La película que nunca se filmó y que ponía a Sbaraglia en la piel del Che Guevara
Luego de llevarse el Oscar por La historia oficial en 1986, Luis Puenzo se convirtió en el director argentino con mayor proyección a nivel internacional. El tipo de prestigio que lo llevaba a desayunar con Jane Fonda, o convertía a Dustin Hoffman en un fan agradecido de conocerlo invitándolo a cenar. Puenzo, con el pecho inflado, se atrevía a todo. Desde rechazar la dirección de proyectos como El príncipe de las mareas y Durmiendo con el enemigo (que quedaron en manos de Barbra Streisand y Joseph Ruben, respectivamente) hasta aventurarse a la adaptación al cine de un texto tan complejo como el de Gringo viejo (1989). Una apuesta que luego redoblaría con La peste (1992).
Aunque las críticas (y la suerte) fueron dispares con estas dos producciones, Puenzo decidió ir por más, y la figura de Ernesto Che Guevara –por entonces caricaturizado por Antonio Banderas en la Evita de Alan Parker– era una asignatura pendiente en el cine argentino.
El realizador estaba entusiasmado con el libro Con el Che por Sudamérica, de Alberto Granado, compañero de viaje del Guevara médico y veinteañero, el que aún se conocía por Ernesto.
Desde el vamos, el director tuvo claro tres cosas: la importancia de un control creativo absoluto para no repetir ciertos sinsabores de Gringo viejo, que de ninguna manera había que mostrar la figura icónica del Che, y que el protagonista tenía que ser Leo Sbaraglia .
El Che Sbaraglia
Corría 1996, y a pesar de tener un recorrido sólido en televisión: Clave de sol, El gordo y el flaco (bajo el ala del maestro Juan Carlos Mesa), Buena pata; y también en teatro con Huérfano yEn la soledad de los campos de algodón (dirigido por Alfredo Alcón ), entre otras obras y en el cine, Leonardo Sbaraglia todavía era "parte del elenco".
Aunque participó de La noche de los lápices (1986), Tango Feroz (1993) y No te mueras sin decirme a dónde vas (1995), entre otras, no fue hasta formar dupla con Héctor Alterio en Caballos salvajes (1996) que la pantalla grande se fijó en él y lo abrazó para siempre.
Desde Cuba, donde está filmando la película Red Avispa, el actor recuerda el proyecto inconcluso de convertirse en el Che: "La película se iba a llamar Mambo Tango. Luis Puenzo había escrito el tratamiento del guion, y tenía apalabrados los derechos del libro de Alberto Granado con el italiano Gianni Miná. Me acuerdo que yo estaba rodando Cenizas del paraíso, y Luis me llamaba para hablarme del proyecto, para contarme cómo avanzaba. Estábamos muy entusiasmados".
El tridente virtuoso se completó con Ettore Scola . El legendario director de Feos, sucios y malos (1976), La noche de Varennes (1982) y La familia (1987) trabajó codo a codo con Puenzo durante casi dos años –primero en Roma, después en la casa que el italiano tenía en Pescasseroli, y más tarde fax mediante– en el guion de Mambo Tango, nombre inspirado en la balsa que construyeron Guevara y Granado junto a los leprosos de San Pablo, con la que recorrieron el Amazonas.
La historia que Puenzo y Scola retocaban una y otra vez mediante tachones, notas al pie y hasta dibujos se centraba en cómo ese viaje iniciático había transformado a dos amigos en la búsqueda de una identidad combativa en tiempos de posguerra, en la construcción de un espacio desde donde luchar por lo que creían: cambiar el mundo, desde la ciencia o desde la trinchera, pero cambiar el mundo.
Continúa hoy Sbaraglia, en diálogo con LA NACION: "A mí me entusiasmaba mucho ese enfoque. Además me parecía muy nutritivo actoralmente, humanamente, culturalmente. Era un proyecto fantástico, y por eso me empapé de la historia de Ernesto Guevara, leí sus diarios, también todo lo que había escrito Alberto".
En ese camino para encontrar el tono ideal de la película llegó el momento de hablar con Alberto Granado en persona. Cuando el científico vino de Cuba a la Argentina, no solo creció el proyecto, sino también una amistad con el joven actor que interpretaría a su amigo y compañero de viaje: "Tuve la posibilidad de charlar mucho con él, me contó muchos detalles sobre el Che que me ayudaron a prepararlo. Con Alberto construimos una relación de mucho afecto, desde lo profesional y también desde lo social. Vino a mi casa, tuvimos conversaciones muy interesantes, no solo sobre la película, sino también sobre él, sobre lo que pensaba".
El 6 de julio de 1997 se anunció al mundo que habían sido encontrados los restos de Ernesto Che Guevara. Habían pasado 30 años de especulaciones sobre el destino de su cadáver: que había sido incinerado, que había sido enterrado en una tumba con otro nombre, junto a otras posibilidades completamente inverosímiles.
En noviembre de 1995, el militar retirado Mario Vargas Salinas declaró públicamente que Ernesto Guevara había sido sepultado bajo la pista de aterrizaje del aeropuerto boliviano de Vallegrande. Entonces, el presidente de Bolivia Gonzalo Sánchez de Lozada, que en ese momento transitaba la primera de las dos presidencias que tuvo, autorizó la búsqueda de los restos. Un año después se confirmó el destino final del guerrillero argentino, abandonado en una fosa común junto a otros 210 cuerpos.
Si bien Mambo Tango perseguía otro fin, la noticia era demasiado contundente como para dejarla de lado. Cómo se iba a aprovechar el material nunca se supo, tal vez a modo de conclusión de la historia, tal vez como imágenes adicionales. Pero lo cierto es que el hallazgo se barajó como parte de la película. Recuerda el actor: "Nosotros viajamos a Bolivia, nos fuimos donde estaba trabajando el Equipo Argentino de Antropología Forense. Fue muy fuerte haber estado en ese momento con ellos, en esas circunstancias. Luis tiene material porque me acuerdo que estuvo filmando varias cosas".
Sin embargo, con el guion prácticamente terminado, con las locaciones elegidas y el elenco imaginado sucedió lo peor: "Se necesitaba una financiación muy importante en un momento, como siempre, muy difícil para el cine. Se hizo todo lo posible pero no se logró reunir el dinero así que el proyecto se canceló. Fue muy triste, pero te puedo decir que lamentablemente es una circunstancia muy común en este medio".
Por entonces se hablaba de un presupuesto de cinco millones de dólares, número muy ambicioso para ese momento, que obedecía no solo a la reconstrucción de época, sino también al deseo de Puenzo de filmar en los escenarios naturales, testigos del viaje de Ernesto Guevara y Alberto Granado.
Concluye Sbaraglia: "Como no se pudo continuar con la reserva de los derechos, Gianni Miná se los dio a Robert Redford, y este a su vez se los ofreció a Walter Salles. Así comenzó el proyecto de la película Diarios de motocicleta con Rodrigo De La Serna y Gael García Bernal . Justamente hace poco le conté a Gael, que es un amigo, que estuve muy cerca de hacer su papel. Que estuve a punto de interpretar al Che Guevara".
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