Dorothy McGuire: adiós a una gran estrella
Fue la inolvidable protagonista de "La escalera de caracol", de Robert Siodmak
WASHINGTON (ANSA).- La actriz norteamericana Dorothy McGuire, inolvidable protagonista de "La escalera de caracol" y de otros recordados títulos, falleció ayer, a los 83 años, como consecuencia de un ataque cardíaco en su casa de Santa Mónica, California, informó su hija.
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Inteligente, suave, expresiva. Tres adjetivos que cuadran a Dorothy McGuire, estrella indiscutida del Hollywood de las décadas del cuarenta y del cincuenta, que siempre sabía dar a sus personajes la exacta sensación de suave mesura y de una corriente subterránea de amable ironía.
Había nacido el 14 de junio de 1918 en Omaha y, desde su niñez, estaba convencida de que el escenario era su vocación y su futuro. Siendo casi una adolescente se presentó ante un productor teatral para que le diese espacio en algún elenco. Y la suerte la acompañó, ya que fue convocada para integrar el reparto de la obra "Claudia", que de inmediato lanzó a la joven actriz a una carrera plena de satisfacciones.
En 1940, junto a Gregory Peck, Jennifer Jones, Joseph Cotten y Mel Ferrer, integró el grupo La Jolla Players, que presentó las obras de los principales dramaturgos modernos.
El cine, sin embargo, comenzó a atraparla con fuerza. Era la época dorada de un Hollywood sediento de nuevos rostros y de figuras que combinasen la belleza con el talento. Y ella poseía ambas cualidades.
Con sus brillantes antecedentes escénicos, su sobriedad y su elocuencia supo subyugar a los responsables de los grandes estudios de la época, y así participó en breves papeles de films que, sin embargo, no le dieron mucha trascendencia. Pero no tardaría en llegarle el merecido éxito. Y sería con "Claudia", un film dirigido en 1944 por Edmund Goulding. Dorothy McGuire ya había interpretado a esa humana muchacha en el teatro.
Elocuencia y ternura
De allí en más la actriz alternó el drama con la comedia, se colocó en la piel de las más heterogéneas heroínas o antiheroínas y logró un lugar de privilegio en la pantalla.
Apostó a la ternura en "Su milagro de amor", se insertó en la tragedia de la posguerra en "Su derecho a vivir", logró conmover en "Claudia y David" y configuró un personaje inmerso en la ternura en "La luz es para todos", acompañada por Gregory Peck y dirigida por Elia Kazan, trabajo que le valió una nominación para el Oscar.
En 1946, dos años antes de su nominación, Dorothy McGuire había interpretado uno de sus papeles más recordados. Fue en "La escalera de caracol" donde encarnó, dirigida por Robert Siodmak, a una sordomuda inserta en un clima opresivo de terror y violencia. Su trayectoria de la década del sesenta incluyó importantes títulos, entre ellos "La gran tentación", que, junto a Gary Cooper y con la dirección de William Wyler, le permitió ahondar en un tema de gran vibración humana. Demostró también su gran oficio para la comedia desenfadada e intervino en el estelar elenco de "La más grande historia jamás contada", de George Stevens.
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