El joven manos de tijera, el film que nadie quería rodar y después todos amaron
Hace casi treinta años un cuento de hadas gótico cautivó a los espectadores del mundo. Tim Burton estrenó El joven manos de tijera y demostró que Hollywood no dejaba de ser cuna de originales relatos. Un personaje absolutamente atípico, un romance que huía del canon y un director con una nueva mirada, que se mostró como dueño de la taquilla, fueron algunos de los muchos ingredientes que consagraron a esta conmovedora historia.
Nace una estrella
Para bien o para mal es indudable que Burton tiene un universo visual fácilmente reconocible. Como sucede con Wes Anderson, la estética del realizador es su sello desde su más tierna juventud. Sus dibujos rezumaban melancolía y en sus primeros cortos se notaba la firma de un joven artista que ya sabía por dónde navegaban sus inquietudes. Luego de trabajar en Disney, de donde se fue debido a la imposibilidad de plasmar sus soñados relatos freak, en 1985 lanzó La gran aventura de Pee- Wee, un film por encargo que más allá de sus méritos no tiene absolutamente nada que ver con su identidad. Pero su historia cambió cuando casi al borde de los treinta años fue elegido para llevar adelante Batman, con Michael Keaton y Jack Nicholson. Con ese gigantesco éxito al hombro, las puertas se abrieron para que Burton comenzara un peculiar proyecto.
Para esta nueva película, Burton tenía una sola inspiración: un viejo dibujo que había realizado durante su adolescencia. En su época escolar, muchas veces se sentía solo y le costaba hacer amigos. Enfrascado en su mundo onírico, el adolescente trazó en papel a un hombre delgado, que poseía largas hojas afiladas en vez de dedos. Esa figura y otras que su mente inventaba, eran su única compañía porque -como él mismo recuerda-: "En esa época tenía la sensación de que las personas poseían como una urgencia por dejarme solo. Nunca supe por qué". El tiempo pasó y los años lo reencontraron con el hombre de la esbelta silueta. La agencia que trabajaba con Burton como representado, sin embargo, no sabía cómo armar algo basado en un dibujo y por eso le presentaron a Caroline Thompson, una particular guionista que no lograba encajar en ningún proyecto. La química entre ambos fue inmediata. Thompson, una escritora dueña de una sensibilidad también atípica para Hollywood, recuerda así lo mucho que la inspiró esa ilustración: "Tim tenía ese boceto que había hecho en el colegio y me lo mostró casi como esperando que trabajemos juntos, y ahí mismo le dije: 'No necesito más. Sé exactamente qué hacer con esto'".
Caroline puso manos a la obra y en poco tiempo tuvo listo el guion de El joven manos de tijera, una historia que construyó basándose en muchos pasajes de su infancia. La escritora entendía que la perspectiva del relato era la de Edward y por eso el film debía tener un espíritu deudor de los cuentos de hadas, con imágenes que oscilaran entre la pesadilla y los colores pastel. Pero la gran influencia, según la guionista, fue una persona muy cercana: "Creo que la historia no hubiera tenido la estructura que tiene si no fuera porque mi madre tenía la costumbre de traer extraños a casa para que vivieran un tiempo con nosotros. Por ese motivo, no me resultó extraño que el personaje de Peg llevara a Edward a casa de su familia. Eso es exactamente lo que hubiera hecho mi mamá".
Todos quieren ser Edward
Inicialmente pautada como un musical -una idea que luego fue desechada-, FOX tomó el proyecto y le destinó nueve millones de dólares para su realización, una suma que pronto escaló a veinte. Alrededor del guion no había demasiado entusiasmo y muchos lo entendían como un nuevo capricho de Burton. Pero la situación tomó un giro inesperado cuando Dianne Wiest se sumó entusiasmada al largometraje. En una entrevista, Burton recordó el importantísimo papel de la actriz: "Ella fue la primera que leyó el guion, lo apoyó por completo y como es alguien tan respetada en el medio, una vez que le dio su sello de aprobación muchos comenzaron a interesarse. En muchas maneras, ella fue mi ángel guardián".
Con Dianne Wiest a bordo, los nombres empezaron a surgir por sí solos. La guionista del film tenía en mente a John Cusack y Laura Dern, una idea que no avanzó. Robert Downey Jr. y un desconocido Jim Carrey también lucharon por ponerse las tijeras de Edward. Por su parte, FOX insistía con Tom Cruise, y aunque el actor de Top Gun mostró interés por el rol y llegó a reunirse con el director, esa posibilidad tampoco prosperó. El dato quizá menos conocido, es que Michael Jackson hizo mucho lobby para quedarse con el papel, pero Burton jugó a hacerse el distraído y no le atendió ningún llamado. Finalmente, apareció en escena Johnny Depp.
