Dos décadas atrás Renée Zellweger sorprendió a todos con su interpretación de una treintañera inglesa que le hablaba a toda una generación
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Hace 20 años las columnas de una periodista británica, inspiradas en su propia vida, le regalaron al cine una heroína inesperada, Bridget Jones, quien se volvió un ícono para millones de mujeres. Pero su llegada a la gran pantalla estuvo llena de dudas y contratiempos, incluyendo una campaña en su contra por elegir a una actriz estadounidense y el temor de que mostrar una protagonista sin una figura perfecta pudiera alejar a la audiencia.
En 1995 el diario inglés The Independent le pidió a la novelista Helen Fielding -quien venía de lanzar su primer libro, Cause Celeb, muy celebrado por la crítica pero con pocas ventas- que realizara una columna con historias de una mujer treintañera, soltera y sin hijos. Fielding aceptó, pero no quiso escribir una ficción sino que empezó a usar su propia vida y la de sus amigas como inspiración.
Tras un año de columnas, El diario de Bridget Jones se editó como libro sin mayor repercusión hasta que su editorial, que confiaba en el material, lo relanzó en una versión más barata de tapa blanda. Y así fue que se convirtió en un suceso, volviéndose el libro más vendido de 1997 y liderando los rankings durante seis meses.
Esto hizo que la industria del cine prestara atención. Eric Fellner, cofundador del estudio Working Title Films, se propuso comprar los derechos de la historia: “Me encantó que no hablaba de lo que quería ser sino que hablaba de lo que ella realmente era, era la anti-heroína”.
“Ni bien salió el libro con las columnas, actuamos agresivamente para poder filmarlo. Realmente lo queríamos hacer, creíamos en el personaje y en la historia. No existía la obsesión actual por las franquicias, en esa época se pensaba en una única película. Nosotros veníamos de hacer con los estudios Universal Un lugar llamado Nottig Hill, Billy Elliot… ¡queríamos hacer más films ingleses pequeños! Y en ese momento El diario... se parecía a una película británica más artística que comercial”, puntualizó el ejecutivo.
Sharon Maguire, quien por ese entonces solo había hecho comerciales, escuchó sobre el proyecto y se autopropuso como directora con un buen argumento: “Helen es mi amiga y un par de veces había dicho que el personaje de Shazzer estaba inspirado en mí. Así que fui a Working Title y les dije que nadie podía hacer la película como yo porque hablaba de mí”.
“Las columnas de Helen eran increíbles: ella escribía sobre nuestras vidas con un tono desopilante. De algún modo, era lo mismo que sucedía en Nueva York con Sex and the City: treintañeras que venían de largos noviazgos y que se encontraban sin matrimonios ni hijos. Era estar en los 30, pero comportarse como teniendo 17, divirtiéndonos pero haciéndonos preguntas acerca de las relaciones, nuestras carreras y el reloj biológico”, explicó Maguire, quien se quedó con la silla de directora.
Debido al éxito del libro, el anuncio de que Bridget Jones llegaría a las salas de cine entusiasmó a lectores y lectoras, quienes comenzaron a discutir quién podía ponerse en el rol. Pronto aparecieron los nombres de Kate Winslet, Emily Watson y Rachel Weisz. Pero cuando el casting estaba en su etapa final, comenzaron los llamados insistentes del agente de Renée Zellweger, quien quería que le dieran una oportunidad a su clienta. Pero en la producción nadie se lo tomó en serio: era una actriz que había llamado la atención en Jerry Maguire, pero que era texana, ¿qué podría hacer con una heroína cuyo ADN era ser británica?
“El agente insistió tanto que Renée se juntó con Richard Curtis, quien había escrito el guion, y con Sharon, la directora. Y fue increíble, nos dejó a todos temblando: ¡ella era Bridget! Era graciosa, pero a la vez vulnerable”, recordó Fellner.
Sin embargo, el entusiasmo no fue compartido por la prensa inglesa, que destrozó la elección de la actriz desde el momento cero: “Los tabloides y algunas actrices se alzaron en armas. Debo reconocer que me asustó un poco y me hizo preguntarme si había tomado la decisión correcta... ¡No podía saberlo! Después de todo, una actriz inglesa había hecho de Scarlett O’Hara... ¿no podría ser al revés esta vez? Pero quise proteger a Renée y pedí que nadie le transmita ninguna preocupación”.
Lejos de Inglaterra, mientras Zellweger se preparaba para este rol en su casa de Texas no sabía las pasiones que desataba. Tres meses antes del comienzo del rodaje la actriz se mudó a Londres y comenzó a vivir como una inglesa: consiguió un trabajo como asistente en la editorial Picador haciéndose pasar por alguien llamado Bridget Cavendish, tomaba clases de acento y viajaba en subte.
“Mi trabajo en Picador era armar carpetas de prensa de distintos autores, llevar adelante trámites y hacer el café. Lo más complejo fue organizar la presentación de un libro y algunas lecturas públicas en una librería”, recordó Zellweger tiempo después.
Por ese entonces la actriz estaba de novia con Jim Carrey y la relación siguió a distancia... y sin perder el acento. “Hablábamos por teléfono y yo no dejaba de sonar como una inglesa, él me rogaba que parara, le parecía que era otra persona”, reveló.
