El Oscar cambia sus reglas en busca de una industria más inclusiva
El viernes 12 de junio de 2020 quedará en la casi centenaria historia del Oscar como el día en que empezaron a cambiar para siempre las reglas para competir por el premio más deseado de la industria del cine. La Academia de Hollywood acaba de fijar una inédita condición que de aquí en adelante se exigirá a cualquier película que quiera participar de la carrera por el premio: la inclusión y la diversidad como requisitos excluyentes.
Las palabras usadas en el escrito que se conoció el último viernes explican muy bien hacia dónde se propone ir la Academia. El encabezado alude a los criterios de representación e inclusión que van a establecerse en el Oscar. Y se utiliza la palabra "elegibility", que en inglés también significa idoneidad. Es decir que de aquí en adelante no va a alcanzar con el requisito de exhibición en una sala comercial de Los Ángeles durante siete días consecutivos para que una película pueda participar en la competencia. A partir de ahora no ser idónea en materia de inclusión y diversidad significará quedarse afuera del Oscar.
El comunicado de la Academia marca el comienzo de una nueva etapa ("Apertura 2025") en su proclamado plan a largo plazo de estímulo a las políticas de diversidad y de inclusión. El primer paso, y seguramente el más decisivo, es el armado de un grupo de trabajo integrado por "líderes de la industria". Ellos tendrán la delicada misión de establecer las futuras reglas de idoneidad para competir por el Oscar antes del 31 de julio.
¿Cuáles serán esos nuevos criterios? Todavía nadie lo sabe. En medio de la emergencia por el coronavirus empieza a asomar cada vez con más fuerza el debate sobre los posibles alcances del nuevo reglamento. Todos se preguntan si esos criterios de inclusión van a referirse a la producción o al contenido mismo de las obras. O a las dos cosas.
La Academia todavía no anunció quiénes serán los "líderes de la industria" a cargo de dar una respuesta a ese interrogante tan delicado. Pero en el texto de la declaración del viernes se desliza una primera pista. Allí se lee: "La Academia alentará prácticas equitativas de contratación y representación dentro y fuera de la pantalla con vistas a mejorar el modo en que se refleja la diversidad de la comunidad cinematográfica".
Según estas palabras, todo está abierto. Producción y contenido. Y si seguimos con las pistas, una segunda aproximación nos lleva al Reino Unido. La reacción más inmediata al comunicado de la Academia llegó desde el British Film Institute (BFI), que celebró el anuncio y recordó que fue la primera organización de su tipo en fijar criterios explícitos de estímulo a la diversidad. Esas normas son aplicadas desde 2018 por la Academia Británica del Cine en dos de las categorías de los premios BAFTA, equivalentes del Oscar en el Reino Unido: mejor película británica y el premio Carl Foreman al mejor guionista, productor o director británico novel.
Para fijar estos criterios, el BFI tomó como referencia la Ley de Igualdad aprobada en 2010 en Gran Bretaña, que prohíbe la discriminación en el acceso a la educación, al empleo y a los servicios públicos por razones de edad, discapacidad, género, estado civil, embarazo y maternidad, raza, creencias religiosas y orientación sexual. A todas ellas, el BFI agregó tres áreas propias más: participación regional, situación socioeconómica y responsabilidad en el cuidado de otros.
Con estas premisas, el BFI elaboró un exhaustivo esquema de normas y criterios de diversidad luego adoptado por la Academia Británica. Así, para participar en la competencia por las dos categorías citadas del BAFTA, las películas deben cumplir esas reglas en por lo menos dos de estas cuatro áreas: temas, narrativas y representación en pantalla, liderazgo creativo y armado de proyecto, accesos y oportunidades de trabajo en la industria, y desarrollo de audiencias.
El viernes, The Hollywood Reporter señaló en una de sus notas que la Academia de Hollywood, su par británica y el BFI llevan largo tiempo de conversaciones y encuentros para buscar coincidencias en los temas de diversidad. El propósito final de estos encuentros es el armado de un manual de aplicación global que sirva de referencia para toda la industria del entretenimiento.
Si, como todos descuentan, la declaración de la Academia corrobora esa dirección, todo indica hasta ahora que las futuras reglas de diversidad e inclusión que se fijarán para el Oscar de aquí en adelante podrían extenderse al contenido de las obras. La idoneidad en la materia se exigiría para los "temas, narrativas y representación en pantalla" si se replica lo que dicen las reglas del BFI.