Una sociedad eterna
La de Depp y Burton es una sociedad como la de Scorsese y De Niro; Kurosawa y Mifune; Aristarain y Luppi o Truffaut y Léaud. Actor y director mimetizados como parte de un todo, así se definen esos vínculos profesionales. Y El joven manos de tijera fue clave porque unió el destino de ambos artistas. En ese momento, y según el propio Burton reconoció, él ni sabía quién era Johnny: "Yo no lo conocía para nada. No había visto ningún capítulo de Comando especial, pero había visto una foto suya en algún lado". Esa imagen le alcanzó para elegirlo como su opción ideal, y quiso entrevistarlo para comprobar si su pálpito estaba equivocado o no: "Al final de esa primera reunión, yo simplemente sentí algo y esto jamás se lo dije a él. Me gustaban mucho todas las inquietudes que tenía sobre el personaje y cómo hacerlo, pero lo que necesitaba era que me dijera si iba a hacer la película o no".
Mientras tanto, el actor buscaba incansablemente salir del póster de galancito televisivo y 1990 fue un año clave para posicionarse como una estrella de prestigio, no solo por la película de Burton, sino también por Cry Baby, otro largometraje en el que trabajó para John Waters. Cuando firmó contrato por El joven manos de tijera, Depp se tomó de forma muy profesional su papel. Lo primero que hizo fue adelgazar doce kilos, acentuando el aspecto gótico de su personaje. También estudió a fondo el estilo de Charles Chaplin pensando que debía moverse como una suerte de mimo, más teniendo en cuenta que Edward contaba con muy pocas líneas de diálogo (oficialmente, solo pronuncia 169 palabras). Depp sabía que su actuación tenía que ser física ante todo, pero no lograba encontrar el tono adecuado. En ese momento, Caroline Thompson le reveló un gran secreto: "Recuerdo que le dije a Johnny: 'Mirá, Edward en realidad está basado en mi perro. Si solo pensás que estás interpretando a un perro que es muy ansioso y muy inteligente, ahí vas a encontrar al personaje'. Y cuando le comenté eso, instantáneamente dio en la tecla".
Abandonar a Coppola
Contrariamente a lo que se cree, Winona Ryder fue de las últimas en ser reclutada. Si bien la actriz ya había trabajado con Burton en Bettlejuice, su nombre no estaba en los planes de El joven manos de tijera. Fue Johnny Depp, uno de sus mejores amigos (e inminente pareja) el que la convenció para que se presentara. Por esos días Winona estaba muy cerca de firmar contrato para El padrino III, última pieza de la trilogía dirigida de Francis Ford Coppola.
Eventualmente ella tomó una decisión que muchos calificaron de audaz al abandonar al prestigioso Coppola y a su aún más prestigiosa saga mafiosa, para actuar bajo las órdenes de un director poco conocido en un relato demasiado extravagante. La apuesta dio grandes resultados y no solo Winona se salió con la suya cuando luego Coppola volvió a convocarla para otro de sus proyectos (Drácula), sino que en el largometraje de Burton hizo uno de sus roles más atípicos. Sobre el frívolo papel de la joven actriz, el realizador comentó en una oportunidad: "La sola idea de Winona como una porrista y llevando una peluca rubia, me resultaba muy graciosa. Creo que incluso llegó a decirme que ese fue uno de sus papeles más difíciles porque no podía empatizar con ese personaje. Ella misma en la secundaria había sido víctima de gente así. Por mi parte, yo no podía más que reírme todos los días cuando la veía entrar al set vistiendo ese modelito de porrista y esa peluca tan cincuentas. Parecía Bambi".
Vincent eterno
Tim Burton no podía quejarse, era prácticamente el único director que a pesar de tener mundos de pesadilla y relatos atípicos, podía convivir con el éxito comercial. Por ese motivo, los ejecutivos solían confiar en el criterio del realizador y gracias a esa confianza, él pudo darse uno de los mayores gustos de su vida profesional: contratar a Vincent Price para el que fue su último gran papel en cine. El actor fetiche de grandes autores como Roger Corman o William Castle, y gran abanderado del cine de terror, jugó aquí a ser un excéntrico inventor que bien podía ser la versión bondadosa del Doctor Phibes u otro de sus perversos villanos.
El director creó al personaje con Price como el único capaz de interpretarlo, pero la delicada salud del actor, que luchaba contra un enfisema y contra el mal de Parkinson, puso en peligro su participación. Si bien los pronósticos eran reservados, afortunadamente Vincent pudo hacer la película, aunque Burton debió achicar sus apariciones en la historia, y muchas escenas que originalmente formaban parte de la trama no pudieron ser filmadas.
Un cuento de hadas oscuro
Cuando en las funciones de testeo el público se mostró entusiasmado, Joe Roth, presidente de FOX, consideró que tenía entre manos un inminente éxito. El joven manos de tijera se estrenó el 7 de diciembre de 1990, y la respuesta fue abrumadora. La crítica la elogió ampliamente y la taquilla la consagró, logrando recaudar a nivel mundial casi noventa millones de dólares, una cifra muy por arriba del costo de producción del film.
Con el tiempo, el realizador reconoció que esta era la película favorita de su filmografía, y la figura de Edward se convirtió en uno de los íconos cinematográficos más sobresalientes del cine actual. La fama del cálido personaje se expandió y hubo secuelas en forma de cómics, canciones en su honor, mil artículos de merchandising y hasta un ballet. Pero lo más importante, es que el éxito del largometraje consagró a Burton como un autor dueño de un mundo y una sensibilidad reconocible, y pudo consolidar así su posición en el mapa hollywoodense de finales de siglo.
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