El mejor papá del mundo
En busca de la felicidad ( The Pursuit of Happyness , EE.UU./2006, color; hablada en inglés). Dirección: Gabriele Muccino. Con Will Smith, Thandie Newton, Jaden Christopher Syre Smith. Guión: Steve Conrad. Fotografía: Phedon Papamichael. Música: Andres Guerra. Edición: Hughes Winborne. Presentada por Columbia. 113 minutos. Sólo apta para mayores de 13 años.
Nuestra opinión: buena
A esta altura, que aparezca la leyenda "Inspirada en hechos reales" al comienzo de un film ya es casi una garantía de que los hechos en cuestión habrán sido suficientemente manipulados para asegurar su eficacia dramática, o dicho con más precisión: su buen desempeño en las boleterías.
En busca de la felicidad está inspirada en la vida de Chris Gardner, que de modesto vendedor de clase media pasó a homeless en tiempos de Reagan y que tuvo tanta fe en su capacidad de recuperación y en sus dotes para practicar el juego de las finanzas que hoy tiene su propia empresa y es multimillonario. Cuestión de fe, de determinación y de confianza en las propias fuerzas: la eterna historia del sueño americano... ilustrada a través de uno que lo concretó; es decir, que acumuló la riqueza suficiente para alcanzar la felicidad, siempre que se piense que la felicidad se mide en cifras.
Claro que el cuento fue prolijamente desmalezado para desechar las partes más oscuras de la biografía de Gardner, cuyas penurias comenzaron en la infancia, y para suavizar la pintura del entorno: aquí nada se dice de los desplazados que luchan con tanto empuje y fe como el protagonista y sin embargo fracasan.
Se comprende que la visión sea más bien amable porque lo que busca el film (además de complacer al público con una historia de humillaciones, sacrificios e infortunios que finalmente tendrán su recompensa) es hacer una celebración de la paternidad, mostrando todas las batallas que un padre es capaz de librar para salvar a su hijo de la desdicha y el dolor. Por muy grandes que sean los obstáculos que le salgan al paso.
Gabriele Muccino ( El último beso ) dejó en su Italia natal cualquier afán autoral y desembarcó en Hollywood para dirigir esta historia ajena, pequeña y a ratos emotiva. Sus mejores aciertos están seguramente en la cautela con que tocó la cuerda sentimental, en la habilidad con que hizo brotar la expresión más contenida y sincera de Will Smith, al que despojó de unos cuantos tics, y en su ojo atento a la química natural que le proponía cada encuentro entre el protagonista y su hijo (en la ficción y en la vida real), Jaden Christopher Syre Smith. Nada pudo hacer, si es que se lo propuso, contra la propia construcción convencional del relato, que describe la dura trayectoria del vendedor de scanners médicos (caros y probablemente inútiles), desde que la constante zozobra económica hace que su mujer lo abandone y lo deje a cargo de su hijo de cinco años, sin un dólar en el bolsillo y con la negra perspectiva de quedar sin techo.
Cuestión de búsqueda
Lo que el film muestra es la búsqueda, no la felicidad, aunque cualquiera sabe que la sangre no llegará al río. Además, el dramatismo de las situaciones viene amortiguado porque la sucesión de desgracias es narrada de acuerdo con los típicos recursos del entretenimiento hollywoodense: persecuciones y suspensos aplicados forzadamente, por ejemplo, a la cacería de quienes le han arrebatado al protagonista su único medio de vida o a los mil y un tropiezos que se interponen en su camino a una entrevista de trabajo.
Muccino hace lo posible para que la receta pase más o menos inadvertida y está atento a pisar el freno cuando en la ilustración de los padecimientos que sufren los dos vagabundos o en la exaltación del amor paternal se llega cerca del desborde melodramático. Tiene la ayuda de los dos Smith; uno, muy mesurado y expresivo; el otro, pura naturalidad.
Pero será inútil esperar de su film alguna mirada personal -si no crítica, por lo menos más fresca-, sobre el tan remanido tema del sueño americano. Lo que sí se encontrará es un relato fluido y llevadero, buenas intenciones y una pizca de emoción.
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