El Cosmos en casa: las joyas de Artkino están disponibles en streaming
Desde 1966, cuando fue inaugurado y tuvo con la película checoslovaca La tienda de la calle mayor su primer gran éxito de público, el cine Cosmos de la calle Corrientes se convirtió en una marca distintiva para los cinéfilos porteños. Lo fue gracias al perfil que le daba la distribuidora Artkino Pictures, también propiedad de Isaac Argentino Vainikoff, al proyectar las grandes producciones de detrás de la entonces "cortina de hierro" y además por el característico espacio que brindaba el cine de la Avenida Corrientes 2046 desde los contornos del hermoso edificio art-decó diseñado por el arquitecto belga Albert Bourdon.
La antigua sala de 1200 localidades cerró en 1987 y una década más tarde reabrió, reconvertida en el pullman de 200 localidades que hoy es el Cosmos-UBA, actualmente cerrada como todos los espacios cinematográficos por pandemia. "Subimos películas todos los jueves por la mañana, el día clásico de renovación de la cartelera cinematográfica, pero la fundamental diferencia es que el material luego no baja de cartel y queda en el catálogo a disposición del público y puede verse ‘con entrada libre y gratuita’ en nuestros canales de YouTube y Vimeo", confirma en diálogo con LA NACION el actual presidente de Artkino Pictures, e hijo de Isaac, Luis Vainikoff.
Para Luis, el proyecto es un doble desafío, por un lado la digitalización del enorme catálogo del sello distribuidor con la remasterización de varias copias para presentarlas con gran calidad de imagen y sonido, y por otro, una actualización de un listado de films donde subyacen títulos inolvidables pero también material que mucho público apenas conoce: "La gente recuerda muchos títulos pero algunos como La caída de Berlín, Kutúzov o La nueva Babilonia son prácticamente estrenos para buena parte de los espectadores", confirma Luis.
Así, durante este mes se presentarán: Un día, un gato, ganadora del premio especial del Jurado de Cannes y obra maestra del recientemente fallecido Vojtech Jasný (hoy); Gitanos, del moldavo Emil Loteanu con los amores de un joven delincuente y una bella muchacha gitana envueltos en la tragedia (el 10); Iluminación íntima, la comedia del checo Ivan Passer que lo consagró como uno de los nombres de la Nueva Ola de los años 60 (el 17) y cerrando el mes el gran clásico del cine ruso El 41, de Grigori Chukhrai (el 24), con una historia de amor en los primeros años de la revolución bolchevique y que tuvo el premio especial de Cannes en 1957. Estos son los títulos que se añaden a otros diez recomendados para ver en sus canales.
Trenes rigurosamente vigilados (1966)
Basado en la obra del checo Bohumil Hrabal, su compatriota Jiri Menzel ganó el Oscar a la Mejor Película extranjera con esta comedia dramática que narra la vida del joven Milos en una estación de trenes de un pequeño pueblo checoslovaco en la frontera con Alemania, y que en paralelo asiste al descubrimiento del amor y también del coraje. Una de las novelas más importantes del siglo XX que Menzel trasladó a la pantalla convirtiéndolo en otro clásico.
Hamlet (1964)
Una de las más extraordinarias –sino la más– traslación del gran clásico de Shakespeare a la pantalla grande. Sombría puesta en escena del clamor de venganza por la muerte del rey de Dinamarca en el escenario de la corte real articulado por la traición. Perfectamente ajustada a la obra, en virtud del guión del propio director junto a Boris Pasternak, no pueden omitirse a Innokenty Smoktunovsky como un perfecto Hamlet y la partitura de Dmitri Shostakovich que acompañan la destreza del gran realizador Grigori Kozintsev. Premio especial del Jurado en Venecia.
La tienda de la calle mayor (1965)
En la Eslovaquia controlada por los nazis, un campesino recibe el encargo de su cuñado, que forma parte del gobierno de ocupación, de hacerse cargo del negocio de telas de una anciana judía que nada sabe de la guerra. Decide hacerle creer a ella que es un antiguo pariente que viene a ayudarla y, a su cuñado, que es él quien la controla. La tragedia de la guerra se impone y el desenlace también. Obra maestra del dúo conformado por Ján Kádar y Elmar Klos; ganó el Oscar como Mejor Película Extranjera y su protagonista, Ida Kaminska, también obtuvo una nominación como Mejor Actriz.
