El largo camino de Javier Van de Couter
En Implosión, estreno de este jueves, el cotizado guionista devenido director reconstruye la memoria de la masacre ocurrida en Carmen de Patagones, ciudad en la que nació, de la mano de dos de sus sobrevivientes convertidos en actores
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Como a cualquier persona nacida y criada en Carmen de Patagones, a Javier Van de Couter las huellas del doloroso y cruento episodio ocurrido allí el 28 de septiembre de 2004 permanecen en la memoria y lo acompañan donde vaya. Aquel día, esa ciudad del sur de la provincia de Buenos Aires concentró la atención del país entero: un estudiante de 15 años entró con un arma en el aula de la escuela a la que asistía, comenzó a disparar sin decir palabra y provocó la muerte de tres personas y heridas a cinco más. La ciudad quedó marcada a fuego por este hecho, cuyas secuelas perdurarán quién sabe hasta cuándo.
Dos años después de la llamada masacre de Carmen de Patagones, Van de Couter hizo su primer acercamiento a esos hechos desde una mirada de autor. Todavía le faltaba mucho para alcanzar el reconocimiento que tiene hoy como uno de los guionistas más convocados de la producción televisiva reciente (escribió Historia de un clan, La celebración, Los siete locos y los lanzallamas y La usurpadora, entre otros trabajos) y una presencia cada vez más importante como director sobre todo a partir de Mía, su ópera prima. En ese 2006 ya era conocido como actor, una faceta que de a poco dejaría de lado para trabajar todo el tiempo detrás de las cámaras.
“Lo primero que intenté –cuenta Van de Couter a LA NACION– es un ensayo fílmico que no hiciera foco en el día de la tragedia. Me interesaban otras cosas, sobre todo cómo había aparecido todo lo que rodeó la masacre, el misterio, el exabrupto, los odios, en un lugar tan calmo como el pueblo en el que me crié”.
Tuvo que pasar mucho tiempo hasta que esas intenciones se convirtieran en una película llamada Implosión, que se estrena este jueves en los cines pocos días después de ganar el Gran Premio del Jurado en la Competencia Oficial Argentina del Bafici 2021. Realizada en coproducción con Chile, a Van de Couter le llevó cinco años rodarla, editarla y dejarla lista. “Fue un largo camino. En algunas de las secuencias hay tomas que hicimos en 2016 y en 2018”, ilustra el director.
Van de Couter reconoce que en aquel primer abordaje de 2016 tenía más espontaneidad y menos herramientas estéticas y narrativas que hoy. “No quería hacer un documental sobre la masacre. Mi lenguaje es el de la ficción. Además tenía resistencias personales, no sabía muy bien hacia dónde ir”, admite.
Años después, según reconoce, la llegada de Anahí Berneri cambió muchas cosas. Desde la muy elogiada Aire libre, Berneri y Van de Couter formaron un sólido vínculo profesional que se expresa desde todas las facetas posibles de colaboración. “La distancia con la que Anahí entró al proyecto y vio la historia fue fundamental, sobre todo en el trabajo que había empezado a hacer con dos de los chicos sobrevivientes”, cuenta Van de Couter. Ellos son Rodrigo Torres y Pablo Saldías Kloster, que terminarán interpretándose a sí mismos en Implosión, viviendo la experiencia híbrida entre documento y ficción de salir a la ruta en busca de esa persona que en el ya lejano 2004 había cambiado para siempre en un hecho de sangre la historia de Carmen de Patagones.
“Cuando me reencontré con Rodrigo y con Pablo los dos tenían sus vidas ya hechas. No eran los adolescentes de las imágenes documentales de la TV sino dos adultos que se resistían a hacerse las mismas preguntas de siempre, a hablar del bullying y todas las cosas que estuvieron en los medios cuando se habló de la masacre. Se me dio vuelta la situación, tenía que hablar sobre dos sobrevivientes. Y encontré en ellos algo artesanal y conmovedor a la vez para contar lo que les pasó y lo que les está pasando”, dice Van de Couter.
El punto de partida de Implosión, según su director, es la idea del rumor. “Una idea fantasmagórica que circuló de boca en boca. La idea de una persona ausente a la que decidieron llevar lejos del pueblo como protección. Y a partir de allí lo que más me impactó fue lo primero que me dijo Rodrigo cuando empezó a comprometerse con el proyecto. Si llegaba a encontrarlo, lo primero que le preguntaría es si ya está bien”, agrega.
Lo que más destaca Van de Couter de sus coterráneos de Carmen de Patagones que aceptaron interpretarse a sí mismos muchos años después de haber sido testigos directos de la masacre (Pablo Saldías recibió cuatro balazos y superó un delicadísimo cuadro de salud) fue que “entraron a un terreno actoral con el que yo me siento muy identificado”. Dijo que no les planteó la idea de ponerlos frente a una cámara con un afán terapéutico.
