El bueno, el malo y el peor: ¿Quién es el mejor Batman de la historia?
De Adam West a Robert Pattinson, el superhéroe enmascarado ha tenido varias encarnaciones en pantalla, con algunos momentos memorables y de los otros
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En el capítulo 200 de The Big Bang Theory, Adam West (el Batman televisivo de los 60) se enfrascaba en una divertida discusión con el elenco sobre qué actor había llevado mejor el personaje. Su análisis era contundente: “Hasta mis caniches saben que Christian Bale está sobrevalorado. Y si hablamos de sentido del humor, el que tendría que estar primero en la lista sería yo. Sería: yo, (Michael) Keaton, (Val) Kilmer, el de Lego, Bale y el niño bonito Clooney”.
Con mucha ironía, el guion de la serie replicaba una discusión de fans que nació antes de las redes sociales, pero se potenció hacia el infinito gracias a ellas. Y eso que para entonces nada se sabía de Ben Affleck, y mucho menos de Robert Pattinson. ¿Quién fue el mejor Batman cinematográfico? Y lo que es todavía más importante: ¿por qué?.
Usted tiene que pedir perdón
Ni Lewis Wilson ni Robert Lowery (responsables de los seriales de 1943 y 1949, respectivamente) van a formar parte de esta lista porque no le aportaron al personaje nada en particular, podía ser Batman o un detective cualquiera, daba lo mismo. El personaje todavía estaba en ciernes, y ambos actores se limitaron a seguir más o menos fielmente guiones sin personalidad. Tampoco es intención centrarse en las versiones animadas, aun cuando tanto en Lego Batman como en La sombra del fantasma se pueden encontrar aproximaciones más fieles e interesantes al personaje.
En 1997 se estrenó Batman y Robin, con George Clooney y su batitraje con pezones. El director Joel Schumacher se había propuesto recrear el estilo cargado y absurdo de la serie de los 60 y hacia allí fue, pero haciendo todo mal. Arnold Schwarzenegger como el Capitán Frío, Uma Thurman como Hiedra Venenosa, Chris O’ Donnell en su segunda incursión como Robin, Alicia Silverstone haciendo su debut y despedida como Batichica y un Bane que parece sacado del trencito de la alegría. Entre todo ese pastiche, Clooney ni se preocupó en actuar y se notó. Semi sonrisa de playboy no muy diferente a su vida real, ropa de marca y un Batman que le dio vergüenza hasta a sus propios responsables. La película fue un fracaso de crítica y público, y condenó a la franquicia a un prematuro final.
¿Tenés a Val? Traelo a Val
Pero antes de Batman y Robin, Batman eternamente (1995) tuvo que cargar con la cruz de llegar luego de las dos grandes películas del superhéroe firmadas por Tim Burton. Con el realizador fuera del proyecto, Warner Bros decidió cambiar la oscuridad de las películas anteriores por un tono más festivo, más afín a la venta de juguetes y merchandising. Joel Schumacher fue el elegido para la renovación y cambio (vaya uno a saber por qué si venía de hacer films como Un día de furia o El cliente). En ese camino también se decidió buscar a un encapotado que fuera más joven, más rubio y menos pelado que Michael Keaton. Val Kilmer vio luz, entró y se probó el traje.
Si el Batman de Clooney era caricaturesco, al de Kilmer ni siquiera se lo vio. Su composición, si bien correcta, quedó enterrada por las morisquetas insoportables de Jim Carrey como El acertijo y Tommy Lee Jones como Dos caras. Si hasta el batimóvil o la breve participación de Nicole Kidman como interés romántico del héroe y chica en apuros son más recordadas. Como pasaría con Clooney dos años después, Val Kilmer decidió bajar la cabeza, irse silbando bajito y tachar del CV cualquier participación en esta película. Y eso que Batman eternamente cosechó buenas críticas y recaudación, aunque lo más probable hayan sido los residuos de los dos films previos.
