El diario de la princesa cumple 15 años y nos sigue haciendo soñar
La película que lanzó a la fama a Anne Hathaway también presentó a la legendaria Julie Andrews para el público más joven
El diario de la princesa presentó a Anne Hathaway como una promesa del cine; nos recordó cuánto amamos a Julie Andrews y dio a conocer a la actriz de Mary Poppins y La novicia rebelde a los más jóvenes; nos enseñó que una chica un poco nerd y desaliñada no tiene por qué dejar de ser ella misma para ser una princesa, aunque un cambio de look no viene mal. El diario de la princesa, que se estrenó hace quince años, no será una película de esas que quedan en los libros de historia del cine, pero sí es de las que tienen un lugar fijo en los corazones de los espectadores.
El film, dirigido por el recientemente fallecido Garry Marshall, es una típica película familiar de Disney que, tras de su estreno en 2001, se convirtió en un favorito de adolescentes y adultos. Acá les contamos tres razones por las que El diario de la princesa nos sigue atrapando.
Grandes actores. Tal como hizo en 1990 al lanzar al estrellato a Julia Roberts con Mujer bonita, Marshall reveló a otra gran actriz en Anne Hathaway . La actriz resultó perfecta para interpretar a Mia Thermopolis en su transformación de adolescente común –que vive con su madre artista en un ex cuartel de bomberos– a heredera a la corona de un pequeño país europeo ficticio. La belleza de Hathaway es suficiente para ser una princesa de Disney pero tiene una cualidad más terrenal que le permite resultar creíble como una chica común de San Francisco. Pero lo más notable es su talento para retratar las diversas facetas de Mia en su maduración. Además de servir para que el público y Hollywood se dieran cuenta de que había aparecido una nueva estrella, El diario de la princesa también hizo que una nueva generación conociera a la gran Julie Andrews , quien ya tenía su lugar en la historia del cine familiar. El encanto y la elegancia de Andrews para componer a la reina de Genovia elevan la película. En papeles secundarios también brillan el actor fetiche de Marshall, Héctor Elizondo, como el muy piola chofer (y algo más) de la reina; la talentosa Heather Matarazzo, en el papel de Lily, la mejor amiga de Mia; y Robert Schwartzman, enamorando a la joven princesa.
Una trama de cuento de hadas adaptada al nuevo milenio. Basada en el libro de Meg Cabot, la película se centra en Mia, una adolescente inteligente y divertida pero no muy popular en el colegio, que descubre que su padre era el príncipe heredero de Genovia. Su abuela, la reina, quiere que Mia aprenda a comportarse como una princesa. Mientras su abuela le cambia el look y le enseña modales dignos de la realeza, la adolescente lucha para aceptar su identidad sin dejar de ser ella misma. La historia tiene toda la magia propia de un cuento de hadas pero su adaptación a la realidad de principios del siglo XXI le agrega atractivo para el público: los enemigos de la princesa son los chicos populares que hacen un complot para que la prensa le saque una foto comprometedora y resulte humillada; Mia tiene que lidiar con que su madre soltera salga con su profesor del colegio; la carroza es una limusina o un Mustang 66 convertible; el príncipe azul tiene una banda de rock y es fanático de las M&M. Pero lo más importante de la actualización es que Mia no es una princesa que tiene que ser rescatada por un príncipe sino una joven mujer inteligente que se enfrenta a una disyuntiva sobre el rumbo de su vida y tiene que decidir sobre su propio destino. La decisión que toma puede ser conservadora, pero es la suya, y Mia no deja de lado su personalidad, ni a la gente que más quiere por aceptar su nuevo estatus de princesa. Ahí reside el equilibrio entre el cuento de hadas tradicional y el espíritu del 2000.
Diversión sin pretensiones. Más allá de la efectividad de las actuaciones y el logrado equilibrio de clasicismo y actualidad en la trama, la cualidad más atractiva de El diario de una princesa es que es divertida. Una película pensada para toda la familia tiene que cumplir con el cometido de entretener a todos y Garry Marshall era un especialista en ese metier. En la película hay un envidiable cambio de look, amistades y lazos familiares fuertes, muy buenas escenas cómicas, romances y emoción, todo poblado por personajes que generan empatía aún cuando sean tan lejanos como pueden serlo los miembros de la realeza para la mayoría de los espectadores. Por eso El diario de la princesa no será una obra maestra del cine pero es una de esas películas lo suficientemente sólidas como para que sea un placer verlas una y otra vez.
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