Divergente: Leal es una distopía en cámara lenta
En la tercera entrega de las adaptaciones cinematográficas de las obras de Veronica Roth hay poco para entusiasmarse con el desenlace de la historia de Tris Prior (Shailene Woodley), la joven que lucha contra una sociedad organizada en facciones, según los rasgos dominantes de la personalidad
Divergente-la serie: Leal (The Divergent Series: Allegiant, Estados Unidos/2016). / Dirección: Robert Schwentke. / Guión: Noah Oppenheim, Adam Cooper y Bill Collage / Fotografía: Florian Ballhaus. / Elenco: Shailene Woodley, Theo James, Naomi Watts. / Duración: 121 minutos. / Calificación: apta para mayores de 13 años.
Nuestra opinión: regular.
Tras las poco estimulantes Divergente (2014) e Insurgente (2015), llega esta tercera y penúltima película basada en la trilogía literaria de Veronica Roth (la última novela fue dividida en dos films) que cae a un subsuelo artístico todavía más profundo. Mucho se ha escrito sobre el universo de las sagas adolescentes con elementos de ciencia ficción y, en especial, sobre Divergente como una poco convincente émula de Los juegos del hambre (con Shailene Woodley como la nueva Jennifer Lawrence), pero el problema con Leal no es la falta de ingenio, creatividad o audacia que ya se vislumbraba en las entregas anteriores: en este caso ni siquiera funciona en ninguno de los cánones y niveles más básicos del entretenimiento contemporáneo.
En el arranque de Leal, los protagonistas logran traspasar el muro que rodea a Chicago sólo para encontrarse que "afuera" las cosas no están mucho mejor. Si bien el régimen de facciones ha sido abolido, la guerra civil entre los bandos liderados por Evelyn (Naomi Watts) y Johanna (Octavia Spencer) parece inevitable, y la cooperación entre el todopoderoso David (Bill Pullman) y Tris dura lo que un suspiro. Pasan muchas cosas (alianzas, traiciones), pero nada sorprendente ni trascendente. Los personajes corren, escapan, disparan y los minutos parecen avanzar en cámara lenta. Una mera acumulación de situaciones ridículas y conflictos forzados (las alegorías sobre el neonazismo y la búsqueda de la pureza) para una película concebida por el alemán Robert Schwentke con buenos recursos técnicos, pero que parece manejada con piloto automático, sin que nadie se involucre de manera visceral y sentida en el resultado final.
Falta que en junio de 2017 se estrene Ascendente. Ojalá le haga honor a su título.
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