El clásico animado de Disney fue un fenómeno sin precedentes que aún hoy mantiene su vigencia, aunque su camino a convertirse en un clásico no estuvo exento de obstáculos y polémicas
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El rey león no pasa de moda. La película de animación fue un boom en la taquilla de 1994, y el público que la vio en cines o que la descubrió años después no deja de disfrutar las aventuras de Simba. Y si bien el impacto cultural de este film es una de las grandes medallas de la factoría Disney, detrás de esta producción hubo varios conflictos, versiones de plagio y una historia que varios reclaman como propia que le suman ingredientes al inesperado éxito.
Rey de la jungla
A finales de los años ochenta, en los pasillos de Disney se barajaba una ambiciosa grilla de títulos que debían llegar avanzada la década de los noventa. El estreno de La sirenita iba a dar comienzo a una seguidilla de lanzamientos anuales que le iban a permitir a la factoría de animación recuperar un lugar de privilegio en la taquilla de Estados Unidos y del mundo.
Entre esos proyectos figuraban algunos sobre los que había grandes expectativas, y otros que se consideraban de bajo calibre. En ese segundo grupo se encontraba Rey de la jungla, una pieza cuya trama giraba alrededor de un grupo de leones que combatían contra una banda de monos babuinos. En una entrevista de la época, el productor Don Hahn describió así dicha historia: “Rey de la jungla es una metáfora acerca del comportamiento humano. Llevamos adelante una idea a partir de cómo es una jungla y la vida de este personaje llamado Simba”.
Rápidamente, el productor detectó un error de base en esa premisa, y es que los leones no viven en la jungla sino en la sabana. “Cuando nos dimos cuenta de eso, soltamos la idea de la jungla y simplemente nos focalizamos en una historia acerca de un rey león. Entonces pensamos en que la pieza debía llamarse El rey león”. Con mucho orgullo, Hahn destacaba que tenía entre manos la primera película animada de Disney que no estaba basada en ningún material preexistente, una afirmación que, pronto se reveló, era más que relativa.
Una historia con mil creadores
Una conocida frase asegura que “el éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano”, y en más de un aspecto, la autoría del guion de El rey león es la síntesis perfecta de esa idea.
Aunque Irene Mecchi, Jonathan Roberts y Linda Woolverton figuran como guionistas del film, son muchos más quienes aseguran haber aportado ideas para la trama. Al día de hoy, se desconoce con precisión cómo nació este largometraje. Una versión asegura que Charlie Fink, vicepresidente del departamento de animación de Disney, quería hacer una historia que fuera una suerte de Bambi en África, pero con leones. El propio Fink asegura que la cúpula de Disney descartó esa sugerencia, pero que él siguió adelante y contrató a un grupo de guionistas para que esbozaran un libreto sobre cómo los leones completan un círculo de la vida, comiendo y dejándose comer por otros animales que forman parte de su mismo ecosistema.
Una segunda versión sobre la génesis de este largometraje, encuentra al entonces presidente de Walt Disney Animation Studios, Jeffrey Katzenberg, en un viaje de negocios y reflexionando sobre un relato ambientado en África, que gira sobre un protagonista que debe madurar ante la muerte de su padre, en un entorno en el que lo rodean otros personajes ambiciosos. El propio Katzenberg llegó a decir que ese era un planteo ligeramente basado en su propia vida.
En el primer borrador de guion, a cargo de Linda Woolverton, la sabana era el escenario de una feroz batalla entre un grupo de leones, contra otro león renegado que se coronaba como líder de una manada de babuinos. Pero esa idea luego se descartó para proponer un libreto sobre un joven leoncito que, ante el asesinato de su padre, elegía huir hasta decidirse a reclamar el trono que le correspondía. Woolverton no estaba muy satisfecha con los resultados de su guion, y pronto abandonó ese proyecto para concentrarse en la escritura de La bella y la bestia, una historia que le interesaba mucho más.
En ese momento el productor Don Hahn le dio un timonazo al relato, para focalizarlo en “el despedirse de la niñez y enfrentarse a las realidades del mundo”. Y con ese eje reescribió la historia junto a Rogers Allers y Rob Minkoff, los directores elegidos para llevar adelante el film (al libreto también aportaron ideas los realizadores de La bella y la bestia, que trabajaban en el mismo espacio de producción).
Poco tiempo después se sumaron también los mencionados Irene Mecchi y Jonathan Roberts, cuyo principal aporte fue darle varios momentos de humor a una historia notablemente amarga (a esa dupla hay que agradecerle la relevancia de Timón y Pumba, que no es poca cosa). Teniendo en cuenta las muchas manos involucradas en el guion, El rey león fue un film de influencias muy claras, otras no tanto, y algún que otro posible plagio.