La tierra (1930)
El ucraniano Aleksandr Dovzhenko concretó con este film uno de los trabajos más importantes del cine soviético con su historia de la revuelta de los agricultores a través de la figura de un viejo campesino que no puede sostener la explotación terrateniente hasta que deciden colectivamente comprar un tractor. Dovzhenko filmó una película de propaganda política pero abogó por la construcción de un relato poético de gran lirismo, entregando una obra de estudio esencial en la teoría del montaje cinematográfico.
Locas margaritas (1966)
María I y María II se divierten sin límites, más allá de aquello que plantean en su irreverencia e imaginación, jugando a ser malas y vengativas. Puramente onírica y surrealista, es una de las grandes películas de la historia del cine y obra maestra de su realizadora Vera Chytilová (1929-2014) que brindó al Nuevo Cine Checo de los años 60 uno de sus más grandes exponentes con este film, que le valió la censura con el fin de la Primavera de Praga y casi una década de silencio. Fue uno de los mejores films de ese año para Cahiers du Cinéma.
La madre (1926)
El ruso Vsévolod Pudovkin retrata la lucha de una mujer contra el régimen de los zares en la Revolución de 1905, cuando su marido y su hijo quedan en veredas opuestas del conflicto. Basado en la novela de Máximo Gorki, es otra de las películas soviéticas en las cuales la experimentación visual y narrativa será de determinante influencia para la historia del cine mundial, mucho más allá de la propaganda política. Obra cumbre del cine soviético, fue el inicio de la "trilogía revolucionaria" del realizador.
Diamantes en la noche (1964)
En poderosos y compactos 63 minutos, el checo Jan Nemec relata la huída de dos adolescentes por el bosque de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Basándose libremente en la novela La oscuridad no arroja sombra, de Arnošt Lustig, Nemec consigue adentrarnos lentamente en los acontecimientos mediante flashbacks luego de que la cámara sigue por el bosque el escape inicial, configurando un relato donde la imagen define el curso de la acción.
Aelita (1924)
Basada en la novela homónima de Alexei Tolstoi, es uno de los films más extraños del primer cine soviético y una de las primeras obras de ciencia ficción. Un joven ingeniero de la Estación de Radio de Moscú vuela hasta el planeta Marte para dirigir un levantamiento popular contra el rey, con el apoyo de la reina Aelita, que además esta enamorada de él. Yákov Aleksándrovich Protazánov fue pionero del cine ruso y dirigió alrededor de ochenta películas, siendo esta una de las más singulares.
El incinerador de cadáveres (1969)
Tan negro como el humo que dispara la chimenea del crematorio es la película del checo Juraj Herz basado en la novela de Ladislav Fuks. Un empleado de un cementerio en la Praga de los años 30 ejerce el control de todo su entorno, y eso incluye el prístino viaje hacia el más allá de sus "clientes" hasta que se encuentra con un camarada de la Primera Guerra Mundial y reflexiona sobre si su sangre es alemana para poder acercarse al nazismo. Metáfora del autoritarismo, fue bien entendida en tiempos del comunismo, que la prohibió hasta su caída en 1989. En 1972 ganó el premio a la Mejor Película en el Festival de Sitges.
El destino de un hombre (1959)
Sergei Bondarchuk concretó esta película (que también protagoniza) que le otorgó fama mundial y lo convirtió en uno de los referentes del cine soviético. Está narrada a modo de flashback, con los recuerdos pasados de un antiguo chofer de camiones durante la Segunda Guerra Mundial, quien hilvana la presencia de un antiguo compañero y un niño pequeño para recordar su paso por el Ejército Rojo durante la Revolución Rusa y la llegada de la Gran Guerra con su barbarie de destrucción y muerte. Gran Premio del Festival de Moscú.
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