El robo del siglo: Guillermo Francella, Diego Peretti y Rafael Ferro, los ladrones de película
La primera anomalía es una señal de tránsito. Estamos en la Avenida del Libertador al 3700, esquina Debenedetti, un cruce en el que la bucólica e inalterable calma matinal de La Lucila se aprecia en su esplendor. Hasta que llegamos al lugar y la cartelería vial dice otra cosa sobre el mismo poste metálico, brillante y recién hecho: de un lado, Avenida del Libertador 14900; del otro, la calle Perú.
¿Quién alteró esas placas? ¿Cómo se llegó a este equívoco? Hay un par de agentes de tránsito instalados a pocos metros con sus muy visibles chalecos fluorescentes que no parecen nada interesados en el llamativo cambio. Están muy ocupados en cuidar que el frenético grupo de personas que va y viene entre cámaras, cables y equipos de filmación no tenga ninguna complicación.
Allí se está filmando uno de los más ambiciosos largometrajes argentinos de los próximos tiempos. Su trama gira alrededor del famoso robo al Banco Río de Acassuso en enero de 2006, en el que cinco delincuentes saquearon 145 cajas de seguridad mientras simulaban una toma de rehenes y huyeron en dos gomones a través de los desagües subterráneos. Bien lo dijo LA NACION el 15 de febrero de 2010 en una nota firmada por Sol Amaya: lo que hoy todos conocen como el "Robo del siglo" es una historia de película.
El cartel apócrifo es apenas un detalle en medio de un conjunto de rarezas. De un lado del cruce, sobre la calzada de Perú que lleva al río, una llamativa y destartalada combi aguarda el momento de ponerse en movimiento. Del otro, sobre una de las veredas de Libertador, hay toda una fachada en tonos amarillentos llena de afiches de películas clásicas (El muelle de las brumas, El mago de Oz, Lo que el viento se llevó, Ladrones de bicicletas, Metrópolis y muchas más) y un nombre que las agrupa: Video Club Cinéfilo, que ofrece una promoción de alquileres por 24 horas. Cuando la puerta se abre, el interior muestra un bien actual depósito de bebidas, disimulado detrás de esa ambientación vintage.
Enfrente está la escenografía principal. Una sucursal completa del Banco Río, diseñada y cuidada hasta el mínimo detalle por el talentoso director artístico Daniel Gimelberg en el amplio terreno sobre la esquina que hasta hace poco ocupó una concesionaria de motos. En el interior de la planta baja está todo en su lugar: los letreros promocionales con servicios ofrecidos por la entidad, los cajeros automáticos y el mobiliario característico del lugar (mostradores, escritorios, sillas y mesas). En el primer piso, donde se ubican las cajas, ese acabado es todavía mejor. Se nota el minucioso cuidado con que se trabajó cada elemento. Casi no hace falta que Ariel Winograd, el director de la película, comente al pasar que la película busca reflejar con la mayor fidelidad posible todo lo que ocurrió en aquél momento. En el comienzo del noveno día de rodaje, LA NACION es testigo de una instancia decisiva del relato. El momento en que los delincuentes ingresan en el banco, disfrazados, para poner en marcha la toma de rehenes, una mascarada que logró ocultar el verdadero plan. "Acá no hay lugar para la improvisación. Todos hemos entrado a este lugar 700 veces desde que ocurrió el robo", comenta
Diego Peretti mientras se prepara para filmar esta escena clave. Unos minutos después, después de que Winograd dicte la clásica orden de "acción", Peretti saldrá de la combi escondido detrás de una peluca rubia e ingresará al banco en compañía de Rafael Ferro , vestido con un guardapolvo de médico. "Estamos frente a un acto inmoral, sin dudas, pero también celebratorio e intenso a su manera. Y nada escabroso. Por eso fascina a tanta gente", agrega el actor.
Para hacer tres tomas sucesivas de esta escena hubo que ejecutar un operativo de precisión y velocidad. La combi seguir por Perú hacia el estacionamiento del banco después de cruzar Libertador, en una esquina sin semáforo. Los agentes de tránsito debían evitar durante algunos segundos la circulación de tránsito por la avenida para facilitar ese movimiento. Todo salió bien a los efectos del rodaje y de hecho Winograd se mostró muy satisfecho junto a sus colaboradores al ver la escena desde el monitor ubicado en posición estratégica. Pero entre toma y toma no faltó el curioso que aminoró la marcha por Libertador para echar una mirada al set de rodaje y su auto (un Honda Fit) fue embestido de atrás por otro vehículo. El impacto demoró solamente por unos minutos el plan de rodaje.
