Desde hoy, el certamen más importante del calendario anual del cine festeja sus bodas de diamante con la presencia como máxima figura de Tom Cruise, que llega mañana junto con Top Gun: Maverick
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CANNES.- Pesa mucho sin dudas el aniversario redondo, pero el valor de la edición número 75 del festival de cine que comienza aquí este martes aparece conectado antes que nada a la celebración del soñado regreso a la normalidad después de dos años inciertos. Tal vez el encuentro más importante del calendario anual del cine se festeje sin el desfile de todas las estrellas con las que sus organizadores y habitués habrán soñado para las bodas de diamante antes de la fantasmal aparición del Covid-19, pero alcanza con el esplendor de la historia, con los poderosos nombres que aparecen detrás de las películas en competencia y con un puñado de nombres que están en la cima de la atención global relacionada con el cine para creer que las bodas de diamante dejarán seguramente en La Croisette un recuerdo imborrable.
“Un festival es un espectáculo vivo. La dimensión humana es la más importante de todas”. Son palabras que pronunció ante LA NACION en diciembre pasado el máximo responsable artístico del festival, el hiperactivo Thierry Frémaux, durante su visita anual a Buenos Aires. Esta dimensión se traduce en la expectativa que depara el regreso de la muestra a la vida prepandemia.
Este año, a diferencia de 2021, los asistentes no tendrán que someterse a testeo alguno y tampoco será obligatorio el uso del barbijo, en línea con la flexibilización de los controles sanitarios que viene aplicando el gobierno francés. De hecho, en este momento solo hay que tenerlo puesto cuando se usa el transporte público. Como también quedó sin efecto el marzo el pase sanitario obligatorio para participar de reuniones públicas, nadie debe presentar prueba alguna de vacunación. Se espera por lo tanto una multitud (las proyecciones más razonables hablan de 35.000 personas entre hoy y el sábado 28) dispuesta a disfrutar del cine y del excelente clima que, en todo sentido, promete Cannes para esta época del año. Hay pronóstico de buen tiempo, sol y temperaturas casi veraniegas por la tarde para todo el festival.
Hay nombres propios que van a acaparar la atención. El primero (y más importante) que llegará es Tom Cruise, que mañana será el protagonista excluyente de la segunda jornada con la promesa de una llegada cinematográfica, una aparición pública (“rendez-vous” lo llama el Festival) de altísima convocatoria y la proyección de gala de Top Gun: Maverick, película que llega la semana que viene a los cines argentinos. Cannes, el templo del cine de autor, a la vez reconoce la valía de los grandes nombres de Hollywood (autores también, al fin y al cabo), y en este caso la convocatoria a Cruise y a una película que estaba lista cuando estalló la pandemia y postergó su estreno hasta ahora funciona como un manifiesto sobre la importancia del gran espectáculo y lo que significa verlo en una pantalla de cine.
Cruise, según todos los indicios, pasará por Cannes tan rápido como los jets que su personaje pilotea en esta secuela de uno de sus primeros éxitos. De Cannes viajará raudamente a Londres, donde se lo espera para otra gran celebración alrededor de Top Gun: Maverick, una premiére auspiciada nada menos que por la familia real, algunos de cuyos integrantes, encabezados por el príncipe William pasarán por la segunda alfombra roja en 48 horas para el actor y su película.
Frémaux fue explícito en los últimos meses al respecto. Al abrirle las puertas a Top Gun: Maverick y a Elvis, la biopic del Rey del Rock and Roll dirigida por Baz Luhrmann que tendrá aquí su estreno mundial el miércoles 25, el festival aspira a hacer su aporte para lograr que el público empiece a volver al cine. La pérdida de espectadores es un fenómeno mundial que aparece como una de las más preocupantes consecuencias de la pandemia para esta industria.