De esta deducción se desprende otro interrogante ¿Ese criterio alcanzaría a todas las categorías del Oscar o en principio a unas pocas, como pasa en el BAFTA? ¿Y qué parámetros se usarían para determinar ese alcance? La influencia y la repercusión de lo que ocurra con el Oscar es por supuesto mucho mayor a la del BAFTA, por lo que cualquier medida que se adopte en Hollywood tendrá un impacto planetario inmediato.
El renovado fuego del conflicto racial en Estados Unidos tras el asesinato de George Floyd encendió también el recuerdo de los tiempos no tan lejanos del #OscarSoWhite y los duros reproches hacia la Academia por su indiferencia hacia las minorías y el dominio de las decisiones por parte de un grupo intocable de miembros de raza blanca y nulo apego a la renovación generacional.
De nada sirvió que por primera vez en la historia la Academia consagrara como mejor película por primera vez en 92 años de historia del Oscar a una producción no hablada en inglés y realizada fuera de Estados Unidos, la surcoreana Parasite. (A propósito, ¿cómo se aplicarían las futuras exigencias de idoneidad en materia de inclusión a las películas internacionales que compitan de aquí en más por el Oscar?). En todo caso, ese reconocimiento habla de otro tipo de diversidad e inclusión que no fue el detonante de los reclamos de la semana pasada frente a la sede de la Academia. Convocada bajo las banderas y las consignas del Black Lives Matter, la movilización tuvo cuatro voceras. Tres de ellas eran actrices negras.
Nadie a esta altura duda de que ese acto de protesta aceleró los tiempos de la Academia. La declaración que incorpora la diversidad como nuevo requisito de la carrera hacia el Oscar se conoció siete días después. Fue casi una respuesta a la movilización. Pero en esa semana ocurrió algo más. Muy relevante. Hubo elecciones en la propia Academia para la renovación del Board of Governors. El resultado marcó también este cambio de época. Ahora, el máximo órgano de decisión de la entidad contará con un número sin precedentes de miembros de raza negra. Entre ellos la actriz Whoopi Goldberg y la directora Ava DuVernay, dos figuras de altísimo perfil.
¿Cómo influirá la nueva conformación de la Academia en el futuro armado del nuevo reglamento de idoneidad del Oscar? Todavía no lo sabemos. Pero en cambio podemos preguntarnos que pasaría en el futuro con películas como las que compitieron este año por el Oscar si llegaran a aplicarse criterios de diversidad con rigor extremo.
En principio no ocurriría lo que pasó entre los actores. De los 20 candidatos, solo hubo un nombre de raza negra, Cynthia Erivo, nominada a mejor actriz protagónica por la película Harriet. El enojo de la comunidad afroamericana de Hollywood fue mayúsculo al conocerse las nominaciones por lo que se consideró un flagrante acto de discriminación.
Las especulaciones que se abren nos llevan a jugar hasta el extremo del absurdo. ¿Podrían pasar un filtro estricto de idoneidad en materia de inclusión o diversidad candidatas de este año al Oscar como El irlandés, Contra lo imposible o 1917, cuyos personajes son masculinos y de raza blanca casi en su totalidad? ¿Qué ocurriría con Había una vez... en Hollywood, de Quentin Tarantino, que muestra en una de sus escenas a Bruce Lee en una situación calificada por su propia hija como de maltrato a la memoria del actor? ¿Estaría calificada para competir una temática como la de Los dos papas, sobre una institución que no acepta a las mujeres como integrantes?
¿Y qué pasará con los directores? La historia del Oscar mostró hasta hoy una exclusión permanente y sistemática de los afroamericanos y de las mujeres en esta categoría? ¿Se compensará de aquí en más esa ausencia con alguna regla de equidad que anule la hegemonía masculina en este terreno? ¿50 y 50 en términos de género? ¿Y en el resto de las categorías se replicaría este criterio? Todas las posibilidades están abiertas. Todas las preguntas pueden plantearse.
Hay un largo tiempo de debate por delante, ya que las nuevas reglas no se van a aplicar en la próxima entrega del Oscar (la número 93) y comenzarán a regir en la ceremonia número 94 que se hará el 27 de febrero de 2022, una fecha que ya aparece en el horizonte como hito decisivo del camino inaugurado el viernes pasado. El 12 de junio de 2020 comenzó a escribirse para la industria de Hollywood y para su emblema, el casi centenario Oscar, el primer capítulo de una nueva historia.
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