El imperio de los sentimientos, según Hong Sang-soo
El coreano, uno de los grandes directores contemporáneos, explica, con un misterio que bien podría aplicarse a su obra, su inusual método de trabajo y su sesgo autobiográfico
Hong Sang-soo es uno de los mejores directores del cine contemporáneo; las proyecciones de sus películas en el Bafici y el Festival de Mar del Plata son citas obligadas y hasta tiene algunos fervorosos fans locales. Sin embargo, El día después es apenas el segundo film de la extensa obra del director coreano que se estrena comercialmente en la Argentina.
El primero fue En otro país, de 2013, que tenía como protagonista a Isabelle Huppert, un nombre lo suficientemente reconocible como para atraer a quienes aún no estaban familiarizados con el realizador. Ese mismo año, el Bafici le había dedicado una retrospectiva que incluía films como La virgen desnudada por sus pretendientes, Turning Gate, Tale of Cinema, Woman is the Future of Man, Oki's Movie y Night and Day.
A sus 57 años, el cineasta tiene hoy más de veinte largometrajes en su haber y el reconocimiento internacional. En el último Festival de Cannes presentó dos películas, El día después y Claire's Camera, su segunda colaboración con Huppert.
Los films de Hong Sang-soo se caracterizan por su retrato preciso y realista de los descalabros que generan los sentimientos humanos. Plagados de un humor que siempre tiene un toque amargo y salpicados de cierta tristeza que no deja nunca de ser encantadora, sus películas presentan las relaciones románticas, amistosas y laborales en toda su gloriosa complicación. Sus protagonistas masculinos -muchos de ellos intelectuales- son un poco torpes y no tienen casi nada claro en sus vidas, pero eso no les impide resultar seductores.
Las mujeres de sus películas también tienen sus problemas y ante su mirada son seres complejos pero hermosos, en un sentido amplio y no superficial.
El día después sigue esta línea de sus anteriores trabajos en un tono más agridulce. Filmada en blanco y negro, la película se centra en un editor de libros en plena crisis matrimonial, lidiando con un romance clandestino y con una nueva empleada que le llama la atención. Si todos sus films destilaban un aire tan personal que hacía pensar que se acercaba a lo autobiográfico, este último resulta imposible de separar de la vida real del guionista y director, quien está atravesando un divorcio y confirmó recientemente la relación romántica que lo une a su actriz-musa, Kim Min-hee, una de las coprotagonistas de la película.
Con brevedad y manteniendo cierto misterio, el director explicó a LA NACION, en una entrevista realizada por correo electrónico, su método de trabajo, el carácter personal de su obra y cómo hace para filmar más de una película por año.
-Sus películas parecen ser muy personales, ¿hay una búsqueda consciente de volcar sus sentimientos en ellas para alcanzar algún tipo de verdad?
En lo que respecta a las películas, parece que siempre pongo algo de mí mismo. Es un resguardo en contra de la falta de sinceridad y también es para mí, como cineasta, una fuente considerable de emociones. Pero necesito que pase por el proceso en el que ciertos arreglos y la impureza de las fuentes lo transformen.
-Hay muchas similitudes temáticas en sus películas, siempre con un tratamiento distinto, ¿su trabajo está dirigido a encontrar en cada film algo nuevo sobre las dificultades de las relaciones humanas, en particular las románticas?
Para mí los materiales, incluyendo el clima del día de rodaje, son "cosas dadas" y no elijo cierto material con una intención consciente. Lo que sí ha sido desarrollado conscientemente y tiene que ver con mis inclinaciones es el proceso de trabajo. Eso es lo que cambia todo.
-Suele filmar a personajes juntos en un plano con una duración extensa y deja que el diálogo y los sentimientos de los personajes se desarrollen frente a los ojos del espectador, ¿cómo trabaja con los actores?
Sólo intento escribir algo a la mañana muy temprano, teniendo en cuenta a los actores que lo van a interpretar. Más tarde les doy las escenas impresas y empiezan a memorizar todo y terminan en una hora, aproximadamente. Les doy muy pocas indicaciones y procedemos a filmar la primera toma de la primera escena.
-Hay muchas repeticiones de situaciones con variaciones en sus películas, ¿por qué le interesa tanto explorar las formas en que una misma situación, con los mismos personajes, puede tener distintos resultados?
Me parece que hay algunos aspectos de las cosas que hacemos que pueden ser revelados con mucha efectividad a través de la comparación.
-¿Cómo organiza su tiempo para poder filmar más de una película al año?
Un mes antes de empezar a rodar me junto con los actores y busco locaciones. Los rodajes suelen realizarse en tres o cuatro semanas y después agrego algunos días para la posproducción. Cuando termino una película decido cuándo voy a filmar la siguiente. Mientras no estoy filmando hago las cosas normales y enseño en la universidad.
-Tomar y comer son actividades centrales en sus films, parece ser la forma en la que los personajes se conectan entre sí, ¿por qué elige incluir siempre este tipo de escenas?
Las escenas parecen venir por su propia voluntad y luego las acepto, porque en ese momento siento que está bien.
El día después es agridulce y más triste que sus otras películas, ¿siente que su trabajo está yendo hacia ese tipo de sentimientos o es el resultado de un humor particular por el que está pasando en este momento?
No lo sé. Las razones de eso pueden ser muchas, tal vez demasiadas. No pretendo racionalizarlas y ordenarlas; si a veces lo hago un poquito, eso es todo, sólo un poquito.
Temas
Más leídas de Cine
Con ojos norteamericanos. Gaucho gaucho es un atípico acercamiento a la vida rural en el Norte argentino
Con ruido político de fondo. Se inaugura hoy el Festival de Cine de Mar del Plata, con invitados internacionales y una muestra paralela crítica al gobierno
De regreso a Oz. Wicked: una adaptación con dos protagonistas brillantes que acierta al rendirle homenaje a su origen