La presencia de Cruise, de Tom Hanks (uno de los protagonistas de Elvis) y de otras figuras como Kristen Stewart, Viggo Mortensen, Javier Bardem, Idris Elba, Tilda Swinton, Mads Mikkelsen y los locales Agnes Jaoui, Jean Dujardin, Isabelle Adjani y Marion Cotillard (habrá muchas más) se espera ganar la entusiasta convocatoria del público. También despertará mucho interés el premio de este año a la trayectoria para el actor estadounidense Forest Wittaker. Lo mismo se espera de las siempre esperadas proyecciones de clásicos de distintas épocas, con acceso gratuito, en una pantalla gigante ubicada sobre la playa. Este año se verán entre otras en esa modalidad El padrino, The Truman Show, This Is Spinal Tap, E. T. El extraterrestre y La última película.
Pero como siempre ocurre en Cannes, la gran estrella es la selección de películas que competirá por la Palma de Oro 2022 con el veredicto de un jurado presidido por el actor francés Vincent Lindon. Forman parte de la selección oficial de este año las nuevas producciones de David Cronenberg (Crimes of the Future, tal vez la más esperada de toda la lista, con Mortensen y Stewart como protagonistas), James Gray (Armageddon Time), los hermanos Dardenne (Tori et Lokita), Park Chan-Wook (Decision To Leave), Ruben Östlund (Triangle of Sadness), Cristian Mungiu (R. M. N) y Claire Denis (Stars at Moon), entre otras. Brilla por su ausencia aquí una vez más la producción iberoamericana.
Denis es una de las cinco directoras que participan de la competencia oficial. Las otras cuatro son Charlotte Vandermeersch (Les Huit Montagnes, dirigida junto a Felix Van Groeningen); Valeria Bruni Tedeschi (Les Amandiers), Kelly Reichardt (Showing-Up) y Leonor Serraille (A Little Brother). Un número nunca antes alcanzado en la historia de Cannes, pero que aparece escaso en las actuales circunstancias. “El año pasado los premios más importantes fueron ganados por mujeres. No hay en Cannes cuotas por género porque las películas que seleccionamos se basan únicamente en sus méritos”, puntualizó Frémaux.
En su último paso por Buenos Aires, el hombre fuerte de Cannes definió a este momento de la historia como “muy importante y también muy peligroso para el mundo del cine”. Los ojos del mundo (y no solo de la crítica especializada) estarán muy atentos a partir de mañana al eco que encuentre en Cannes la invasión de Rusia a Ucrania, acto inaugural de una guerra cuyo epicentro está a tres horas de viaje en avión desde París, como recordó Frémaux.
En ese sentido, Cannes promete no hacer ninguna concesión política aunque de esa manera se vea al festival tomando una posición equidistante que inevitablemente será cuestionada. De un lado, el festival le abrió la puerta de la competencia oficial al prestigioso director ruso Kirill Serebrennikov, con Tchaikovsky’s Wife, un film sobre la conflictiva relación entre el famoso músico y su esposa. El director, enfrentado con las autoridades rusas, podrá viajar a Cannes después de tres años de veto dispuesto por el Gobierno para su salida del país.
Del otro, el festival acaba de añadir a su programación Mariupolis 2, del lituano Mantas Kvedaravicius, director que fue capturado y asesinado en abril pasado por las tropas rusas en la ciudad ucrania de Mariupol, uno de los escenarios más cruentos de la guerra. La mujer del realizador logró rescatar el material, luego editado para ser visto por primera vez aquí como obra póstuma.
Cannes 2022 comenzará esta noche con la proyección, fuera de concurso, de Coupez!, de Michel Hazanavicius (El artista). Es una película de zombis cuyo título original (Comme Z) el director decidió cambiar cuando se enteró que esa letra aparecía pintada en los tanques rusos para diferenciarlos de los ucranianos. “Mi película es alegre y no quiero que termine asociada con la guerra. De paso muestro con este gesto simple mi apoyo a las fuerzas ucranianas”, dijo Hazanavicius. El sueño del regreso a la normalidad, glamour incluido, se va a cruzar todo el tiempo aquí durante diez días con las preocupaciones por el actual estado del mundo. Qué duda cabe.
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