brandon conoce en la Riviera francesa a Nicole de Loiselle. Ella es de una familia acomodada pero con estrecheces económicas y él, un multimillonario que es un reconocido mujeriego. La bella Nicole, hija de un marqués en apuros, deja en claro que sólo se casará con él por dinero. Poco antes de la boda, descubre que Michael ya ha tenido otras siete esposas, todas muertas en circunstancias equívocas. Primera reunión entre el guion de Billy Wilder y la lente de Lubitsch, con una pareja protagónica a la medida de un clásico: Gary Cooper y Claudette Colbert, secundados por Edward Everett Horton y David Niven. Disponible desde el jueves 7.
Ninotchka (1938). Una austera agente soviética es enviada a París para vender las alhajas de una antigua duquesa y adquirir con ese dinero alimentos. Allí conocerá a un donjuán aristocrático que buscará seducirla con desesperación, pero chocará con los inamovibles ideales comunistas de la dama, que desprecia todo lo que él representa. ¿Cómo evitará la gélida dama de hielo sucumbir a los encantos de un auténtico playboy y de la siempre seductora Ciudad Luz? La respuesta es, por supuesto, que no podrá. Lubitsch dijo sobre su obra célebre: “En el terreno satírico, creo que probablemente nunca alcancé tanta agudeza como en Ninotchka, y creo haber salvado con éxito la dificilísima tarea de amalgamar una sátira política con una historia romántica”, dejando para la historia de la pantalla grande la escena en la cual es conquistada y el champagne tiene la culpa de que Greta Garbo se emborrache, se deslice hacia el suelo y ría con maravillosa ingenuidad. Y claro, como nunca lo había hecho antes. Disponible desde el jueves 14.
Qué sabes tú del amor (1941). Una pareja ideal que, en la realidad de las cosas, se encuentra al borde de la separación por la adicción de él al trabajo. Angustiada, ella decide consultar a un psicoanalista, pero en la sala de espera conocerá a un pianista que se mostrará interesado en la dama afligida y torcerá el destino de la pareja. Pero bueno, hay que mantener el matrimonio a flote. Basada en la pieza teatral Divorçons, de Victorien Sardou, contó con el trabajo de guión de Walter Reisch, director austríaco que desarrolló una gran carrera como guionista en Hollywood y fue nominado al Oscar al mejor guión por Ninotchka y lo ganó por la Titanic que protagonizó Robert Wagner. Además es una oportunidad de ver a Merle Oberon, Melvyn Douglas y a un joven Burgess Meredith mucho antes de que fuera el pingüino más pop de la serie Batman. Disponible desde el jueves 21.
Ser o no ser (1942). En plena Segunda Guerra Mundial le fue ofrecida a Lubitsch esta sátira del nazismo sobre una compañía de actores polacos bajo la ocupación alemana. Fue criticada por insensible: “Esta película jamás se burló de los polacos; sólo satiriza a los actores, al espíritu nazi y al sucio humor nazi. A pesar de ser burlona, era un retrato más genuino del nazismo que el presentado en la mayoría de las novelas, revistas y películas que trataban el mismo tema. En esas historias, los alemanes aparecían retratados como un pueblo sitiado por la pandilla nazi y, cada vez que se presentaba la posibilidad, luchaban contra esa amenaza clandestinamente. Yo nunca creí tal cosa y ahora se ha probado”, dijo Lubitsch sobre el argumento que protagonizaron Carole Lombard, Jack Benny, Robert Stack y Lionel Atwill.
El diablo dijo ¡no! (1943). Basada en la obra del húngaro Laszlo Bus-Fekele Cumpleaños, fue la primera película de Lubitsch en colores. “El héroe era un hombre al que sólo le interesaba la buena vida: carecía de metas y no buscaba hacer algo que resultara noble. Cuando el estudio me preguntó por qué quería hacer una película tan falta de propósito, repuse que deseaba presentar al espectador cinematográfico cierto tipo de personas, y que si los espectadores lo hallaban de su gusto, ello permitiría que tuviese éxito. Los resultados probaron que afortunadamente estaba en lo cierto”, resumió Lubitsch sobre la película que le brindó la última de las tres nominaciones al Oscar de toda su carrera como Mejor Director. La historia abarcaba tres generaciones, encarnadas por Gene Tierney, Don Ameche y Charles Coburn. Disponible desde el 4 de agosto.
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