El cineasta Pablo César investiga las raíces africanas en la provincia de Córdoba
El director comenzó el rodaje de un documental que explora la presencia de africanos en territorio argentino, que en el siglo XIX era muy importante; y estrenó en la India una película sobre el encuentro entre Victoria Ocampo y Rabindranath Tagore, con Eleonora Wexler
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La inmigración africana tiene una larga historia relacionada con la Argentina. Aunque no sea un dato tan difundido, allá por 1850 la mitad de la población de Buenos Aires tenía esa procedencia. Y en Córdoba aún más: el porcentaje alcanzaba al sesenta por ciento de sus habitantes. De esto último se ocupa justamente Macongo, la Córdoba africana, largometraje documental que hace unos días empezó a rodar Pablo César.
En la película, un investigador recorre Córdoba para entrevistar a historiadores, etnólogos, antropólogos y algunos ancianos memoriosos que hablan de las raíces africanas en el lugar: desde la ruta del esclavo hasta el legado de costumbres, palabras y arte africano que quedaron marcados en la impronta de la sociedad cordobesa, pasando por el triste sendero de la invisibilización de una tradición hoy casi olvidada.
“Es un viaje por la memoria –dice el director–. Habrá testimonios de cordobeses descendientes de africanos y algunas reflexiones en off sobre imágenes que tienen que ver con la búsqueda de esos datos que permiten reconstruir esta historia ocultada durante tantos años. En Córdoba te encontrás todo el tiempo con nombres como Macongo, Tulumba, Catinga o Candonga, de clara procedencia africana. Muchos aparecen en el diccionario de africanismos de Néstor Ortiz Oderigo publicado por la Universidad de 3 de Febrero”.
Parte del documental se rodará en súper 8 (“Para que tenga ese tono borroso de los recuerdos”, explica César) y el resto en 16 mm. ¿Por qué una película sobre esta temática? “Creo que tiene relación con los sueños recurrentes que tenía de niño con aldeas africanas –responde el realizador–. Después filmé películas en África –en Túnez, en Cabo Verde y en Malí–, descubrí a civilizaciones con una importantísima tradición oral dedicada a transmitir conocimientos y me fascinó”.
La idea de este cineasta que estrenó su primer largo, La sagrada familia, allá por 1988 es seguir la pista de la inmigración africana en la Argentina, un asunto del que hoy se habla muy poco pero que tuvo una importancia capital en época de la colonia: “Empecé por Córdoba pero voy a seguir por otras provincias: Santiago del Estero, Tucumán, Corrientes, Misiones. Hay mucha información sobre población afro en esos lugares, sobre los cruces con otras comunidades de pueblos originarios o con blancos: afro-guaraníes, zambos, mulatos… También planeo filmar un largo de ficción sobre María Remedios del Valle, una militar argentina de origen africano conocida como una de ‘las niñas de Ayohuma’ que asistieron al ejército de Manuel Belgrano en esa batalla”.
El interés de César por las raíces afro en la Argentina no es nuevo. Ya en su film Orillas, de 2011, aparecían los vínculos culturales entre la Argentina y Benín, una excolonia francesa donde nació la religión vudú que dio pie aquí a la compleja mitología yoruba. “Durante años se produjo la invisibilización del afrodescendiente en la historia argentina. Sin embargo, nuestras ciudades y nuestra cultura fueron construidas sobre la base de los conocimientos de los hombres y mujeres que vinieron de distintos lugares de África. Todos los porteños evocamos al africano al hablar en nuestro día a día y no lo sabemos porque estamos muy dispersos, distraídos con tanta tecnología y ansiedad consumista. Muchos de nuestros próceres fueron afrodescendientes y lo ocultaron justamente por ese ansia de invisibilizar, de ocultar la verdad y de construir la ilusión de una Argentina blanca. Hay un tabú muy grande con ser descendiente de esclavizados. Como que da vergüenza decirlo… Muchos de esos esclavizados se alistaban en el Ejército y tuvieron un rol decisivo en la Guerra de la Triple Alianza: eran los que estaban siempre en la vanguardia, por eso también desertaban. No tenemos una comunidad afro tan fuerte como las de Brasil y Colombia porque buena parte de esos hombres perdieron la vida en esas batallas, pero claro que hay una historia para contar. Recordemos que a nuestro primer presidente, Bernardino Rivadavia, le decían ‘Doctor Chocolate’”.
La temática del legado de la comunidad afroargentina también es central en la trilogía integrada por Los dioses de agua (2014), El cielo escondido (2016) y El día del pez (2020), películas del director que siguen el derrotero de un antropólogo llamado Hermes. “Mucha de la información que fui encontrando en todos estos años de investigación coincide con las interpretaciones que se han hecho de los jeroglíficos egipcios, algo que me sorprendió y me motivó a seguir hurgando en cada detalle”, remarca.
En un contexto de crisis de producción de cine nacional que agudizó la pandemia César decidió encarar este proyecto de manera independiente. “Lo más habitual es que haga películas con productores o por encargo, pero hoy eso es muy difícil –señala–. Me cuesta entender por qué la televisión fue declarada esencial cuando arrancó la pandemia y el cine no. Recién se logró en el segundo año de cuarentena, cuando la industria ya estaba en coma. Ojalá podamos estrenar en cines y después en plataformas de streaming. Pero no es nada fácil. La última vez que hablé con un productor me dijo ‘estrenamos en cien salas, pero hay que pagar la publicidad de la película, que son 250 mil dólares’. Está claro que un director no puede poner ese dinero. Hay un papel que tiene que cumplir el Estado a través del INCAA para ayudar a distribuir, además de producir cine nacional”.
Recientemente la película Pensando en él, de Pablo César, se estrenó en la India, donde tuvo una gran repercusión. Está protagonizada por Eleonora Wexler, Víctor Banerjee, Héctor Bordoni y Raima Sen Dev Varma. Es una coproducción argentino-india sobre el encuentro entre Rabindranath Tagore y Victoria Ocampo. Parte de la audiencia de India se ha visto atraída por una curiosidad de la que no todos los ciudadanos indios conocen: el viaje de Rabindranath Tagore a la Argentina, en 1924 (aunque su destino final era Perú) y su romance platónico con la escritora Victoria Ocampo.
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