El hombre tras la leyenda
El director de "Reto al destino" relató a LA NACION cómo llevó al cine la vida del gran artista fallecido el año último
“Le aseguro que de no ser por la temporada de premios que me obliga a quedarme aquí seguramente estaríamos conversando de estas cosas en Buenos Aires.” Quien conozca de lleno la trayectoria de Taylor Hackford más allá de haber filmado algunas muy celebradas producciones de Hollywood a lo largo de los últimos 20 años (de “Reto al destino” y “El poder y la pasión” a “El abogado del diablo” y “Prueba de vida”) no tardará en certificar que la frase dicha en un castellano casi impecable con la que abrió el diálogo con LA NACION, desde Los Angeles, no es una excusa para la ocasión, sino el reconocimiento manifiesto de un deseo sólo condicionado por las expectativas que acumula su más reciente película en el seno de la industria del entretenimiento más poderosa del mundo.
Hackford es uno de los realizadores anglosajones de Hollywood más familiarizados con América latina. Vivió en Bolivia –donde aprendió nuestro idioma–, rodó “Prueba de vida” en Ecuador y se jacta de conocer bien la Argentina luego de varias visitas a Buenos Aires (“una hermosa ciudad”, describe) y Mar del Plata, entre otros lugares.
Pero en estos días está pendiente del promisorio recorrido que “Ray”, su más reciente trabajo como director, lleva adelante en el camino que tiene como meta la entrega de los Oscar, el 27 de febrero. Y por más que las mayores expectativas de este relato biográfico sobre la vida de Ray Charles giren alrededor de la notable caracterización del “genio del soul” que logró el comediante Jamie Foxx –reciente ganador del Globo de Oro y primero en la fila de candidatos a llevarse este año el premio de la Academia al mejor actor–, no debe de haber nadie más satisfecho que el propio Hackford, sobre todo a partir de las penurias que atravesó el proyecto antes de concretarse.
Una larga espera
“Fue muy frustrante y doloroso haber esperado nada menos que 15 años para hacer esta película, sobre todo porque durante todo este tiempo no pude convencer a nadie aquí en Hollywood de que la apoyara financieramente. Recibí todas las excusas imaginables: que iba a ser un film sólo para el público negro, que Ray Charles había dejado de ser una gran estrella, que la gente no querría pagar una entrada para ver una historia biográfica... Desde que conocí a Ray, a fines de la década de 1980, y lo entusiasmé con este proyecto hablaba con él un año tras otro sólo para decirle que me disculpara, que tenía unas ganas locas de hacer esta película, pero nadie me apoyaba. Y él, con mucha filosofía y mucha clase, me contestaba: «Taylor, esas cosas pasan. Yo creo en tu proyecto y hay que seguir insistiendo»”, recuerda el realizador.
La perseverancia tuvo su premio, el rodaje se realizó en 2003 con producción independiente y hoy Hackford disfruta del reconocimiento de "Ray", cuyo estreno local anuncia el sello UIP para mañana. La película, totalmente producida en forma independiente, ya duplicó en las boleterías norteamericanas los 40 millones de dólares estimados de costo.
"De todas maneras -admite Hackford-, haber esperado todo este tiempo fue casi como una bendición, porque no podría encontrar a nadie que fuera capaz de hacer un trabajo mejor que el de Jamie Foxx. Hace 15 años no hubiese podido contar con él. Al mismo tiempo, creo que hoy soy mejor director que 15 años atrás y creo que he hecho una película mucho más sólida, con un guión del que me siento totalmente orgulloso."
Expectativas bien fundadas
A partir de ese estado de ánimo, Hackford disfruta de las expectativas que se crean alrededor del film ante el inminente anuncio de las candidaturas al Oscar (se conocerán el martes próximo), pero con los pies en la tierra: "Creo que hemos encarado el desafío más importante de todos: una película de época y sin apoyo de los estudios en la etapa de su producción que ha llegado muy lejos con muy poco. Hay escenas en varios lugares diferentes: Georgia, Florida, Seattle, Nueva York, pero he tenido que recurrir a imágenes de archivo porque no estábamos en condiciones de reconstruir en cada ciudad los autos, los edificios, la vestimenta de la gente. Así que tuvimos que rodar íntegramente la película en Nueva Orleans y otros lugares de Louisiana. El esfuerzo fue enorme tanto delante de las cámaras como detrás de ellas, y si bien se habla sobre todo de Jamie, que está realmente grandioso, creo que el elenco entero se comportó de manera extraordinaria".
