Dolores Fonzi, el otro yo de Sebastián Faena
Mañana se estrena La mujer rota
Sebastián Faena es un joven bastante inquieto. En el Festival de Mar del Plata de 2005, presentó, en Vitrina Argentina, su ópera prima, La mujer rota . Para los que la vieron fue una sorpresa: se trataba de un cineasta a quien nadie conocía que se atrevía con una estética bastante diferente de la vista en el reciente cine argentino. El otro pilar de la propuesta era -es- Dolores Fonzi, que por primera vez se juega a estar delante de la cámara desde el primero hasta el último fotograma de una película.
Según Faena -en diálogo con LA NACION-, el título de la película que mañana estrenará Primer Plano, en la que también participan Pablo Rago y Juan de Benedictis (quien fuera, hace 16 años, el chico de El verano del potro ), tiene una doble acepción: se trata de la historia de una mujer "que como toda mujer se la pasa rotando sobre un eje, un no, un límite que no puede aceptar: que el hombre que ama no la quiera" y, por otra parte, aquella que termina, precisamente, sacudida por sus propios "caprichos", inquieta al igual que el cineasta primerizo, que, a dos años del rodaje, parece igual de entusiasta que el día que leyó el guión.
En un gesto parecido al de Gustave Flaubert, el cineasta sostiene que Camila, la protagonista de su historia, no es otra cosa que él mismo en el espejo del cine. "Mi papá siempre me decía, refunfuñando, que alguna vez tendría problemas con la autoridad", recuerda.
Faena, que tiene 27 años y es primo de Alan, apenas terminó el bachillerato se mudó a Nueva York para estudiar cine en la Universidad de Columbia, pero antes de lo pensado renunció a la formalidad de las aulas y se lanzó a concretar su primer guión. Lo asume: "No me parece anormal que haya tenido que esperar casi dos año para estrenarla. Esta es mi primera película, en todo sentido, y seguramente con la segunda todo será mucho más fácil".
Tras un rato de diálogo bastante sesudo entre Faena y Fonzi suena una trompeta. La actriz, que supo actuar en películas tan diferentes como Caja negra , Plata quemada , El fondo del mar y El aura le recrimina a su director cierta "arrogancia innecesaria". Ocurre que este último insiste en aquello de que su cine "es diferente a todo lo visto". Frente al comentario de la actriz se ríe, pero también se preocupa por sus dichos. "¿Esto quiere decir que cuando hablo tengo que ser menos sincero?" "No, para nada: no tiene porqué preocuparte lo que digan los demás", le retruca rápido.
Es que el director estuvo literalmente encima de cada detalle de La mujer rota : la cámara, la luz, el vestuario, la música y hasta los colores rojo y amarillo que abundan en toda la gráfica del film. Es más: en la página web www.lamujerrota.com , acompaña el anuncio publicitario cantando un tema de su autoría. Faena está muy excitado con el estreno. Recientemente, la revista fashion neoyorquina V Magazine le dedicó algunos buenos adjetivos (" una singular obra maestra visual"), que lo entusiasmaron.
Obsesiones circulares
"Para mí decir: «La mujer rota» es una afirmación muy parecida al movimiento de la obsesión, es una forma de hablar del círculo vicioso de la obsesión", asegura Faena. "Es al mismo tiempo una afirmación: la mujer traiciona, rota alrededor del hombre. Quizá sea, en algún sentido, antifeminista", agrega.
"No me parece antifeminista, porque los hombres también pueden rotar alrededor de una mujer... Para mí es algo más universal", interviene Fonzi. "En este caso hablo de una mujer. Quizá cuando eso le ocurre a un hombre en realidad su papel sea el de una mujer", le retruca el cineasta, cuidadoso ahora de no pecar de arrogante. "Al personaje de Benedictis le pasa un poco eso respecto al tuyo. Cuando el hombre se pone en ese lugar es porque se transformó en una mujer", trata de explicar el director, en relación directa con el otro amor no correspondido de su ficción.
Por su parte, la actriz reflexiona que "es una contradicción entre la desvalorización de sí mismo, algo que le pasa a cualquiera, sea hombre o mujer, con la paradoja de que en la realidad, mi personaje está tan metido en sí mismo que no ve otra cosa. Es un caso de narcisismo extremo que no tiene que ver con un universo en particular: es un estado mental universal".
"Eso es lo que me gusta de la película: que trata de algo concreto que a la vez es universal -agrega Faena-. De eso es lo que para mí debería tratarse cualquier buena película: hablar de algo específico que a la vez sea absoluto y universal, y en este caso estamos hablando del amor no correspondido." "Algo muy común y llevado al extremo en un cuento corto y en forma de película", señala Fonzi. "Tu personaje no tiene límites: lleva todo hasta el final, porque vive en el colmo de la arrogancia", afirma el cineasta. "Viste... ¡te dije que eras arrogante!", le replica Fonzi, con una sonrisa cómplice y ojos compradores, muy segura de lo que dice.
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