El camino de Implosión le llevó a Van de Couter cinco años. “Nos peleamos con el tiempo, con la ansiedad. Tenía tres finales posibles y terminé escribiendo un cuarto. Tengo escenas eternas, interminables, grabadas en la ruta con los chicos contando todo tipo de cosas. Pero lo más importante e que durante todo ese tiempo me fui transformando en otro director. Pude descubrir lo que significaba la poética de contar una historia que se oculta detrás de la acción”.
Y en ese tiempo de transiciones y aprendizajes también decidió tomar distancia de la actuación, el primer lugar en el que fue reconocido. “Valoro un montón mi trayectoria como actor, pero no vuelvo a eso nunca más. Ya me aburría eso de observarme. Estaba cada vez más tenso. A veces se piensa desde afuera que actuar es algo fácil, pero resulta que es lo más complicado del mundo. Eso sí, me voy sin pelearme con ese pasado y con ese oficio. Todo lo contrario. La experiencia de actuar me enseñó a intuir lo que una persona está sintiendo cuando se enfrenta a una cámara. A sacarle lo mejor en ese momento, y también a incomodarlo para que pueda hacerlo”, detalla.
Van de Couter cree en un camino promisorio para la ficción en la Argentina. Dice que las plataformas de streaming, con las posibilidades que promueven a través de formatos como las series de duración limitada “invitan a que podamos contar historias y plasmar en ellas nuestros rasgos de autor y nuestra identidad como directores”.
También admite que en este momento afronta el cruce de dos lenguajes que funcionan a la vez como dos desafíos. Por un lado el escribir para otros directores (Alejandro Maci, Luis Ortega, la propia Berneri) y empezar por el otro a construir caminos como realizador. “Volvería a escribir de mil amores para todas las personas con las que trabajé, fueron experiencias muy estimulantes, pero mi intención ahora es concentrarme en las posibilidades que me ofrece el cine, un lugar que me permite dar batallas y desarrollar propuestas. Siempre me lleva un poco más lejos”.
Ahora, Van de Couter está concentrado en dos proyectos. Uno de ellos lo tendrá como showrunner, director y productor ejecutivo junto a Erica Halvorsen de una miniserie de producción internacional para MGM adaptada de Cacería, el libro que Gonzalo Demaría escribió sobre el llamado “escándalo de los cadetes” ocurrido en la Argentina durante la década de 1940 a partir de la detención de un fotógrafo amateur que registraba imágenes de hombres en poses eróticas dentro de su departamento del barrio porteño de Recoleta. El hecho develó una trama secreta de reuniones, fiestas y amistades ocultas entre cadetes del Colegio Militar y otros hombres y la decisión de los militares que tomaron el poder en 1943 de salir a perseguirlos como medida de “saneamiento social”. El otro es la adaptación al cine de Tesis sobre una domesticación, segunda novela de Camila Sosa Villada, también autora de Mía.
El top 5 de las ficciones para Van de Couter
A pedido de LA NACION, Javier Van de Couter eligió sus cinco ficciones favoritas. Aquí está la lista:
- 1) El niño de la bicicleta (Bélgica-Francia-Italia/2011), dirigida por Jean Pierre y Luc Dardenne. “Esa y todas las películas de los hermanos Dardenne están dentro de mis preferidas. El equilibrio entre un registro audiovisual más despojado y el drama puro. En esta película en particular me gusta cómo se plantea la búsqueda incansable del protagonista, un niño de 12 años”.
- 2) Kids (Estados Unidos/1995), dirigida por Larry Clark. “Me interesa la complicidad que hay entre los actores y el director, así como la verdad que tienen esas interpretaciones. La tensión que se genera en el equilibrio entre la adolescencia y el peligro de serlo. La protagonista, perdida y cansada, interpretada por Chlöe Sevigny, que además es una de mis actrices favoritas, siempre está buscando”.
- 3) Transparent (Estados Unidos/2014-2019), serie creada por Jill Soloway. “Es una de las series que mejor plantea los vínculos familiares en sus variadas formas. Me interpeló en todas sus temporadas”.
- 4) Veneno (España/2020), miniserie creada por Javier Ambrossi y Javier Calvo. “Con esta serie me pasó de todo, es una bomba emocional. La interpretación de las actrices que encarnan a Cristina (La Veneno) es alucionante. Hay aquí un aire fresco propuesto por la dupla Los Javis.
- 5) Happy Together (Hong Kong-Japón-Corea del Sur/1997), dirigida por Wong Kar-Wai. “Me gusta mucho la plástica de la película, el modo en que explora Buenos Aires desde lo visual siendo extranjero. Y sobre todo el vínculo entre los protagonistas, el viaje y la convivencia a los que se ven expuestos”.
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