El irlandés: una película demasiado grande para no ser vista en los cines
El irlandés es una de las grandes películas del momento. Y lo será todavía más, con toda seguridad, cuando entremos de lleno en la gran carrera por el Oscar. La mayoría de los expertos augura muchas nominaciones para la obra más reciente de Martin Scorsese, que muchos ya están viendo como una suerte de testamento anticipado. Al menos, como un gran resumen de su carrera, con una vuelta casi revisionista de las grandes obsesiones que marcaron su filmografía.
Todo esto ocurrirá cuando hayan pasado unas cuantas semanas del lanzamiento del El irlandés en Netflix, previsto para el miércoles 27 de este mes. Y un poco más del fugaz estreno de esta película en un puñado de cines de la Argentina, anunciado para el jueves 21. ¿Una película de Martin Scorsese, tal vez de las más trascendentes de toda su gloriosa carrera, disponible en pantalla grande durante menos de una semana? Todo hace imaginar que sí. Que El irlandés bajará de cartel en el mismo momento en que quede disponible en streaming para los abonados de la única marca dispuesta a aportar los 160 millones de dólares que Scorsese necesitaba para filmar su película. Ninguno de los otros grandes estudios aceptó arriesgarse tanto.
El irlandés dura tres horas y media. Ninguna de las grandes cadenas multipantalla de la Argentina aceptó exhibirla. Hoyts-Cinemark, Cinépolis (ex Village) y Showcase se resisten a seguir las nuevas reglas de Netflix. Querrían conservar sus tiempos tradicionales para que la película arranque su recorrido en pantalla grande (como ocurrió siempre) y llegue en su momento al streaming. Pero los tiempos cambiaron y parece a primera vista lógico que quien aportó los fondos imponga ciertas condiciones.
En el medio hay otras tradiciones que no sabemos cuánto en verdad se encuentran en proceso de cambio. El público local acostumbrado a ver las películas con potencial para el Oscar (que por definición sigue prefiriendo ver cine en el cine) tiene una presencia que no debería ser desdeñada.
Por cierto no va a ocurrir aquí lo que Diego Batlle (crítico de cine de LA NACION) narró hace pocos días en su cuenta de Twitter: fue tanta la demanda en Estados Unidos para el lanzamiento limitadísimo en cines de El irlandés que llegaron a pagarse 100 dólares por una entrada en la reventa. Pero el lanzamiento de la película en los cines argentinos (hasta ahora confirmado en unas 50 salas, todas ellas independientes, y con pocas funciones diarias, dada su extensión) seguramente va a quedarse chico respecto de la expectativa potencial del público.
Tal vez no lo percibamos ahora, pero cuando aparezcan las (muy probables) nominaciones para el Oscar mucha gente más querrá verla. Y a unos cuantos, tal vez más de los que imaginamos, no les alcanzará con acceder a El irlandés desde un smart TV, una tablet o un teléfono celular, porque es imposible contemplar en plenitud una obra de estas características en una pantalla tan exigua. Al menos en una primera visión.
Ya será tarde para cualquier reclamo o lamento. Y muchos envidiarán la suerte de quienes encuentren entre el 21 y el 27 una sala propicia para ver El irlandés en pantalla grande o estén en Mar del Plata para la jornada final de su festival 2019, que se clausura con una proyección a lo grande de esta película. Los tiempos podrán cambiar, pero hay experiencias cinematográficas que jamás cambian.
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