Influencias, homenajes y posibles copias
El rey león es una verdadera licuadora de historias, un cocktail que compila elementos provenientes de relatos de todo tipo. De esa forma, en la saga de Simba se pueden rastrear ecos de Hamlet y elementos de la mitología egipcia sobre la muerte de Osiris a mano de su hermano Seth y el posterior exilio de Horus, el heredero al trono. También algunos especialistas detectaron similitudes con la historia del rey Sundiata, un joven príncipe que es apartado de su reino ante la pérdida de su padre y cómo años más tarde regresa a su lugar usurpado por un malvado mago. Pero más allá de esos elementos, hubo una sombra que pesó enormemente sobre El rey león y que tuvo que ver no con un homenaje, sino con un posible plagio.
Osamu Tezuka, el historietista más importante de Japón (creador de Astroboy, entre otras decenas de títulos) publicó entre 1950 y 1954 un cómic llamado Kimba, el león blanco. La fama de esa historieta dio pie a una adaptación animada para televisión, producida en los años sesenta y estrenada en varios países de todo el mundo, entre los que se encontró Estados Unidos. En esa historia, un joven león regresa a su reino para convertirse en un adulto capaz de liderar a los animales de su reino, apoyándose en las lecciones aprendidas de su difunto padre. Y más allá de la evidente similitud entre El rey león y Kimba, el león blanco, el film de Disney presentó varios elementos que parecían calcados de la obra japonesa (de hecho, cuando el actor Matthew Broderick fue convocado para ponerle su voz a Simba, al leer el guion creyó que era una remake de Kimba).
Desde las oficinas de Disney negaron de manera tajante que su film fuera una copia del cómic de Tezuka, y emitieron un comunicado en el que aseguraban que todo se trataba de una gran casualidad. Luego de denuncias y amenazas de juicio, las partes llegaron a un acuerdo, y si bien desde Disney se mantuvieron firmes en que las similitudes fueron obra del azar, todo quedó groseramente expuesto cuando se filtraron borradores iniciales de El rey león, que mostraban a Simba pintado de color blanco, exactamente igual que Kimba.
A la sombra de Pocahontas
A comienzos de los noventa, El rey león y Pocahontas entraron simultáneamente en etapa de producción, aunque con expectativas muy distintas. Los ejecutivos de Disney confiaban en que el relato de la joven nativa americana iba a ser un bombazo de taquilla, mientras que el pequeño león era un título considerado casi de relleno. Por ese motivo, los animadores que podían elegir proyecto y tenían más años en la empresa se sumaban a Pocahontas, ilusionados por prestigio que podía significar integrar el equipo creativo de ese título. Y en la vereda opuesta, El rey león fue el destino en el que terminaron muchos de los talentos más jóvenes de la empresa, que no podían elegir en qué película trabajar. Sin embargo, un grupo de seiscientos animadores le dieron a ese largometraje una factura técnica notable, aún para los estandartes de Disney.
Elton John, la alternativa a ABBA
La producción del film contrató a Tim Rice, para componer las canciones del largometraje, y él tuvo la posibilidad de convocar a algún músico o banda de renombre para que formara parte de banda sonora de la película. Rice quería que ABBA compusiera e interpretara alguna de las canciones, pero el grupo sueco no mostró interés en la oferta.
De esa forma entró en escena Elton John. El prestigioso músico británico mostró mucho interés en el mundo de El rey león, pero tuvo una sola condición: el poder componer una balada que tuviera potencial de sonar en las radios, como un tema romántico que tuviera vida comercial y artística más allá del contexto del film. Y así nació la popular “Can You Feel the Love Tonight”, una canción que efectivamente se convirtió en un hit radiofónico y que ganó un Oscar como Mejor canción original.
León eterno
La historia es sabida: mientras que El rey león se coronó como un fenómeno de taquilla, Pocahontas fue recibida con notable tibieza. Ese proyecto al que trataban como el patito feo, se convirtió en un cisne que desplegó un encanto que todavía perdura, que no deja de conmover al público adulto y especialmente a quienes se enfrentan por primera vez a esta historia tan movilizante.
Durante el año de su estreno en 1994, El rey león fue la segunda película más vista (después de Forrest Gump), y en su lanzamiento en VHS llegó a vender 55 millones de copias, un récord absoluto. Y no fue hasta el estreno de Toy Story 3, en 2010, que perdió el título de película de animación más taquillera de la historia.
En el año 2019, Disney lanzó una remake live action que tuvo un buen recibimiento, aunque muy lejos estuvo de superar a la pieza original. Y a casi treinta años de su estreno, El rey león se mantiene firme como uno de los picos más altos en la historia de Disney gracias a su galería de personajes entrañables, villanos despiadados y un héroe que crece a la sombra de un dolor tan cercano para cualquiera, como es la muerte de un ser querido.
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