Un chico rico que tiene tristeza
Generacionalmente hablando, la noticia de que Robert Pattinson había firmado contrato para convertirse en el nuevo Batman dividió las opiniones en tres grupos: los entusiastas del cambio, los que todavía lo ven como el vampiro cachondo de Crepúsculo, y los que no saben qué cara tiene Robert Pattinson. Detrás de la decisión estaba la idea de bajarle la edad a Bruce Wayne, no la real (Robert tiene apenas dos años menos de los que tenía Adam West cuando hizo la serie) sino la aparente. La trama de Batman (o The Batman) transcurre a dos años de la aparición del superhéroe en Ciudad Gótica, así que todavía le falta foguearse al huérfano millonario para imponer respeto. Todo en él es más tosco, menos sutil y más atolondrado, más o menos lo mismo que la performance del actor.
No hay tal cosa como una personalidad secreta, porque cuando “el atormentado Señor de la noche” se saca la máscara se transforma en “el atormentado señor de la media mañana”. Es decir, sigue con la misma cara de pocos amigos, nada que ver con lo que durante décadas nos mostró el cómic. No hay matices, y es una lástima porque sí están presentes sus condiciones de brillante detective, algo que muchas veces se ha dejado de lado. Como se dijo, seguramente habrá una nueva generación que aplauda a este Batman pero más que imponer respeto, dan ganas de darle un abrazo e invitarlo a tomar una leche chocolatada.
Garganta con arena
La trilogía de Christopher Nolan y Christian Bale fue el primer reinicio que tuvo la franquicia. La idea era contar todo de nuevo, apoyándose en lo mejor de los cómics. Así fue cómo en Batman inicia (2005) se desestimaron “los malos” más populares para el gran público, apareciendo nombres familiares para la nueva generación de fans de las historietas: Ra’s al Ghul, Lucius Fox, El espantapájaros y Carmine Falcone, entre otros coparon el centro de la escena pisando lo pasado. En los sucesivos títulos apareció la excelente composición de Heath Ledger como el Joker (aunque no tenía nada que ver con el Joker), la sensual Gatúbela de Anne Hathaway, y un Bane poco inspirado, como suele suceder cuando los papeles están a cargo de Tom Hardy.
¿Y Batman? Esta vez sí, Christian Bale aprobó con buena nota, su composición fue aplaudida de pie por público y crítica. Sin embargo, conforme pasó el tiempo y las películas (A Batman inicia le siguieron Batman, el caballero de la noche en 2008 y Batman, el caballero de la noche asciende en 2012), quedó claro que el protagonista no tenía mucho más que ofrecer que su cara de circunstancia, su barba cuando estaba deprimido, su cuerpo de gimnasio. Si no fuera por la voz ronca con la que le gusta hablar cuando está disfrazado, este Batman no tendría la presencia necesaria para darle miedo a nadie.
Alguien dijo alguna vez que para componer a Batman solo se necesita tener una buena mandíbula, y habría que agregar también una disfonía acorde con el marco nocturno de sus aventuras.
Somos mucho más que dos
Aunque el “Yo soy Batman” se le atribuye a Christian Bale, antes ya lo había dicho Michael Keaton en pantalla grande. Si los años 70 había terminado con un un colorido Superman surcando el cielo y haciendo flamear bien alto la bandera norteamericana, una década más tarde el horizonte se veía negro. Por eso, en 1989 Tim Burton decidió tomar la versión más oscura de Batman (la de El regreso del caballero oscuro de Frank Miller, una obra editada en 1986 que redefinió al personaje para siempre). Había llegado el momento de terminar con la infantilización del personaje, basta de “tías Harriet” y repelentes de tiburones. En una preocupación por volver a las fuentes, ni Robin quedó en pie.