Mientras Zellweger trabajaba y conocía de primera mano cómo vivían los ingleses, la pequeña producción independiente, como soñaba Working Title, se volvía una gran producción con la llegada de Hugh Grant como galán y Colin Firth, quien estaba protagonizando una popular versión televisiva de Orgullo y prejuicio para la BBC.
“Nunca había hecho una comedia romántica y ya tenía 40 años: ¡creí que el momento jamás llegaría! Me había hecho la idea de que quizás jamás haría nada que hiciera reír, pero Bridget Jones cambió todo porque hoy creo que soy reconocido más por estos roles”, contó Firth.
Quien primero se dio cuenta del potencial del actor para ser un galán fue su compañero Grant: “Cuando leí el libro y supe que Colin sería Mark Darcy me di cuenta que se iba a robar la película, tal como en la historia su personaje se roba a Bridget. Por suerte, conté las líneas de lo que yo tenía que decir en el guion y como eran más, me quedé tranquilo”.
Más allá de las bromas, el rol de Grant como jefe sexy, pero sin escrúpulos también resultó perfecto y moldeó muchos de los trabajos que luego tomaría el actor: “En más de un nivel me sentí identificado porque es un hombre decepcionado por su vida. Es un editor que siempre soñó con escribir su propio libro, pero nunca logró publicarlo. En mi cabeza me hice toda una vida anterior para justificarlo -que nadie conoce-, pero así logré encararlo”.
Con el elenco confirmado y la protagonista ya acostumbrada al estilo de vida londinense, el rodaje comenzó en agosto de 2000 y duró tres meses. En ese tiempo la prensa, que seguía enojada porque una estadounidense tomaría un rol icónicamente británico, se ensañaba con las imágenes robadas en el set, en las que Bridget estaba vestida de formas que eran consideradas ridículas. Lo cierto es que todo el look de Zellweger, desde el peinado hasta el calzado, había sido milimétricamente pensado para generar empatía, pero también algo de risa.
En los Estados Unidos, mientras tanto, el foco de la información pasaba por el cuerpo de la actriz, quien había decidido aumentar de peso para ser fiel al personaje. “Lo que más me sorprendió de cómo me trataron haciendo El diario de Bridget Jones fueron las incontables preguntas sobre mi peso y cómo pensaba bajarlo. Me entristeció porque realmente eso no es muy interesante sino simplemente mi manera de comprometerme con un trabajo”, contó Zellweger.
Para la directora también fue una sorpresa: “No es que fue como Robert De Niro cuando hizo Toro Salvaje y cambió su cuerpo, aquí solo subió algo de peso, pero calculo que todos estamos acostumbrados a ver a actrices muy flacas y nadie se queja porque la sociedad considera que eso es belleza”. A pesar del compromiso con su personaje, Zellweger sí impuso una regla: no quería fumar cigarrillos de verdad, así que la producción debía crear unos con hierbas para que usara en todas las escenas.
Cuando el rodaje terminó y el equipo de producción comenzó a editar la película, muchos ejecutivos de Working Title comenzaron a dudar de las chances que tenía la película de volverse un éxito. “Llegó un momento en el que no sabía genuinamente si algo de todo lo que teníamos iba a funcionar: era comedia pero era drama y también era romance. Es algo que a veces pasa con las comedias porque viste el mismo chiste cientos de veces, pero aquí me sucedió con todo el material”, reconoció Fellner.
Los temores se acrecentaron cuando se proyectó el film por primera vez a una audiencia británica y la devolución fue pésima. Las repercusiones fueron realmente negativas y los productores decidieron entonces mostrarla en los Estados Unidos, en donde fue un suceso sin par. Las mujeres salieron de la sala discutiendo si ellas preferían a Grant o a Firth, además de reconocer que ellas también usaban las bombachas amplias de la protagonista.
El diario de Bridget Jones se estrenó en abril de 2001 y se convirtió en un hit instantáneo, recaudando nada menos que 281 millones de dólares a nivel global, con un presupuesto de solo 22 millones. Y a pesar de que en ese momento las franquicias no estaban de moda como ahora, tuvo su secuela en 2004 (Bridget Jones: al borde de la razón), con igual éxito. Finalmente en 2016 llegó El bebé de Bridget Jones, ya sin Grant, pero con Patrick Dempsey, que demostró no estar a la altura de sus antecesores, pero confirmó que la protagonista sí sigue en el corazón de muchos.
Para su directora, la clave estuvo en su honestidad: “Creo que el éxito de la película se debió a que tocó varias fibras a la vez. No solo era graciosa sino que mostraba algo que muchas queríamos saber que existía, una mujer de más de 30 años y con curvas que era deseada por dos hombres atractivos. Muchas le tememos a la soledad, un sentimiento que sigue siendo válido incluso cuando la lucha feminista nos dio tanto”.
“Siempre amaré de Bridget su humanidad y su incómoda forma de ser. Tiene mucha comedia física, pero porque ella es peculiar. Nunca había tenido problemas para hablar de verrugas vaginales entre mis amigas, pero ponerme en el rol de alguien expone su vida en público fue una verdadera transformación. No pasa un día de mi vida sin que alguien me hable de Bridget y eso me da mucho orgullo”, concluyó Zellweger.
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