En esa misma esquina, un rato antes, Peretti, Ferro y Winograd se encontraron con Guillermo Francella, el otro gran protagonista actoral de la película, que llegó al set vestido con un traje oscuro de tres piezas, bigote postizo y una kipá sobre su cabeza. Es el disfraz que lucía Luis Mario Vitette Sellanes "El uruguayo", presunto líder de la banda y convertido más tarde en una suerte de figura simbólica y representativa de lo que fue el robo. Peretti interpreta a Fernando Araujo, el aparente cerebro del plan, mientras que Ferro es Alberto de la Torre, alias "Beto", que se ocupó centralmente de la toma de rehenes. De la película también participan Magela Zanotta como la Turca, la esposa de De la Torre, que en su momento denunció al grupo y reveló el golpe tras comprobar que su marido se había ido con otra mujer a disfrutar del botín, y Mariano Argento.
Al grupo que charla muy distendidamente en la calle y atiende las indicaciones de Winograd se suma Juan Alari, a cargo del papel del "Gaita", encargado de conducir la combi. Envuelto en una manta para protegerse del frío otoñal, Alari es el que más deja en claro a partir de su vestimenta (remera de manga corta, bermudas y zapatillas) que la acción transcurre en pleno verano. A esa imagen se suman dos figurantes femeninas, que participan en silencio desde la vereda de la escena que está por rodarse con el ingreso de los ladrones a la sede bancaria. En la vereda de enfrente, del otro lado de Libertador, otro grupo de extras aguarda el momento de sumarse al rodaje: son los encargados de interpretar a los rehenes y a los empleados del banco.
El elenco principal se completa con Pablo Rago (Sebastián García Bolster, alias "Marciano"), aparente responsable de la construcción del túnel que le permitió a la banda apoderarse de los valores que estaban en las cajas de seguridad del banco, y Luis Luque , que personifica al comisario Miguel Sileo, jefe de operaciones del grupo policial de elite encargado de negociar con los ladrones en medio de la toma de rehenes. Winograd cuenta que todas las escenas que involucraron la acción policial y las tratativas con los ladrones fueron hechas durante Semana Santa. "Era el único momento en que podíamos tener cortada la Avenida del Libertador por todo el tiempo necesario para mostrar a los policías en la calle y todo lo que pasaba entre ellos y el interior del banco. De otra manera iba a ser imposible", explica. Alex Zito, uno de los productores, refuerza los dichos al pasar: "Lo más power de esta producción ya lo hicimos".
El director, ya reconocido en la Argentina como una suerte de "rey de la comedia" por haber realizado propuestas del género tan sólidas como Vino para robar, Mi primera boda, Sin hijos y Permitidos, además de ese extraordinario éxito de público que fue Mamá se fue de viaje, admite que esta película le permite incursionar en un tipo de cine nuevo para él. Concebida a partir de un libro de Rodolfo Palacios (El ángel), El robo del siglo es un policial con toques de humor.
"Esta película tiene más comedia de lo que cualquiera se imagina. En la historia aparecen cosas delirantes y absurdas, como esa especie de obra de teatro con función única y exclusiva durante un día que fue la toma de rehenes. Es como si se hubiese abierto el telón para que varios ladrones tengan que simular ese hecho como si fuesen actores. Esa doble capa me parece interesantísima", puntualiza Winograd, que reconoce como influencia directa de su nuevo film a La captura del Pelham 1, 2, 3 (1975), aquella historia de toma de rehenes en un tren subterráneo de Nueva York, con Walter Matthau, Robert Shaw y Martin Balsam, que tuvo luego dos remakes, una de ellas protagonizada por Denzel Washington y dirigida por Tony Scott en 2009.
"Hubo mucho trabajo previo al rodaje. Mucho tiempo con mesa de ensayo, lectura compartida de guión, entendimiento de lo que le pasa a cada personaje. El robo del siglo en el fondo es un gran rompecabezas. Primero había que entender el plan y luego dejar que cada actor construyera a su personaje. A cada uno lo elegimos porque tenía el physique dû rol ideal en sus respectivas personificaciones. Fijate en Francella. Es un Vitette perfecto. Y además tengo la gran satisfacción de volver a trabajar con Diego", agrega Winograd.
