El acoso y las cachetadas de Dustin Hoffman a Meryl Streep durante el rodaje de Kramer vs. Kramer
Nadie discute hoy el lugar de Meryl Streep como una suerte de reina madre de la actuación cinematográfica en el cine estadounidense. Y mucho menos la sensación de que cada aparición suya consigue casi de inmediato la empatía con el público, de tan agradable y disfrutable que resulta ver en pantalla su extraordinaria naturalidad para la interpretación. Resulta casi imposible imaginarla de inmediato en algún papel desagradable o que despierte el inmediato rechazo del público.
Curiosamente, esa clase de personaje le dio a Streep su consagración definitiva. Podría decirse que quedó coronada para siempre aquélla noche del 14 de abril de 1980, cuando recibió en el Dorothy Chandler Pavilion el primer Oscar de su carrera, en este caso como mejor actriz secundaria. Era su segunda nominación, un año después de haberla ganado en esa misma categoría por El francotirador. Hasta ahora suma 21 nominaciones, con un total de tres estatuillas. Nunca antes de Kramer vs. Kramer (ganadora esa noche de cinco Oscar, entre ellos el de mejor película) había sostenido una en sus manos.
Con los años, dicha velada quedó en la memoria de Hollywood como el momento en que nacía para siempre una gran estrella. Y desde entonces, Kramer vs. Kramer quedó en la memoria como un gran melodrama familiar abierto a innumerables debates extracinematográficos sobre las repercusiones en los vínculos familiares más directos y estrechos que puede abrirse luego de una separación matrimonial. Con un ingrediente de poderoso atractivo: en esta historia, inspirada en una novela escrita por Avery Korman, es la mujer (Streep) la que decide desinteresarse de la suerte de la pareja y deja al varón ( Dustin Hoffman ) a cargo de la responsabilidad completa de procurarse el sustento y a la vez de criar en soledad al pequeño hijo de ambos (Justin Henry). Hasta que en un momento, cuando toda esa operación había fructificado y el personaje de Hoffman se había metido en el bolsillo al público, la mujer reaparecía y reivindicaba su derecho de recuperar la custodia. La mujer era la villana de la película.
Nada cambió en la evaluación y el recuerdo de la gente hasta que en 2016 apareció una biografía de la actriz (Her Again: Becoming Meryl Streep), escrita por Michael Schulman. Allí se revelaban detalles desconocidos del rodaje de la película que a los 29 años transformó a Streep en una estrella. Con un dato sorprendente e inesperado. Según los hechos reconstruidos por Schulman, Hoffman se aprovechó del drama personal que vivía Streep en el momento del rodaje y pulsó más de lo aconsejable la cuerda más sensible de la actriz para lograr un efecto dramático más profundo y realista. Y no solo con palabras. Llegó a hablarse de situaciones de acoso psicológico extremo contra Streep por parte de su compañero de elenco, por entonces uno de los actores más reconocidos y prestigiosos de Hollywood. Los roles habían cambiado de manos. Ahora teníamos una heroína y un villano.
Estas revelaciones, que se conocieron en una resonante nota de portada publicada en la edición de abril de 2016 del mensuario Vanity Fair, despertaron la curiosidad por saber cómo fue en verdad el rodaje de una película que hasta ese momento sólo se conocía a través de su trama y de sus premios. Lo primero que se conoció es que el proyecto original no iba a estar en manos de quien resultó su director, el talentoso y siempre subvalorado Robert Benton. El primer destinatario había sido François Truffaut, y para convencerlo los productores se ocuparon antes que nada de apalabrar a Néstor Almendros, el director de fotografía predilecto del gran realizador francés.
Caído lo de Truffaut y confirmado Benton, Almendros se mantuvo dentro del proyecto y su tarea resultó tan colosal que sumó una de las nueve nominaciones al Oscar que obtuvo, aunque perdió en ese rubro con Vittorio Storaro por Apocalypse Now, de Francis Ford Coppola.
Las dudas y las evaluaciones de nombres que cambiaron sobre la marcha antes de la definición final también sobrevolaron el lugar de los protagonistas. Hoffman llegó al proyecto después de que Jon Voight, su compañero en el elenco de Perdidos en la noche, declinara la oferta. La cosa resultó más compleja por el lado de la principal figura femenina. Benton y los productores pensaron primero en Kate Jackson, estrella por entonces de la serie Los ángeles de Charlie, pero los responsables de ese éxito televisivo se negaron a cambiar el calendario de rodaje para permitirle a Jackson sumarse al film. Streep llegó casi por descarte, cuando ya habían pasado por el radar de la producción Ali MacGraw, Jane Fonda, Faye Dunaway y Katharine Ross, la gran candidata a quedarse con el papel.
