Somos familia, la película japonesa que ganó en Cannes y va por el Oscar
Gracias a directores como Akira Kurosawa, Yasujiro Ozu, Kenji Mizoguchi, Masaki Kobayashi, Keneto Shindo, Kon Ichikawa, Seijun Suzuki y Nagisa Oshima, las películas japonesas ocuparon durante décadas un lugar central dentro de la cinefilia mundial e influyeron de forma decisiva incluso en la carrera de realizadores occidentales como Steven Spielberg, Francis Ford Coppola o Martin Scorsese, por citar solo algunos.
Con el tiempo surgieron nuevas generaciones (con Shohei Imamura o ese genio de la animación que es Hayao Miyazaki), para luego dar lugar a creadores tan diversos como Takeshi Kitano, Naomi Kawase, Kiyoshi Kurosawa, Takashi Miike o Sono Sion. De todas maneras, aquel esplendor de la época clásica parecía haberse perdido para siempre.
Sin embargo, hay un artista que ha logrado trascender nuevamente todas las fronteras y devolverle al cine nipón aquella impronta humanista capaz de seducir a los públicos de cualquier rincón del planeta: Hirokazu Kore-eda. Con 56 años y más de 20 largometrajes entre ficciones y documentales tanto para cine como para televisión (sus primeros trabajos fueron para la pantalla chica), Hirokazu Kore-eda ha sido desde siempre uno de los pocos directores japoneses cuyos trabajos se estrenaron en los cines argentinos (o, en el peor de los casos, se proyectaron en festivales como el Bafici y Mar del Plata). After Life... la vida después de la muerte (1998), Nadie sabe (2004), Un día en familia (2008) y De tal padre, tal hijo (2013) son algunos de los títulos que tuvieron lanzamiento comercial, y si se analiza el último año y medio son tres las películas suyas que llegaron a la cartelera local: Después de la tormenta, Nuestra hermana menor y, desde hoy, Somos una familia.
El de Somos una familia no es un estreno cualquiera. Ganadora nada menos que de la Palma de Oro en el último Festival de Cannes y flamante nominada al Oscar a mejor película en idioma no inglés, se trata del trabajo más premiado y más visto en toda la carrera de Hirokazu Kore-eda. Difícilmente se lleve la estatuilla de la Academia de Hollywood (le tocó justo enfrentar al "huracán Roma"), pero se trata de una historia que recupera y amplifica los temas esenciales, las obsesiones y búsquedas de su brillante filmografía.
Somos una familia narra la historia de un grupo pobre que subsiste a partir de pequeños robos en supermercados en los que el padre hace participar a su hijo preadolescente. Si la sinopsis puede resultar inquietante (que un adulto manipule a un menor para cometer un delito es una premisa por demás perturbadora), Hirokazu Kore-eda la convierte en una descripción llena de dulzura, de delicadeza, de sensibilidad, de inteligencia, de profundidad psicológica y con fuertes implicancias a la hora de explorar la marginación y la hipocresía de buena parte de la sociedad contemporánea.
En diálogo con la medios internacionales durante el Festival de Cannes, el director de Maborosi: La luz de la ilusión, Distancia, Hana, I Wish y Air Doll indicó: "Si bien es cierto que Somos una familia vuelve sobre problemáticas que ya abordé en films previos, como la descontención de los niños o los nuevos conceptos de familias, esos grupos humanos que se crean más allá de los lazos de sangre, no la veo como una síntesis o una culminación de mi carrera, como varios escribieron en estos días".
"Nunca me gustaron los extremos, el cine no es blanco o negro; hay que empatizar y apostar a los matices. En esta historia, trato de visibilizar a los seres invisibles, pero al mismo tiempo traté de eludir la trampa de la pornografía de la pobreza o el facilismo de decir que un delito es únicamente culpa de un individuo que debe ser penalizado o de caerle con todo al gobierno por su incapacidad para dar soluciones. Las responsabilidades en cuestiones tan complejas son siempre compartidas. En ese sentido, el mayor elogio que he recibido es que el film ha generado una identificación similar en espectadores muy alejados de la idiosincrasia japonesa. Siempre creí en la universalidad de las historias. No me gusta que mi cine sea concesivo, demagógico ni tranquilizador, sino que genere cierta incomodidad y un debate lo más amplio posible", asegura el director.
Si Somos una familia le abrió la puerta a nuevos mercados (batió, por ejemplo, todos los récords de público para una película de arte no solo en Japón, sino también en un gigante como China), Hirokazu Kore-eda se arriesgó a abandonar por un tiempo su país para filmar en Francia y convertirse -como varios de sus colegas más prestigiosos, desde el fallecido realizador iraní Abbas Kiarostami hasta el austro-alemán Michael Haneke o el iraní Asghar Farhadi- en un autor de proyección internacional.
En efecto, el prolífico director japonés acaba de finalizar el rodaje y se encuentra en plena posproducción de La verité (The Truth), película basada en una obra teatral suya que nunca llegó a producirse sobre una conflictiva relación madre-hija para la que contó con un elenco de lujo encabezado por el norteamericano Ethan Hawke y tres estrellas galas de diversas generaciones: Catherine Deneuve, Juliette Binoche y Ludivine Sagnier. Cómo le irá a un realizador fuera de su zona de confort (léase idioma y geografía propias) es algo que se podrá apreciar dentro de pocos meses. Mientras tanto, ya está para disfrutar en los cines argentinos su mejor película hasta la fecha: Somos una familia.
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