El festejo del primer año del Mundial: los documentales de la selección se convirtieron en un acontecimiento social
Muchachos sacó una considerable ventaja sobre Elijo creer porque interpretó mejor el sentimiento del hincha anónimo; los documentales con el triunfo de la Scaloneta sumaron mucho público y mejoraron las cifras anuales del cine argentino
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Los documentales que el cine argentino preparó para celebrar el primer aniversario de la coronación del seleccionado nacional del fútbol con su tercer título mundial funcionan como la representación más reciente de un fenómeno que tiene características excepcionales. De tanto en tanto, frente a una pantalla, el público se congrega para compartir algo que no es solo una película. Va más allá de esa condición porque funciona como acontecimiento social y se configura de esa manera desde una dimensión clave: en estos casos la convocatoria incluye a aquellos que no suelen ir al cine o directamente no lo hacen nunca.
A veces tiene que ver con un largometraje de valores artísticos propios y genuinos. Pasó entre nosotros no hace mucho con Argentina, 1985, el último gran éxito del cine nacional que nadie se quiso perder. No solamente por la extraordinaria carrera que la llevó a comienzos de este año hasta las puertas del Oscar, sino porque muchos viajaban con la memoria al tiempo histórico narrado en la película y evocaban a partir de ella sensaciones poderosas como testigos y protagonistas de aquella época de restauración democrática, tan agitada y rodeada de peligros.
Una década atrás pasó algo parecido con Relatos salvajes, otra película nacional que estuvo en Hollywood muy cerca de llevarse la máxima coronación de la industria del cine y que también tuvo fuera de la Argentina algo del fortísimo eco que produjo entre nosotros como reflejo colectivo de un estado de ánimo frente a varios hechos y situaciones muy reconocibles.
Lo mismo ocurre frente a alguna película que moviliza sentimientos religiosos o espirituales por sobre cualquier connotación estrictamente cinematográfica. Se registró en su momento con La pasión de Cristo, de Mel Gibson, y acaba de repetirse este año en menor escala y con una configuración distinta en el caso de Sonido de libertad.
Ahora le toca al fútbol. O mejor dicho, a la evocación del festejo más grande que una multitud de compatriotas recuerda haber vivido. Y en el partido jugado por los dos documentales que se estrenaron al mismo tiempo, a un año de la coronación de la Scaloneta en Qatar, Muchachos, la película de la gente le sacó a Elijo creer una ventaja arrolladora e inimaginable cuando ambas producciones salieron a la cancha el 7 de diciembre.
La hazaña inolvidable
El juego empezó bastante parejo, con una leve ventaja en el primer tramo para Muchachos. Pero día a día la diferencia a favor de la película “del hincha” empezó a hacerse más y más fuerte. Y al entrar ambas en su tercera semana dentro de la cartelera la distancia entre una y otra ya es tan grande que Muchachos casi llega a duplicar las cifras de concurrencia de su “rival”.
Según los números de Ultracine cotejados hasta la noche del jueves, inclusive, Muchachos sumó 751.626 entradas vendidas frente a las 394.087 de Elijo creer. Entre las dos ya superan el millón de espectadores, cifra que robustece todavía más este fenómeno conformado por espectadores que se acercan al cine para revivir la alegría de un Mundial inolvidable y sentir de nuevo que también fueron protagonistas de la hazaña.
Tan fuerte resulta ese sentimiento que se expresa a través de otro dato elocuente: casi el 60 por ciento del público que acudió a los cines en la última semana optó por ver alguno de estos dos documentales. La cartelera se inclinó por primera y seguramente única vez por un programa distinto, ajeno a cualquier normalidad, que marcó récords de concurrencia a las salas en diciembre y convirtió a Muchachos en el largometraje documental más exitoso estrenado en los cines argentinos desde 1997, cuando el mercado local comenzó a manejarse con estadísticas y datos confiables. De paso, todos estos números mejoraron considerablemente el posicionamiento del cine argentino en la tabla anual de concurrencia de público y recaudación.
Como ocurrió con Argentina, 1985 y Relatos salvajes, los documentales del Mundial atrajeron a curiosos que hace mucho no van al cine o directamente no lo tienen en cuenta entre sus hábitos. En cada función la platea se transforma en una tribuna más, poblada por hombres y mujeres que solo se diferencian de quienes van a la cancha porque llegan a sus asientos con el balde de pochoclo y el vaso de gaseosa.
Los otros rituales son propios de cualquier tarde o noche de fútbol: gritos, voces de alientos, cánticos, el “olé” que corona las mejores acciones colectivas del seleccionado, los murmullos de admiración frente a cada inspiración de Lionel Messi, los silbidos hacia esos rivales que todos ya reconocen como villanos hechos y derechos, el grito de gol que explota finalmente en las gargantas. Y todo este cuadro, atípico para una función de cine, pero muy reconocible, ilustrado con un detalle fundamental: hubo mucha gente en los cines con la camiseta argentina, especialmente la que lleva el número 10 en la espalda y el apellido de nuestro mejor jugador.
Toda esta escenografía aporta la mejor explicación posible para entender por qué la convocatoria de Muchachos supera por tan amplio margen a la de Elijo creer. El documental más exitoso interpreta con mayor precisión el estado de ánimo del hincha y la sensación de que el triunfo también le pertenece, aunque los verdaderos dueños del éxito sean los jugadores de la selección y su cuerpo técnico. La película se armó a partir de una compilación de videos aportados por gente común, cuyas vivencias antes y después de cada partido ilustran la larga travesía argentina en la búsqueda del soñado título.
Con el desparpajo y el estilo de sus tiempos de estrella máxima de la comedia popular televisiva, Guillermo Francella suma desde el relato unos cuantos guiños de complicidad. Al lado del relato frío, convencional y lleno de expresiones a la vez floridas, rimbombantes y huecas que le tocó en suerte a Ricardo Darín, Muchachos le gana por goleada a Elijo creer en el terreno que más parece disfrutar el hincha. El del aliento y la celebración. Y también el de la chanza al rival y la emoción sensiblera, ruidosa y estridente. Hace un año se disfrutó un título inolvidable en la cancha y en las calles. Ahora la fiesta se traslada a los cines. ¿Películas? Acontecimientos sociales.
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