El festival de cine de Toronto con pocas figuras y público por la pandemia
El Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF 2020), que comienza este jueves, aparece sin dudas como el primer indicio y la muestra más clara hasta el momento de lo que podríamos definir como "nueva normalidad" en el funcionamiento de una industria creativa que puso en valor sobre todo en los últimos años su alcance global.
En el calendario cinematográfico anual, Toronto es el "festival de festivales". Cada septiembre, la más cosmopolita de las grandes ciudades canadienses se convierte en la capital mundial del cine (dicho esto en un sentido casi literal) para funcionar simultáneamente como síntesis de todo un año de actividad y disparador de lo que será la próxima temporada.
TIFF recibe lo mejor de los grandes festivales, le abre los brazos al cine de todo el planeta (inclusive el más experimental) y a la vez le brinda a las grandes estrellas la posibilidad de presentar en un marco muy amigable sus proyectos más personales, películas que suelen ponerlos en carrera rumbo a las candidaturas en la siguiente temporada alta de premios. No es exagerado decir que la primera etapa del largo camino al Oscar se cumple en esta muestra.
Pero este año la pandemia impuso otras reglas y el festival se vio obligado a acomodarse a ellas. Desde este jueves y hasta el 19 de septiembre sus organizadores tratarán de hacer que TIFF 2020 se parezca a lo que ocurrió en los años anteriores, pero todo indica que esta edición reducida será otra cosa, muy distinta. Sobre todo porque el público, gran protagonista de la muestra, quedará reducido en su presencia a la mínima expresión por los protocolos de salud y el necesario distanciamiento social.
La sal de Toronto es su concurrencia multitudinaria. Funciones llenas, esperas para entrar a las salas o para ver a los famosos que pueden durar horas, actividades callejeras, movimiento constante. Nada de eso ocurrirá ahora. El nuevo modelo, que otros festivales, los encargados de armar los eventos de la próxima temporada de premios y la industria en general empezarán a observar con lupa, es un híbrido completo. Un puñado de actividades presenciales (a las que acaba de sumarse un show en vivo del cantante Shawn Mendes) y proyecciones en su inmensa mayoría reducidas al formato digital para ser vistas en el hogar.
Habrá actividad en el cuartel general del TIFF, el complejo Bell Lighbox, pero con capacidad reducida al máximo. Las salas principales, en las que entran 530 y 358 personas respectivamente, tendrán lugar sólo para 50 asistentes. Y el barbijo será obligatorio después de un cambio de último momento. Hasta hace un par de días se permitía un uso opcional, pero el aumento de casos en el área durante los últimos días endureció el protocolo.
Se espera que haya unas pocas estrellas presentes, entre ellas Kate Winslet (que recibirá este año el premio a la trayectoria junto con Anthony Hopkins), Viola Davis, Idris Elba y Saoirse Ronan. Y lo más importante es que los 333 títulos que tuvo el festival el año pasado se reducen en 2020 a apenas 50.
¿Funcionará este año de pandemia el festival de Toronto como primer indicio de lo que ocurrirá en la próxima temporada de premios? Parece difícil, sobre todo porque la incertidumbre también se extiende a esa misma instancia. Las fechas tradicionales del Oscar y de otras distinciones de Hollywood ya sufrieron postergaciones y nadie sabe del todo que características definitivas tendrá toda esa tradicional secuencia.
Pero al mismo tiempo la programación incluye algunos títulos y nombres que más allá del futuro formato de la temporada de premios podrían estar en la conversación. En esa primera lista aparecen Ammonite, de Francis Lee, con Winslet y Ronan protagonizando una historia de amor entre mujeres en la Inglaterra de 1840; Bruised, ópera prima como directora de Halle Berry, en la que la propia Berry interpreta a una luchadora de MMA (artes marciales mixtas) resuelta a regresar a los rings y pelear por la custodia de su hijo; Good Joe Bell, inspirada en la historia real de un padre (Mark Wahlberg) que recorre los Estados Unidos para alertar sobre los problemas del bullying escolar; One Night in Miami, de Regina King, sobre el encuentro ficticio en 1964 entre Muhammad Ali, Malcolm X, Sam Cooke y el actor Jim Brown en plena lucha contra el racismo y en favor de los derechos civiles en los Estados Unidos, y Pieces of a Woman, con Vanesa Kirby y Shia LaBoeuf como dos padres enfrentados a la tragedia mientras esperan la llegada de su primer hijo.
TIFF 2020 se abrirá con el documental American Utopia, dirigido por Spike Lee y dedicado a David Byrne y su mirada musical y política sobre la actualidad de los Estados Unidos. La prensa especializada y los representantes de la industria (compradores y vendedores de películas, sobre todo) deberán seguir el festival de manera virtual. Y ya en el arranque del festival estará disponible la única película argentina disponible en la programación, Karnawal, de Juan Pablo Félix, coproducción entre nuestro país, Brasil, Chile, México y Noruega filmada en el límite entre Jujuy y Bolivia.
La película cuenta la historia de Cabra (el debutante Martín López Lacci), un chico que se las rebusca cometiendo pequeños delitos a un lado y otro de la frontera. Una historia austera y muy expresiva sobre los sueños de un joven que vive en un entorno socioeconómico adverso sus sueños de triunfar como bailarín de malambo mientras mantiene una constante tensión con su familia, que incluye a un padre ausente (el chileno Alfredo Castro) y a una madre (Mónica Lairana) que trata de armar una nueva relación con un gendarme (Diego Cremonesi).
Esta muestra solitaria de cine argentino en un festival que siempre fue abierto y generoso en los últimos años para programar producciones nacionales, desde las masivas (La odisea de los giles, Relatos salvajes, El clan) hasta las más independientes obras de autor, es toda una señal de la "nueva normalidad", incómoda y restringida, a la que se enfrentan los festivales más importantes del mundo y el comportamiento de una industria acostumbrada a las fronteras abiertas en tiempos de coronavirus.
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