Hasta que Streep, que tenía el mismo representante que Ross, se prestó a una audición junto a Hoffman, Benton y el productor Stanley Jaffe. Allí dejó en claro, entre explicaciones y dramatizaciones, que su personaje tenía la peor conducta posible e imaginable. Era una villana sin vueltas. El primero que se convenció fue Hoffman. No había necesidad de seguir evaluando. La palabra del actor fue definitiva: el papel debía ser para Streep.
La intuición de Hoffman estaba en línea con el dato más relevante de la posterior investigación de Schulman. El actor sabía que el ánimo de Streep estaba por el suelo después de la muerte del actor John Cazale, que pocos meses atrás había recibido el diagnóstico de un cáncer avanzado y casi terminal de pulmón. Cazale tenía 41 años y una carrera extraordinaria por delante después de sus geniales apariciones en Tarde de perros, El francotirador y El padrino. Además estaba viviendo un apasionado romance con Streep, que lo acompañó hasta el último día. Cazale murió el 12 de marzo de 1978, después de dos años de amor compartido con Streep.
Lo que ocurrió después, durante el rodaje de Kramer vs. Kramer, fue el resultado según la visión de Schulman de un inescrupuloso aprovechamiento por parte de Hoffman del estado de ánimo de Streep, una mujer que estaba emocionalmente devastada por la pérdida de quien había sido hasta allí el amor de su vida.
Al reconstruir el segundo día del rodaje, cuenta Schulman que Hoffman y Streep debían filmar una escena junto a la puerta del departamento que compartían antes de la separación. Fue un momento, según el biógrafo, que nadie esperaba. De golpe, Hoffman le pegó un cachetazo en la mejilla a la actriz, dejándole una marca enrojecida en el rostro.
"Estamos muertos. La película está muerta. Ella nos va a llevar al Sindicato de Actores", dice Schulman que pensó Benton después de escuchar el sonido inequívoco del cachetazo. Sin embargo, la actriz siguió con las instrucciones acordadas y completó la escena. Las cámaras acompañaron a la pareja hasta el ascensor.
Allí, siempre según el relato de Schulman, pasó de la agresión física a la psicológica. Empezó a hablarle a Streep en tono burlón sobre Cazale. Experto en técnicas de improvisación asimiladas durante su instrucción teatral bajo las reglas del Método ideadas en el Actors Studio, Hoffman siguió con su táctica en diferentes secuencias. Primero azuzó a Streep haciéndole recordar hasta el llanto la muerte de su mascota y más tarde, durante una escena que transcurre en el interior de un restaurante, lanzó una copa de vino contra una pared. El cristal estalló en mil pedazos, algunos de los cuales terminaron entre los cabellos de la actriz. "La próxima vez que vayas a hacer algo así, me gustaría que me avisaras antes", fue lo único que le dijo Streep a Hoffman. Su reacción no había sido resultado del trabajo de actor. Estaba impactada de verdad, pero su profesionalismo la mantuvo callada hasta que Benton dijo "corte". Después trascendió que la escena había sido concienzudamente imaginada y preparada por el actor, y que solamente el cameraman conocía lo que habría de ocurrir en pleno rodaje.
Un tiempo después de conocerse estas revelaciones, Streep decidió por fin hablar de ellas. Habían pasado casi tres décadas y toda la industria del entretenimiento asumía que hechos así resultan hoy intolerables de sólo imaginarlos. Lo primero que hizo fue recordar sus propios comienzos e ir más allá de lo ocurrido específicamente durante el rodaje de Kramer vs. Kramer. "En el pasado, cuando todo el mundo estaba consumiendo cocaína, había un montón de comportamientos inexclusables. Pero ahora que la gente es mayor y más sobria tiene que haber perdón, y así me siento al respecto", admitió.
Streep dijo que había sido efectivamente atacada. Y que sobrellevó esa ingrata situación "casi en la primera toma de su primera película". Reconoció la bofetada de Hoffman. "Lo ves en la película. Se estaba sobrepasando. Pero creo que esas cosas ya están siendo corregidas en la actualidad. La gente ya no aceptará más ese tipo de comportamientos. Eso es algo bueno", precisó.
"Fui realmente atacada –completó-, pero no quiero arruinar la vida madura de alguien. Simplemente no lo hago. Tenemos que encontrar una manera de trabajar juntos y saber que es mejor para los hombres si nos respetan como iguales". En su momento, Streep había decidido no trabajar nunca más con Hoffman, pero también aceptó su pedido de perdón por el modo en que deliberadamente la hizo sufrir durante el rodaje e, inclusive, según también trascendió, por haberle tocado los senos sin aviso previo en su primer contacto previo al rodaje.
También por estas reacciones nadie discute el lugar que ocupa hoy Meryl Streep en Hollywood. Es la más grande.
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