Todd Douglas Miller sabía que, a la hora de hacer documentales -como Dinosaur 13, sobre la búsqueda de fósiles de Tiranosaurio Rex de 2014-, las cosas se pueden poner estresantes. Aún así, este nuevo proyecto en el que estaba trabajando era diferente por completo. Sentado el año pasado en una oficina en Nueva York, el realizador esperaba regularmente la llegada de uno de los muchos camiones con temperatura controlada que llegaban desde College Park, Maryland. Los dos conductores tenían la instrucción de no parar -solo podían hacerlo si tenían que cambiar de asiento-. Miller regularmente chequeaba el tráfico, especialmente cuando algún chofer se demoraba más de la cuenta. "Esa fue la parte más angustiante", dice. "Muchas noches sin dormir."
Pero es fácil entender por qué Miller estaba tan inquieto. En esos camiones había cartones con películas únicas, inéditas, y de cinco décadas de antigüedad acerca de Apollo 11, la misión de 1969 que vio cómo el hombre por primera vez pisó la luna, y saltó sobre ella. Esas imágenes, junto con horas de audio igualmente inéditas, finalmente serían editadas para conformar el exuberantemente bien recibido nuevo retrato del evento por parte del director, Apollo 11.
La película es el equivalente de la vida real de la biopic del año pasado El primer hombre en la luna, y se exhibió durante apenas una semana en IMAX el viernes pasado, y se estrenó en los cines regulares de Estados Unidos el 8 de marzo. Cuenta la historia de esa histórica primera misión, desde los momentos previos al vuelo hasta la victoria del alunizaje. En los papeles, parece rutinario: imágenes de los astronautas Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins preparándose para el despegue, la imagen de gente que se reúne en Woodstock en un estacionamiento cercano para verlo, tomas de adentro de la cápsula mientras los astronautas orbitan y luego aterrizan en la luna.
Pero gracias al formato íntimo de pantalla grande en el que originalmente se rodó, Apollo 11 ofrece una ventana amplia para ver esos nueve días históricos. No vas a encontrar gente en primer plano reflexionando sobre la misión, ni nuevas entrevistas con los sobrevivientes Aldrin o Collins. Son 93 minutos de narrativa con fragmentos de música electrónica agregada. "No hay una gran narración ni una banda de sonido rimbombante. Esas cosas ya se hicieron", dice Miller. "Se volvieron parodias de sí mismas. Yo quería que las imágenes hablaran por sí mismas."
Apollo 11 se originó con el interés del realizador por un proyecto acerca de la última misión Apollo, la 17. En busca de imágenes de mejor calidad que las que ya se hubieran visto, contactó a la NASA y los National Archives en la primavera de 2017. En un documental poco visto de 1972, Moonwalk One, se habían usado 11 clips, pero la mayoría -279 latas, muchas de ellas en formato grande de 65mm- quedaron encajonadas en latas de metal en un edificio de los National Archives en College Park. Gracias a las salas con control de temperatura, las películas parecían estar en buenas condiciones, pero discernir lo que habían en esas cintas filmadas por el gobierno era un desafío. "Al principio estábamos confundidos acerca de algunas marcas", dice Dan Rooney, director de archivos de los National Archives. "Algunos decían ‘Apollo 11’ solamente. Pocas veces ponían otra palabra en la etiqueta, como ‘Apollo 11 Recovery’. No estaban bien descritas." En las oficinas de la NASA en Houston, Miller también descubrió 20.000 horas de audio de Mission Control y de adentro de la cápsula, capturando tanto los sonidos de los técnicos como de los astronautas ascendiendo, contándose chismes o resolviendo problemas. Luego debían superar el problema de realmente digitalizar imágenes que sólo existían en viejas latas.
Ahí entran los camiones. La oficina de post-producción en Nueva York Final Frame fue contratada para escanear las imágenes y convertirlas digitalmente. Hasta entonces, nadie las había visto -sólo algunas películas crudas-. Finalmente, Miller, Rooney y su equipo se reunieron en una sala de proyecciones para darse una idea de lo que tenían y vieron, para su asombro, imágenes limpias del cohete Saturn-V (llevando el Apollo) por una autopista hacia la pista de despegue. "Estábamos todos maravillados", dice Rooney. "En general, cuando ves mucho material de archivo, ves imperfecciones o manchas en las imágenes. No creo que hayamos visto ninguna. Nos dimos cuenta: ‘OK, tenemos que hacer esto absolutamente’."
Los resultados abrumadores son evidentes a lo largo de la película, desde imágenes sorprendentemente claras de la gente (traten de identificar a LBJ, Isaac Asimov y Johnny Carson entre ella) hasta clips alternativos hasta ahora nunca vistos, filmados por Aldrin, del momento en el que Armstrong pisa la superficie granular de la luna. La calidad granulosa de las imágenes se puede atribuir, dice Miller, a las "partículas de polvo" que había en la cámara. Pero las imágenes de Armstrong subiendo y bajando en la superficie de la luna (algunas hasta ahora jamás vistas) siguen siendo cautivantes. "Tiene sentido", dice el director, "que Aldrin y Armstrong sean miembros honorarios de la American Society of Cinematographers."
Lo que también impresionó a Miller fueron momentos más íntimos y de escala más humana, como las imágenes de Armstrong, Aldrin y Collins mientras los envuelven en esos trajes de protección hazmat para el viaje. "Dos días antes, hicieron una prueba y los ves haciendo chistes", dice. "Cuando los ves el día del despegue, ahora podés ver claramente en sus caras cómo llevan el peso del mundo por eso que están por hacer. Fue maravilloso. Es escalofriante."
¿Ver todo el material hizo que Miller descartara algunas de las teorías conspirativas acerca de alunizajes falsos y banderas sospechosas que pululan en Internet? "Esperábamos encontrar algo así: un escenario en alguna parte", bromea. "Pero no. Habiendo visto los originales, no les doy mucha importancia. De hecho me encantan esas anécdotas de Aldrin pegándole a la gente que habla de esas teorías."
Para Miller, Apollo 11 también tiene un propósito más elevado, además de volarles la cabeza a los espectadores. "Muestra que la gente puede lograr algo grande si se junta", dice Miller. "Tenemos que desplegar las alas y salir. Eso es lo que espero que la gente se lleve, que podemos hacer algo así otra vez si tenemos la voluntad. ¿La tenemos? Esa es la pregunta."
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