El llanero solitario: un presupuesto por las nubes, un rodaje agitado y la sensación de fracaso antes del estreno
En 2013, Disney quiso lograr con el western el mismo rescate exitoso que consiguió con Piratas del Caribe; pese a utilizar en el intento el mismo equipo de aquel éxito, el resultado fue un colosal fiasco
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El tiempo demostró que el regreso al cine de El llanero solitario pagó muy caro el precio de sus desmedidas ambiciones. Con el rescate de un personaje heroico y clásico que había logrado una inmensa popularidad en la primera mitad del siglo XX, primero en la radio y luego a través de una serie televisiva símbolo de los años 50, Disney imaginó a comienzos de la década pasada que podía replicar el éxito colosal cosechado hasta allí por las películas de Piratas del Caribe. Si las aventuras de corsarios lograron revivir y ganar millones en la boletería de los cines para el imperio del ratón Mickey, ¿por qué no intentar lo mismo con el western?
La apuesta salió mal y Disney todavía hoy hace en retrospectiva un recuento de daños. A mediados de 2020, quienes revisaron aquellos números llegaron a la conclusión que el estudio perdió entre 160 y 190 millones de dólares por el intento. La película costó alrededor de 250 millones, a los que se agregaron unos 150 millones más por los gastos de marketing y promoción. Los números de Boxofficemojo.com indican que la recaudación global apenas cubrió los gastos básicos de una producción monumental. En la taquilla planetaria ingresaron 260.502.115 dólares, de los cuales la inmensa mayoría (el 65,7 por ciento) correspondió a las entradas vendidas fuera de Estados Unidos. La indiferencia con que El llanero solitario fue recibida en el país originario del western y natural destinatario de la idea resultó demoledora.
Nadie imaginaba el desastre. Tan convencidos estaban los ejecutivos de Disney de que la experiencia de Piratas del Caribe se repetiría en el mundo del western que decidieron llamar al mismo equipo creativo. El proyecto quedó en manos de los guionistas Terry Rossio y Ted Elliott, el productor Jerry Bruckheimer, el director Gore Verbinski y el protagonista excluyente de aquellas aventuras en alta mar. Johnny Depp cambió al capitán Jack Sparrow por Tonto (Toro, en la versión hablada en español), el astuto indio que acompaña al justiciero enmascarado encarnado en esta película por Armie Hammer.
Ocho años después los resultados están a la vista. Quienes más padecieron a largo plazo este fracaso fueron los responsables de la película. Verbinski dejó de ser un nombre convocante para proyectos de alto perfil, Bruckheimer abandonó desde allí las producciones en gran escala que siempre tuvieron su sello y Depp empezó allí su largo ocaso. Al momento del estreno de El Llanero Solitario era una de las estrellas más cotizadas de Hollywood; eso ya es historia.
¿Profecía autocumplida?
Lo insólito en este caso es que muchos de ellos se declararon derrotados antes del estreno, como si estuviesen viviendo una profecía autocumplida. Lo primero que señalaron fue la responsabilidad de la prensa estadounidense (sin distinción) frente a cualquier fracaso cuando todavía no había pasado el primer fin de semana del estreno. “Tengo la impresión de que las críticas fueron escritas siete u ocho meses antes de que la película llegara a los cines. Tal vez quienes las escribieron tenían la expectativa de que íbamos a hacer un éxito inmediato de taquilla. Yo nunca tuve esa impresión”, dijo Depp, que hizo punta en la defensa de esa tesis.
Una revisión de El llanero solitario (disponible en Disney+) permite descubrir varios hallazgos, desde la calidad de las actuaciones hasta la lograda espectacularidad de muchas de sus escenas. Pero el afán de grandilocuencia y la intención de contar la historia desde varias perspectivas simultáneas, como lo demuestra la crítica publicada en LA NACION, dejaron en la película una marca muy distinta a la imaginada.
El llanero solitario fue un proyecto excesivo en el más amplio sentido. Costó mucho dinero hacerla, es demasiado larga (dos horas y media) y quedó expuesta a unas cuantas complicaciones a lo largo de su producción. Como siempre ocurre en estos casos, los problemas empezaron con algunos números y cálculos presupuestarios. La primera estimación de costos que hicieron Bruckheimer y los ejecutivos de Disney hablaba de más de 250 millones de presupuesto, cifra imprescindible para hacer realidad un proyecto de envergadura.
El estudio, con Rich Ross a la cabeza, no estaba del todo convencido. Disney venía de soportar otros fracasos estrepitosos (la aventura espacial John Carter y la película animada Marte necesita mamás) y no quería repetir la experiencia. Además, Ross estaba en alerta porque otro western de alto perfil, Cowboys vs. Aliens, acababa de estrenarse con una magra respuesta del público. Muchos se preguntaban si valía la pena gastar tanto dinero en otra película del Oeste.