Ambientadas en una Ciudad Gótica en decadencia, tanto Batman (1989) como Batman vuelve (1992) son dos obras de autor que lograron un equilibrio perfecto entre presente y pasado, además de contar con un elenco notable, con Jack Nicholson, Michelle Pfeiffer y Danny de Vito a la cabeza y servicio de una obra coral excelente.
Michael Keaton, a pesar de medir 1,75m. (en su momento se lo criticó por ser demasiado petiso para ser Batman) estuvo a la altura del desafío. En retrospectiva, es quien mejor compuso la dualidad del personaje. Lástima esa pésima costumbre de arrancarse la máscara a cada rato para que todos sepan quién es, un vicio que después se trasladó a Spider-Man, Flash y varios más
¡A los batitubos!
Se cree erróneamente que la serie de Batman de 1966 ( y su película realizada a fines de ese mismo año) cambiaron completamente la iconografía del héroe. Sin embargo, el programa no hizo más que tomar elementos que ya estaban presentes en el cómic de ese entonces. La tía Harriet, el logo con fondo amarillo, y varios los “bati artilugios” ya habían debutado en las historietas. Lo que sí aportó la serie fue un nivel de humor absurdo altísimo y para nada frecuente en la televisión de entonces. Y Adam West lo entendió a la perfección desde el primer momento.
Según ha contado el protagonista, cuando le ofrecieron el papel de Batman no quiso saber nada por miedo a quedar encasillado, como le había pasado al Superman de George Reeves. Y aunque el tiempo le dio la razón, se divirtió tanto al leer el guion del primer episodio que aceptó sin dudarlo, dejando con las ganas a Lyle Waggoner (luego Steve Trevor en La mujer maravilla). Lo que hizo el intérprete con el personaje fue un signo de su época, apoyado por lo que se leía en aquel momento y potenciado por el equipo creativo. No es el Batman de los 80, tampoco el de los 30, pero puesto en contexto fue el mejor de esa etapa histórica. Lo anterior, sumado a que ha quedado en la historia de la televisión y en la memoria colectiva, lo colocan bien alto entre los acercamientos más memorables que ha tenido el justiciero enmascarado.
A cara de perro
Ya era época de memes cuando en 2014 se anunció que Ben Affleck sería el nuevo Batman, y fue el vehículo elegido por fans de todo el planeta para hacer oír su indignación. Las redes hablaban de la peor decisión en la historia de DC; mientras tanto, en Marvel descorchaban champagne.
Nadie le tenía confianza al bueno de Ben, y la pregunta era ¿por qué? Una suma de factores le jugaba en contra: el buen sabor de boca que había dejado la actuación de Christian Bale unos años antes, su desastroso trabajo en Daredevil una década antes y, hay que decirlo, porque como actor nunca fue muy convincente que digamos.
Y sin embargo, Affleck logró lo que no pudo ninguno de sus colegas: darle a Batman el aura y la credibilidad que le ha conferido la historieta desde el inicio. Cuando en Batman vs. Superman, el caballero oscuro le sostiene la mirada a su rival y le pregunta si sangra es absolutamente creíble como oponente. No hacían falta “batusis” ni chistes entre líneas de backup: si alguien podía hacerle frente al Hombre de Acero era este Batman, y ningún otro.
Y es que el actor se inspiró más que el resto en la aproximación del personaje que hizo Frank Miller en los ‘80, y que a su vez tenía bastante de lo imaginado por Bill Finger (y supongamos que Bob Kane) en sus primeras aventuras de papel. Más allá de los ánimos para con el actor que porta la capa, fue quien más y mejor entendió la esencia de Batman, y todas sus participaciones (desde el cameo en la inmirable Escuadrón Suicida de 2016, hasta su intervención en La liga de la Justicia) fueron en ese mismo sentido. El futuro de Affleck con el personaje es incierto, aunque todavía le queda una última aparición en el film The Flash. Y luego será la historia quien lo juzgue, y probablemente lo reivindique.
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