El irlandés: Scorsese puede darle a Netflix su primer Oscar a la mejor película
NUEVA YORK.- La historia parece repetirse. En el comienzo de la ardua carrera hacia la temporada alta de premios en Hollywood, Netflix vuelve a encaramarse en lo más alto de los pronósticos iniciales.El año pasado lo había logrado con Roma, una película hablada en castellano y filmada en blanco y negro que finalmente sucumbió en la ceremonia del Oscar ante una propuesta mucho más clásica para los cánones hollywoodenses como Green Book.
Pero esta vez las perspectivas parecen distintas frente a una misma realidad. Desde el último fin de semana, con su estreno mundial en el New York Film Festival, El irlandés (The Irishman) se convirtió casi de manera instantánea en la primera gran favorita para el próximo Oscar, con elevados pronósticos favorables para todas las categorías principales: película, director (Martin Scorsese), actor protagónico y de reparto, guion adaptado.
A diferencia de Roma, El irlandés es un relato más afín al clasicismo de Hollywood. Al mismo tiempo, aparece como cumbre y síntesis al mismo tiempo de toda una vida cinematográfica dedicada por Scorsese a la observación del comportamiento del crimen organizado, la violencia y sus efectos históricos y actuales (sobre todo desde la cuestión moral) en la sociedad estadounidense.
El irlandés –que LA NACIÓN ya tuvo la oportunidad de ver– es al cine de mafia y gánsteres lo que Los imperdonables fue para el western. De aquí en adelante será muy difícil hacer una película de gran ambición sobre los temas del crimen organizado en los Estados Unidos sin chocar con la poderosa influencia y el espíritu elegíaco de esta gran obra de Scorsese.
La película, extraída de hechos reales y adaptada a partir de un libro de Charles Brandt, recorre la vida de Frank Sheeran (Robert De Niro, extraordinario), un veterano de la Segunda Guerra Mundial que dedica casi toda su vida posterior como confiable matón, guardaespaldas y pistolero a acompañar y proteger con su lealtad a toda prueba a figuras prominentes del crimen organizado.
A lo largo de casi tres horas y media que casi no se sienten, El irlandés retoma todos los temas clásicos del cine de Scorsese, pero en un tono mucho más sombrío y melancólico que en Buenos muchachos o Calles peligrosas. Es como si el director se decidiera a revisar toda su carrera, volverse a hacer todas las preguntas desde el comienzo y plantearlas desde el punto de vista de Sheeran a modo de gran síntesis.
Con agudeza, un crítico estadounidense parangonó El irlandés con una novela de Dostoievski. Este film de Scorsese es el equivalente cinematográfico de Crimen y castigo.
El director rescató de su retiro a uno de sus actores predilectos, Joe Pesci, pero esta vez le dio un papel mucho más sigiloso, el del mafioso Russell Bufalino, lejos de la desbordante energía de sus apariciones previas junto al director. Y el otro puntal es Al Pacino, que entrega una colosal actuación como Jimmy Hoffa, el poderoso sindicalista camionero que desaparece misteriosamente en 1975. El vínculo entre Sheeran y estos dos personajes es el corazón de la película.
Lo que la crítica especializada y los observadores más agudos de Hollywood percibieron de inmediato es el virtuoso resultado de una larguísima espera. Scorsese y De Niro (aquí también oficiando de productor) esperaron muchísimo tiempo para concretar un proyecto carísimo que finalmente Netflix se decidió a financiar.
La película costó unos 160 millones de dólares y buena parte de esa cifra se utilizó en complejos efectos especiales para el rejuvenecimiento facial de algunos de los personajes principales, con resultados entre curiosos y sorprendentes, que también fichen mucho sobre las elecciones estéticas de Scorsese para esta obra, una de las mejores de su extraordinaria carrera. A la vez, la película habla mucho del perfil que va tomando la narración cinematográfica en la era del streaming. El irlandés es un largometraje hecho y derecho que merece verse ve una pantalla de cine, donde entre otras cosas podrá apreciarse en plenitud el aporte del notable director de fotografía mexicano Rodrigo Prieto. Pero también podría funcionar como una suerte de nuevo modelo de serie limitada, muy apropiado para estos tiempos de tantos cambios, transiciones y modelos narrativos en discusión.
Todas estas cuestiones surgieron inmediatamente después del estreno en el festival neoyorquino, al que le seguirán presentaciones similares en Roma y Londres. Después llegará el estreno en cines, previsto para el 1° de noviembre, para cumplir entre otras cosas con los requisitos de la Academia de Hollywood para calificar al Oscar. Pero también con el deseo de la mayoría de los expertos que aclamaron este lanzamiento durante el pasado fin de semana: todos señalan con razón que El irlandés es una obra digna de ver en los cines. Scorsese incursionó varias veces en los últimos tiempos en proyectos para TV, pero este caso responde a la identidad de su obra como director y tiene una conexion indeleble y absoluta con la pantalla grande.
Para ese momento, si se ratifican los augurios entusiastas que la gran mayoría de los medios y analistas expresan aquí por ahora, El irlandés seguramente estará en una posición privilegiada para soñar con los grandes premios de Hollywood. Es muy probable que eso ocurra.
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