El mito Marlene Dietrich: El ángel azul cumple 90 años
Marlene Dietrich no tuvo necesidad de realizar desnudo alguno cuando protagonizó El ángel azul, de Joseph von Sternberg, que el 1º de abril cumple sus 90 años de fascinación entre los cinéfilos: primero, porque no era costumbre de la época, y segundo, porque todo el metraje es recorrido por una pulsión sexual inusitada, aun en el presente.
Rodada en 1930, durante los últimos tramos de la República de Weimar y con rastros estéticos del expresionismo, fue la primera película sonora alemana y mostró el drama de un formal y ridículo profesor de secundario (Emil Jannings) sometido por sus alumnos –todos varones–, lo que años después se definiría como "bullying".
En el film, corre 1924 y la Alemania vencida en la Primera Guerra se encamina hacia el nazismo sin que von Sterberg ni la película lo sepan. Hay ambientes y conductas humanas que sugieren una decadencia peligrosa: el hombre quiere saber adónde van con tanto interés sus alumnos y descubre un cabaret, "El ángel azul", cuya principal atracción es la bataclana Lola Lola, es decir Marlene Dietrich.
El profesor supone que el antro puede corromper la moral de sus alumnos, pero en realidad será él quien sufra la mayor transformación en su vida: su definitivo interés por Lola Lola lo llevará a casarse con ella e integrarse a esa farándula desconocida, en la que un payaso de circo (Reinhold Bernt) no pronuncia una palabra pero observa todo con una expresividad tan sutil que parece estar esperando la llegada de un Federico Fellini.
Esa primera parte, nutrida de personajes de los bajos fondos, vividores y artistas fallidos, en la que el profesor –en realidad, el verdadero protagonista– se integra con la esperanza de redimir a Lola Lola, está jugada a la manera de una comedia de situaciones, de un vodevil, y anuncia un ejercicio sadomasoquista pocas veces visto en la pantalla.
Jannings, considerado uno de los grandes trágicos de su tiempo, ya sabía de humillaciones fílmicas desde que fue maltratado a fondo como cuidador de baños en La última carcajada (Der letzte Mann, 1924), de F.W. Murnau, y aquí vuelve a padecer la ignominia por responsabilidad propia, condenado por su enamoramiento.
Dietrich, por su parte, tiene la oportunidad de desplegar toda su aviesa sensualidad sobre el escenario; allí luce sus piernas perfectas ante un público de bodegón al que sobra con miradas desafiantes, su voz cavernosa y canciones que para la época contenían fuertes alusiones sexuales.
Esa era la mujer cuyas fotografías procaces disfrutaban los alumnos del profesor y aun el profesor mismo, pero es otra cuando está fuera del escenario; aunque viva implícitamente de la prostitución y sea la única con departamento propio en el cabaret, es una muchacha simple y lógica que acepta casarse con un hombre ridículo porque las circunstancias la llevan a eso. Es, de alguna manera, quien inauguró el perfil de la prostituta con corazón de oro, como luego serán Cabiria (Las noches de Cabiria), Holly Golightly (Muñequita de lujo) y Charity (Sweet Charity).
La interpretación de Marlene fuera del escenario, manejada por von Sternberg, es un ejemplo de humanidad que utiliza el encanto de la actriz desde otro punto de vista y es lo que puede enamorar al espectador desde una visión no precisamente carnal; esa delicadeza de composición parece que molestó durante el rodaje al veterano Jannings, que vio que el protagonismo se le escapaba.
El ángel azul venía perfilada como un gran éxito y Hollywood apuró a la dupla von Sternberg-Dietrich a filmar Marruecos en suelo norteamericano, donde Marlene desplegaría una personalidad avasallante y ambigua; en la ocasión interpretó a una cantante vestida de varón que juega con un clavel, besa a otra mujer en los labios y termina obsequiándole el clavel al galán Gary Cooper, ante el estupor de su pareja femenina.
Por razones comerciales, fuera de Alemania Marruecos se estrenó antes y Buenos Aires tuvo que esperar a abril de 1931 para conocer El ángel azul, que para Marlene siempre fue "su primera" película, porque no estaba conforme con las que había filmado previamente en su país.
La actriz no volvió a Alemania, fue cortejada con insistencia por Hitler para que lo representara, pero ella se nacionalizó estadounidense, se manifestó abiertamente a favor del bando aliado y actuó para el ejército de ese país en plena guerra, como era costumbre entre algunos astros de Hollywood.
Marlene y von Sternberg siguieron trabajando juntos: rodaron Fatalidad, El expreso de Shanghai, La Venus rubia, Capricho imperial y Tu nombre es tentación, que cimentaron el mito, mientras el prestigioso Emil Jannings trató de congraciarse con los nazis, rodó películas de propaganda y perdió ese prestigio fuera de ese ámbito hasta casi caer en el olvido.
Agencia Télam
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