La producción estuvo varios meses parada en busca de soluciones. Bruckheimer, Verbinski y Depp aceptaron en un primer momento la reducción de sus respectivos salarios, la eliminación de algunas escenas y el ahorro de unos cuantos gastos. Tras varias negociaciones se llegó a un consenso: El llanero solitario no costaría más de 215 millones en total y todo estaba listo a fines de febrero de 2012 para arrancar el rodaje en los imponentes escenarios naturales de Nuevo México.
Pero apenas se puso en marcha la actividad, todo volvió a complicarse. En el estudio volvieron las preocupaciones. Sucesivas reescrituras del guion original llevaron más tiempo que el previsto. Varios de los costosos sets que Verbinski imaginó para reconstruir la época de las aventuras del héroe enmascarado y su amigo indio no pudieron resistir los embates de la naturaleza. Las tormentas de arena y el viento hicieron estragos en varios de ellos y obligaron a rehacerlos más de una vez.
Se le exigió al director entonces cortar más escenas para adecuar de nuevo el presupuesto a la realidad. Verbinski tuvo que renunciar a la idea original de filmar una espectacular secuencia alrededor de un tren, pero mantuvo firme otra de sus propuestas: construir especialmente para la película una serie de vagones y locomotoras de época en vez de usar materiales que ya estaban disponibles.
La producción de El llanero solitario tuvo también que lamentar la muerte de un miembro del equipo de rodaje que se ahogó mientras trabajaba en la preparación de una escena de acción. El episodio ocurrió al norte de Los Ángeles, en el Rancho Polsa Rosa, donde estaba instalado un enorme tanque de agua en el que iba a filmarse una secuencia. Los organismos de control de California determinaron que el empleado de 48 años, que hacía tareas de limpieza en el lugar, quedó expuesto a una serie de violaciones a los códigos y las normas de seguridad. La producción debió afrontar por el hecho una multa de más de 60 mil dólares, además de indemnizar a los familiares de la víctima.
El propio Depp quedó expuesto también a las consecuencias de un accidente, ocurrido en plena filmación. El episodio pudo haberlo dejado “horriblemente destrozado”, según reveló el actor en el show televisivo de David Letterman. Depp contó que en medio de una escena en la que montaba a caballo y debía realizar una acrobacia, perdió el control y se estrelló contra el suelo.
“Estábamos filmando en un lugar del desierto donde el suelo tiene pequeños baches y elevaciones. Y el caballo que montaba decidió saltar un par de esos obstáculos. La silla había sido colocada a las apuradas y de modo bastante improvisado porque queríamos dar la impresión de que estaba montando a pelo. La verdad es que no estaba bien ajustada. Así que la silla en un momento se resbaló y me fui para la izquierda. Por suerte tenía espacio para sostenerme de la crin del caballo y al mismo tiempo mantener las riendas hasta que terminé en el suelo. Todo al final resultó menos grave de lo que parecía. Pero pudo pasar lo contrario”, narró Depp frente a la TV.
Figuras devaluadas para un héroe derrotado
El actor también quedó expuesto desde antes del estreno de la película a una multitud de debates sobre su personaje. Depp anticipó buena parte de todo lo que pasaría en los años siguientes respecto de cuál debería ser el modo de retratar a un nativo estadounidense en una película que se proponía como una suerte de deconstrucción de ciertas figuras y situaciones clásicas del cine del Oeste.
“Mi gran amigo y mentor Marlon Brando siempre me habló del modo equivocado en que el cine trató a las tribus nativas de mi país. Siempre eran presentadas como salvajes o seres inferiores. Lo más importante para mí era hacer al menos un intento para borrar esa impresión”, dijo Depp, quien confesó tener una bisabuela “parte cherokee, parte creek, parte chickasaw”.
Dijera lo que dijese, Depp se convertiría en víctima de una sucesión de equívocos planteada mucho antes de que la película ofreciera una mirada sobre los nativos que, en el mejor de los casos, no resulta del todo precisa. El propio actor terminó reconociendo que para darle una dimensión diferente a Tonto decidió llenarlo de clisés. Todo un contrasentido.
Con el tono cada vez más encendido que viene adoptando el debate sobre el modo de retratar a las minorías étnicas estadounidenses en el cine, lo que pueda decir hoy Depp adquiere hoy menos relevancia que cuando la película ocupaba el centro de la atención. Su palabra aparece cada vez más devaluada. Y menos todavía podría hablar Hammer, un actor que en 2013 un futuro abierto y promisorio, y que hoy encuentra todas las puertas cerradas, mientras atraviesa un profundo drama personal. Su futuro es toda una incógnita a partir de conductas extracinematográficas que el Hollywood de este momento no perdona. Como tampoco perdonó el regreso de El llanero solitario, un héroe derrotado antes de intentar una nueva vuelta de sus aventuras en el Oeste.
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