El éxodo de creadores de la TV a Netflix no parece tener fin
Son atraídos por la libertad creativa, la llegada global de sus historias y la posibilidad de dictar las reglas del juego de la pantalla
El creador de Black-ish, Kenya Barris, es el último creador que abandona la TV abierta de los Estados Unidos tras ser tentado por Netflix. Tras negociar la salida anticipada de su convenio con la cadena ABC, donde se emite su exitosa sitcom, el showrunner (es decir, el guionista y productor ejecutivo que es "autor" de la serie) firmó un contrato de tres años con la compañía de streaming para producir sus próximos proyectos, por cerca de cien millones de dólares, según informa la publicación The Hollywood Reporter.
Barris se suma a rutilantes nombres de la era de oro de la TV como Shonda Rhimes -creadora de un verdadero imperio televisivo que incluye Grey's Anatomy y Scandal- que también dejó ABC tras quince años de éxitos, en un acuerdo que contempla ocho títulos para Netflix. Ryan Murphy (Glee, American Horror Story, American Crime Story) y Matt Groening (Los Simpson) también firmaron contratos con la plataforma, que ayer estrenó la serie animada (Des)encanto, de este último. Tina Fey (30 Rock) fue la primera en abandonar NBC por el gigante de streaming luego de que la cadena decidió rechazar el piloto de Unbreakable Kimmy Schmidt. Netflix está apostando todo al contenido exclusivo que atraiga nuevos suscriptores, y que también le permita retener a sus 117 millones de suscriptores, frente al avance de otros sistemas de streaming, como Amazon Prime Video y al advenimiento, en 2019, de la plataforma on demand que prepara Disney (dueña de ABC y ahora también del catálogo de 20th Century Fox).
¿Por qué estos creadores de televisión que gozan de gran éxito comercial en la TV deciden pasarse al streaming? La primera respuesta podría ser monetaria. Netflix está invirtiendo sumas siderales para llevarse a los mejores showrunners. Y tiene cómo respaldar financieramente sus ambiciones artísticas: su presupuesto para adquisición y desarrollo de contenido de este año fue actualizado a 13.000 millones de dólares. El arreglo de Rhimes -que incluye la contratación de los empleados de su productora Shondaland- y el de Murphy suman "apenas" 300 millones de dólares. Aunque los showrunners continuarán supervisando las series que los hicieron famosos en las señales abiertas (ver página 2), el éxodo es un golpe para la TV tradicional.
"Muchos compradores para la poca cantidad de creadores que existen: eso es lo que no nos deja dormir", afirmó el presidente de ABC Studios, Patrick Moran, a Variety. Según explica, en la última temporada se sintieron las consecuencias de estos cambios. Los talentos de primer nivel evitan entrar en el ciclo de producción de las señales de aire, que los atan a producir en promedio más de 20 episodios por año, contra los diez o trece capítulos de los que suele constar una temporada promedio en Netflix -cercana a la del cable- y competir entre sí en momentos claves del año, como el verano o el otoño boreal.
No sería del todo correcto señalar que la motivación de los showrunners para pasarse a Netflix es solo económica. "Para Rhimes la atracción tiene que ser más que financiera, al fin y al cabo, se puede ganar mucho dinero en la TV de aire -escribe David Sims en The Atlantic-. Su mudanza a Netflix es el signo más claro de un cambio sísmico en el mundo de la TV, donde las métricas tradicionales del éxito, como el rating; los acuerdos de retransmisión y los horarios del prime time importan cada vez menos, mientras que una mayor independencia artística es el objetivo máximo. Netflix puede ofrecer hoy un cheque en blanco a los creadores. La pregunta es si podrá seguir haciéndolo en el futuro".
Las abultadas cifras de los contratos, la promesa de libertad creativa (al menos por el momento) y la posibilidad de una distribución internacional instantánea son razones suficientes para que estos grandes creadores de la televisión decidan dar el salto al streaming. Manteniendo sus series exitosas en las señales abiertas tradicionales, como harán Rhimes, Murphy, Groening y Barris, podrán dejar un pie del otro lado, por las dudas.
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