Ray Charles Robinson falleció el 10 de junio último, a los 73 años, después de haber sido considerado en vida uno de los grandes innovadores de la música popular del siglo XX, con su talento impar para unir géneros que hasta su llegada parecían imposibles de armonizar: el soul y el gospel, el rhythm & blues y el rock, el jazz y el country. "Siempre fui un fanático de la música y la música es parte esencial de mi trabajo como director -argumenta Hackford para justificar su propósito de convertir en un film la vida de Charles-, pero no quise hacer sólo una película sobre alguien que hace música, porque para eso no hay nada mejor que ir a un concierto. Lo que pasa con Ray Charles es que su propia vida es casi increíble, como un viaje épico desde una infancia llena de pobreza y con la pérdida de la vista a los seis años hasta el éxito mundial. El quiso demostrar que no era un lisiado, sino que podía hacer las cosas mejor que nadie. Era un hombre hambriento y sediento de ganas de vivir, y además estoy convencido de que realmente podía ver lo que pasaba a su alrededor. Hizo de todo y alcanzó todo lo que se propuso."
Treinta años elegidos
Hackford se propuso en el film, que se extiende por casi dos horas y media, recrear 30 años de la vida de Ray Charles, desde su infancia -y la influencia decisiva de su madre- hasta el momento en que decide voluntariamente abandonar su adicción a la heroína. "Hay 95 por ciento de verdad y cinco por ciento de leyenda en la película. Traté de ser lo más fidedigno posible, pero a la vez me tomé algunas licencias dramáticas, porque abordar la relación de Ray con las mujeres es una misión imposible. Por eso elegí a las cuatro mujeres más representativas de su existencia: su madre, su esposa Della Bea y sus amantes Margie Hendricks y Mary Ann Fisher", sostiene Hackford sobre el artista, que, al morir, dejó 12 hijos, 20 nietos y cinco bisnietos.
Charles estuvo al tanto del proyecto y conoció hasta el último detalle del guión, y uno de sus hijos -Ray Charles Robinson Jr.- es uno de los productores del film. "De mis encuentros con Ray descontaba recibir conocimiento, talento y enseñanza, pero sobre todo aprendí a reconocer cómo se manifestaba su instinto de artista, ese sentido del riesgo, de estar dispuesto a ir mucho más allá de lo que realmente se esperaba de él", explica Hackford, que jamás dudó en llevar adelante el retrato de una figura cuya vida fue "brillante y problemática" al mismo tiempo.
"Muchas biografías cinematográficas se refieren a una figura como si se tratara de un cuento de hadas edulcorado. Yo sabía que mucha gente conocía a Ray Charles como una leyenda, pero ignoraba todo acerca del hombre que estaba atrás. Ese es el camino con el que quise narrar esa vida sin ocultar nada, ni los problemas con las mujeres ni la adicción a las drogas ni los conflictos raciales", subraya Hackford.
Protagonista del cambio
Es que para el realizador, la vida de Charles corre en paralelo con muchos grandes cambios en la sociedad norteamericana. "Nació en medio de la segregación racial y cuando murió su experiencia musical había llegado a todos los públicos. Tuvo un papel decisivo en ese cambio sin ser una figura contestataria. Ray Charles cambió definitivamente la cultura de Estados Unidos", reconoce Hackford, que parece como nunca señalar que estamos frente a su proyecto cinematográfico más personal.
Hackford trabajó con grandes estrellas (Al Pacino, Keanu Reeves, Richard Gere, Russell Crowe) y está siempre identificado con el cine de Hollywood, pero a la hora de señalar cuáles son sus películas preferidas en uno de los lugares preferenciales siempre estará "La historia oficial", de Luis Puenzo. "Es una película brillante -dice antes de la despedida- y un trabajo profundamente personal de Luis que habla al mismo tiempo de una familia y de un país en medio de un tiempo extremadamente doloroso. Siempre admiraré ese trabajo porque es el retrato de una tragedia personal y una tragedia nacional al mismo tiempo. Por eso pienso siempre en Buenos Aires y le prometo que estaré muy pronto de nuevo por allí."
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