El director se entusiasma al destacar que la escala de producción de El robo del siglo es atípica por su magnitud en los tiempos que corren. Y da como ejemplo el enorme túnel que se construyó en interiores dentro de una pileta para ambientar las escenas del escape del grupo de ladrones a través de los desagües subterráneos. Al equipo lo espera un intenso rodaje (con fecha de finalización prevista para el 31 de mayo), en otras locaciones del Gran Buenos Aires y de la provincia de Mendoza. Producida por AZ Films, MarVista y Viacom-Telefé, El robo del siglo será estrenada por Warner en enero de 2020.
Francella, sobre Vittete: "Tenemos dos cosas en común: la voz y Racing"
Guillermo Francella no necesitó decir quién era cuando llamó por teléfono a Mario Vitette Sellanes. "El uruguayo" lo reconoció de inmediato. "Ya sé quién sos –le dijo el verdadero protagonista del "Robo del siglo" al actor que va a interpretarlo en el cine–. Vos y yo tenemos dos rasgos muy parecidos, dos cosas que nos identifican. Lo primero es la voz. Y lo segundo es que los dos somos hinchas de Racing".
Francella relata a LA NACION el episodio con su inconfundible sonrisa. Parece estar disfrutando desde antes de ponerse en acción al próximo personaje real que llevará a la pantalla, sin apartarse demasiado de la línea de interpretaciones que viene haciendo para el cine en los últimos cuatro años. En línea con el perfil de historia policial de El clan (donde encarnó a otra figura de la realidad como Arquímedes Puccio), la intriga de Animal y Los que aman odian, y también con los matices de un juego entre seriedad y comicidad que proponía en Mi obra maestra.
El actor y Vitette charlaron por teléfono el primer día de rodaje. "Fue una conversación muy agradable –cuenta Francella–. Es una presona carismática y muy verborrágica. Me sirvió para enriquecer la mirada sobre el personaje que tengo que interpretar, a quien ví también en numerosos reportajes". El día previo a esa comunicación, Francella había visitado ArteBA para encontrarse con un pintor amigo. Y allí, circunstancialmente, se encontró con una persona que le dijo que había sido uno de los rehenes de la banda de Vitette en el banco. "Me contó que estaba muy nerviosa, pero que había sido muy bien tratada por los ladrones. Será por eso que este fue el delito grande que generó mayor empatía entre la gente. Ellos no fueron violentos, no lastimaron a nadie y cuando llegó el Grupo Halcón ya estaban festejando", relata.
En el tiempo que lleva trabajando en el proyecto, Francella no dejó de recibir comentarios y acumular datos y anécdotas sobre lo que él mismo identifica como uno de los robos más originales de los que tiene registro. "Sólo podría compararlo con el famoso asalto al tren de Londres que hizo Ronald Briggs", memoriza. También destaca el hecho de que comparte por primera vez un trabajo con Peretti. "Es curioso que nunca hayamos hecho nada juntos hasta ahora. Solamente uno de los especiales de la Fundación Huésped, que él protagonizaba y donde tuve una aparición especial. Diego es una gran persona y un excelente actor", dice.
Para personificar a Vitette, Francella no se propuso repetir la experiencia de El clan. "La idea no era emular al personaje real, como ocurrió en el caso de Arquímedes Puccio, sino trabajar codo a codo con Ariel Winograd la construcción del personaje y tratar de encontrar sobre todo desde lo estético las similitudes de actitud y de comportamiento. Como negociador, Vitette mostró siempre una enorme picardía y una rapidez para la reacción que dejaba descolocado a cualquiera. Es un tipo muy vivo…", precisa.
Conocido por su meticulosidad para trabajar en los sets de filmación, Francella destaca la rigurosidad del guión. "Está muy bien escrito y hay que seguirlo al pie de la letra", indica. Pero parece inevitable, por las características del personaje y de su intérprete, la tentación de agregarle algún detalle risueño, improvisado, repentino. "Me encantaría aderezarle algo al personaje. Pero en este caso me temo que no va a sumar nada y por el contrario puede conspirar contra su credibilidad", aclara. Eso sí, también señala que en la película quedará a la vista la confraternidad y el humor entre los integrantes del grupo. "Todo ese espíritu va a quedar reflejado dentro de ese gran evento que fue el Robo del siglo", concluye.
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