La película original de 1971, con Gene Wilder como protagonista, empieza a ser reivindicada luego de su fracaso inicial; Johnny Depp retomó el personaje en 2005 y Timothée Chalamet se prepara para interpretarlo de joven
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El 28 de junio pasado se cumplieron 50 años exactos del estreno mundial de Willy Wonka y la fábrica de chocolate (Willy Wonka & the Chocolate Factory) en Chicago. Ese aniversario redondo debe haber ejercido algún efecto simbólico sobre la plataforma HBO Max, que comenzó a operar en la Argentina al día siguiente. Hoy, todo el que acceda al catálogo de películas disponibles allí vía streaming, ordenado de la A a la Z, encontrará arriba de todo esa película, la primera adaptación para el cine del libro escrito por Roald Dahl y publicado en 1964, una de las obras literarias para chicos más importantes del siglo XX.
Al continuar la búsqueda, en la lista de largometrajes disponibles en HBO Max también aparece la segunda versión cinematográfica del libro, Charlie y la fábrica de chocolate (Charlie and the Chocolate Factory), que respeta literalmente (a diferencia de la anterior) el título original del texto de Dahl. Esta película dirigida por Tim Burton se estrenó en 2005, quince años después de la muerte del autor inglés.
Las bodas de oro del film original no solamente llevan la celebración hacia el pasado. También viajan con rumbo al futuro. A finales de mayo se anunció que habrá una tercera aparición en el cine de Willy Wonka, ahora encarnado por Timotheé Chalamet. El actor de Llámame por tu nombre y Un día lluvioso en Nueva York va a encarnar la versión más joven del personaje en una precuela que será dirigida por Paul King, el responsable de las dos extraordinarias películas de Paddington, y se estrenará en 2023. Con todo, lo más probable es que el espejo en el que se mire Chalamet para personificar al futuro artesano del chocolate sea Johnny Depp, el Willy Wonka de Tim Burton.
Este mano a mano inevitable deja libre y abierta la posibilidad de una revisión completa de la película de 1971, cuestionada y maltratada en el momento de su estreno desde muchos ángulos. El primero en molestarse por los resultados fue el propio Dahl, que aparece en los créditos como responsable del guion. Se trató nada más que de un formalismo. La realidad fue muy distinta. Dahl se disgustó tanto con el perfil que fue tomando la película que tomó toda la distancia posible de ella. Así las cosas, en el momento de iniciarse el rodaje, Willy Wonka y la fábrica de chocolate no tenía un guion listo. Y el productor David L. Wolper tuvo que recurrir de apuro a un escritor llamado David Seltzer para que corrigiera sobre la marcha todo lo que faltaba.
Nunca dejó de llamar la atención que aquella primera película convirtiera, a diferencia del libro, a Willy Wonka en el personaje central en vez de hacerlo -como quería Dahl- con el pequeño y humilde Charlie (el actor infantil Peter Ostrum), desde cuyo hogar lleno de necesidades surge el boleto dorado y soñado que le permitirá, junto a otros chicos, por fin entrar en la mágica fábrica de chocolate, todo un misterio para el mundo.
A todo el que vea la película por primera vez le llamará muchísimo la atención que Willy Wonka, aquí mucho más protagonista que Charlie, aparezca en pantalla por primera vez 45 minutos después de empezado el film. Algunos críticos arriesgaron una hipótesis: Charlie, la auténtica estrella de la novela, termina subordinado a Willy Wonka porque este tiene el potencial más atractivo desde la visión de cualquier narrador cinematográfico. ¿Cómo resistirse a explotar el potencial de un fabricante de chocolates que desconfía del mundo y mira a los chicos con mucha más desconfianza que afecto?
En la película de 1971, gracias sobre todo al modo en que el gran Gene Wilder interpreta a Wonka (en apariencia luce frío y alejado de cualquier expresión sentimental), la película construye su dimensión más enigmática. La comparación con la película de Burton enriquece todavía más esa posibilidad. El Wonka de Johnny Depp se ajusta a la perfección a la galería de outsiders que Burton convierte en héroes de sus relatos. En ese sentido, el contraste con el distante Wonka de Wilder es evidente.
Pero una revisión más minuciosa nos dice que ese distanciamiento ocurre solo en apariencia porque de la mano de un notable actor como Wilder el personaje esboza de a poco una sutil y elegante transformación que al final lo muestra muy distinto de lo que era al comienzo. A Dahl eso no le interesaba demasiado porque siempre pensó en un actor de perfil muy distinto. Quería desde el comienzo como Willy Wonka a Peter Sellers.
El otro aspecto interesante que puede verse cotejando ambas películas tiene que ver con el diseño de producción, que en la película de Burton se convierte en otra muestra de imaginación creativa, con una batería inagotable de efectos visuales que interpretan a la perfección la mirada sobre el mundo que el director transmite a través de Wonka. Nada menos que 150 millones de dólares se pusieron al servicio de este proyecto, uno de los más ambiciosos de la carrera de Burton.
La película de 1971, vista ahora desde esta perspectiva, luce muchísimo más modesta en materia de recursos, aunque los escenarios dispuestos en la ciudad alemana de Munich debieron ampliarse en relación con lo que se había previsto en un principio para darle una dimensión más creíble al poder fantástico del relato. Wilder murió el 29 de agosto de 2016 y desde ese momento su aparición en el cine como Willy Wonka empezó a valorarse mucho más.
Leslie Bricusse, el autor de la letra de las canciones que se interpretan en la película, recordó hace poco su paso por Munich en el momento del rodaje. Descubrió allí, por ejemplo, que la fuente que se construyó en los sets alemanes y que funcionaba como atracción principal de la fábrica de Willy Wonka tenía chocolate de verdad. Y también que en el estudio de al lado Bob Fosse esperaba con impaciencia que ese rodaje terminara para poder empezar el suyo. Allí se filmaría Cabaret.
Bricusse escribió esas canciones junto a Anthony Newley. El más popular de ellos, “The Candy Man”, se convirtió en uno de los temas de mayor éxito comercial en los Estados Unidos en 1972 gracias a la interpretación de Sammy Davis Jr. Muy pocos lo asociaban de inmediato con su origen en el cine. Tuvo que pasar mucho tiempo para que la versión de la película, interpretada por Aubrey Woods, finalmente le diera a “The Candy Man” el verdadero reconocimiento que tenía que ver con el origen. Este es además el momento inaugural de la película.
Si Willy Wonka y la fábrica de chocolate tardó tanto en reivindicarse fue, quizás, por la falta de atención que tuvieron sus canciones principales. Suele decirse que al haber sido un gran fracaso de taquilla en el momento de su estreno, el tema principal de la película, “Pure Imagination”, pasó inadvertido a lo largo de casi un cuarto de siglo. El propio Bricusse, que hoy exhibe lúcidos 90 años, lo admitió en una conversación reciente con la radio pública de los Estados Unidos. La canción tuvo que pasar por las manos (y por la voz) de Barbra Streisand y otros grandes intérpretes para que recuperara el valor que hoy se le reconoce y que permite, de paso, volver a la versión interpretada con enorme delicadeza por Wilder como Willy Wonka en la película que acaba de cumplir 50 años, lista para ser redescubierta en el siglo XXI gracias al streaming.
¿Dónde verla? Willy Wonka y la fábrica de chocolate está disponible en HBO Max.
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