El Plata, en versión devaluada
El reclamo vecinal de convertir al ex cine en un centro cultural corre peligro
Si la recuperación del cine-teatro 25 de Mayo es motivo de orgullo para los vecinos de Villa Urquiza (aunque no tenga autonomía financiera y posibilidad de producción propia), la recuperación del cine El Plata para convertirlo en un centro cultural es una historia cuyo horizonte pinta cada vez con más nubarrones.
El cine El Plata, un edificio de estilo art déco-racionalista, fue inaugurado en 1945 en pleno corazón del barrio de Mataderos. Contaba con capacidad para dos mil personas y se estrenaban películas al mismo tiempo que en los cines de Lavalle. Ubicado en la avenida Juan Bautista Alberdi al 5700, fue orgullo de la gente del barrio. Fue. En la década del ochenta su glamour y su esplendor ya eran cosa del pasado. Pasó a ser depósito de una empresa de electrodomésticos y las nubes negras comenzaron a habitarlo. Preocupados, los vecinos levantaron la voz de alerta y juntaron cinco mil firmas para que la ciudad lo comprara y lo reabriera como centro cultural. Así fue que el primer gobierno de Aníbal Ibarra compró el lugar en octubre de 2005 para convertirlo en un centro de actividades artísticas, tal como figura en la escritura. Pero no.
La reunión de la Comisión de Planeamiento de la Legislatura, que tuvo lugar el martes de la semana pasada y en la que se debía definir el futuro de la sala, terminó entre gritos, cosas que volaban por el aire, insultos y agresiones al legislador Christian Asinelli (Frente para la Victoria). En ese marco, fue imposible escuchar el reclamo de los vecinos de Mataderos, que se ilusionan con volver a ver a El Plata abierto como en sus mejores épocas.
Así como están las cosas, el tema se trataría en la sesión de mañana con dos despachos. Por un lado, el macrismo propone recatalogar el edificio para que allí se instale un centro de gestión y participación (proyecto presentado en junio por Cristian Ritondo). Por otra parte, en minoría, los legisladores Teresa Anchorena (Coalición Cívica) y Eduardo Epsteyn (Diálogo por Buenos Aires) proponen archivar el proyecto de Ritondo para cumplir con el objetivo inicial de convertir a El Plata en un centro cultural que contaría con dos salas de 200 espectadores cada una, una mayor de 500 butacas y un salón de usos múltiples. Cosa que, de instalarse allí el centro de gestión, sería imposible.
Claro que todo el procedimiento está lleno de irregularidades. En YouTube, por ejemplo, se pueden ver filmaciones con obreros de la empresa Bricons trabajando en el lugar. Lo llamativo es que alguien les haya permitido el ingreso, ya que, ante un amparo presentado por los legisladores Anchorena y el mismo Ibarra, una jueza en lo contencioso administrativo exigió, a fines de septiembre, la preservación del edificio hasta que la administración de Macri detallara si el plan contempla el resguardo del inmueble. Sin embargo, allí estaban.
"Lo fundamental en todo esto es que el objeto por el cual el gobierno compró el inmueble, cosa que figura en la escritura, es para convertirlo en un centro cultural y no en otra cosa. En su momento, para Jorge Telerman la recuperación de El Plata no fue prioridad; para Macri, tampoco. Los vecinos entendimos que construir el centro cultural no fue lo primero en la agenda porque había otras prioridades. Pero ahora, cuando nos enteramos de que quieren hacer un CGP, volvemos a saltar", dice Alberto Oscar Dileo, representante del Centro Comercial Alberdi y de la Coordinadora Pro-cine El Plata, que para hoy, a las 18.30, convoca a los vecinos a la puerta de El Plata, "para evitar que el cine se transforme en una oficina pública".
"Cuando se compró, el edificio estaba impecable. Le faltaban las butacas pero estaba todo, hasta el telón. Ahora está destruido. Lo que pretende el macrismo es legitimizar ese ilícito, pero lo cierto es que si no hubiera sido por nuestra movilización El Plata estaría destruido", agrega.
Como sucede con el cine-teatro 25 de Mayo, El Plata dependerá (sea en la versión integral de centro cultural o compartiendo el inmueble con el CGP) del Ministerio de Cultura. Hernán Lombardi, responsable político del área, expresa la postura: "No es tan difícil acercar posiciones. Creo que se puede llegar a una posición que conforme a todos. El barrio necesita un centro cultural y necesita un CGP".
-Más allá del valor patrimonial, ¿es compatible la actividad artística con trámites burocráticos de una oficina pública?
-He visto en muchas ciudades que pueden convivir esos dos usos.
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