El pampero, casi un agobiante legado paterno
Matías Lucchesi estrena hoy la película protagonizada por Julio Chávez y Pilar Gamboa
Hacer una película siempre implica sortear una serie de dificultades. Y Matías Lucchesi lo sabe bien. La filmación de El pampero, el segundo largometraje de este director cordobés nacido en 1980, no fue fácil. La mayor parte de la historia se desarrolla a bordo de un velero que cruza el Río de la Plata mientras su tripulante principal -el personaje que Julio Chávez interpreta con su habitual solidez- se encuentra con una novedad inesperada: una joven que logró colarse en ese barquito y que escapa de un problema gordo cuyos detalles conviene no adelantar. El papel de la atribulada intrusa lo asume Pilar Gamboa, también de muy buen trabajo en el film. La aparición de un inquietante tercero en discordia (el rol a cargo del uruguayo César Troncoso) no mejorará las cosas.
El rodaje de esta historia cargada de tensión, equívocos, violencia y misterio fue arduo, pero hoy, con los resultados a la vista, Lucchesi sabe que el esfuerzo valió la pena. "Creo que subestimamos un poco el tema del agua -dice el realizador-. El barco se movía muchísimo y hubo algunas inundaciones por la suba de la marea. Tendríamos que haber previsto mejor esos inconvenientes, que complicaron mucho las cosas... Todo fue bastante caótico. Como la vida misma, digamos (risas)."
Presentada en la última edición del Bafici, El pampero fue escrita por Lucchesi y Gonzalo Salaya, la misma dupla que diseñó el guión de Ciencias naturales, la ópera prima del director. El punto de partida argumental es la costosa decisión del protagonista, que jaqueado por una enfermedad terminal decide emprender un viaje que se parece mucho a una huida. "El tipo deja atrás muchos temas afectivos sin resolver y, sin ni siquiera sospecharlo, se encuentra con otra fugitiva -explica Lucchesi-. Ese encuentro lo pone otra vez entre la espada y la pared. Pero lo que primero se presenta como un nuevo problema se transforma en una oportunidad para resolver esa cuenta pendiente familiar que había dejado a un lado. La determinación de ayudar a esa chica también lo impulsa a enfrentarse a aquello de lo que estaba escapando."
Las vicisitudes íntimas de Lucchesi, quien aún hoy recuerda la agobiante severidad de un padre exigente y obsesivo, fueron el germen de la historia de El pampero: "Mi viejo murió cuando yo tenía 10 años, pero me quedaron las marcas de un vínculo intenso, conflictivo -señala-. Yo sentía que sus exigencias eran muy desmedidas y me traumaba. Me trababa cuando quería hablar en público, me sentía siempre muy observado, en el peor sentido de la palabra. Y en cada historia de ficción que escribí apareció esa resonancia, el temor permanente a que pase algo malo". De su adolescencia, Lucchesi recuerda, en cambio, un marcado interés por la fotografía y la literatura: "Hacía fotos todo el tiempo, y parece que era bueno -cuenta-. También escribía algunos cuentitos. Hasta que apareció la idea del cine. Comencé a estudiar en Córdoba y venía una vez por semana a Buenos Aires a hacer un curso intensivo con José Martínez Suárez. Filmé algunos cortometrajes que José criticó bastante, con mucha razón (risas). A Buenos Aires me terminé mudando por el cine y por una cuestión de crecimiento personal. Necesitaba abrirme, separarme del núcleo familiar".
En la lista de preferencias cinematográficas de Lucchesi, al margen de que eso se refleje o no en sus propias películas, aparecen Paul Thomas Anderson, Quentin Tarantino, Terrence Malick y Howard Hawks: "Magnolia,Tiempos violentos, El árbol de la vida y Red River me parecen películas extraordinarias. Las vuelvo a ver y sigo descubriendo cosas que me interesan". En los planes del joven cineasta cordobés hay otro film, nacido como fruto de una relación completamente casual. "Me enteré de que existía una productora llamada El Pampero después de que terminamos el guión. Entonces lo llamé a Mariano Llinás, una de sus caras más visibles, para ver si no le molestaba que mantuviera ese título para la película. Me contestó con una humorada, como suele ser habitual en él, y me dio el OK. Después lo terminé llamando para que colabore en el guión de un largo que estoy preparando, una especie de western protagonizado por dos mujeres. Lo terminamos de escribir en la última edición del Festival de Valdivia (Chile) y quedó muy bien."
Se sabe de sobra que uno de los grandes problemas del cine argentino es su circuito de exhibición. Es uno de los países con mayor volumen de producción anual en la región, pero las películas nacionales rara vez encuentran un espacio razonable para llegar al público. La película de Matías Lucchesi irá apenas a una sala del Hoyts Abasto, una del Devoto Shopping y una del Multiplex Belgrano.