Distancia de rescate: maternidad, miedos y el espanto de lo posible en la película que llega a Netflix
La escritora Samanta Schweblin, la directora Claudia Llosa y las actrices María Valverde y Dolores Fonzi dialogaron con LA NACION acerca de la película que estrenó este jueves en salas y estará disponible desde el miércoles en la plataforma de streaming
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La literatura y el cine han advertido desde siempre que el terror suele alojarse en lugares insospechados, bajo las formas más inesperadas. Distancia de rescate, la premiada novela que la escritora argentina Samanta Schweblin publicó en 2015, transita por esa senda, pero también da cuenta de cómo, por más alerta que nos encontremos, hay detalles que siempre pondrán a prueba nuestra falible humanidad para arrastrarnos hacia horribles pesadillas.
“Estaba trabajando en un guion propio cuando una amiga me dice: ‘Tienes que leer esta novela, me ha hecho acordar mucho a ti’. Le hice caso, y cuando me faltaban tres páginas pensé: ‘Tengo que contactar a esta chica’”, cuenta la directora peruana Claudia Llosa sobre lo que sintió al entrar en contacto con el texto de Schweblin. “Nunca me había pasado, nunca había tenido la necesidad de adaptar una novela porque siempre había trabajado con mis propios guiones, pero fue como un impulso muy animal el de contactar a Samanta”, asume la realizadora de La teta asustada. Fue entonces que comenzó un largo proceso que la condujo hasta su más reciente trabajo, que tuvo un exitoso paso por el Festival de San Sebastián, estrenó este jueves en salas y estará disponible en Netflix globalmente desde este miércoles 13.
“Ya había recibido varias ofertas que eran interesantes, que me daban mucha curiosidad, pero yo sentía que este era un libro muy ‘delicado’, algo que se podía romper; me daba mucho miedo y no terminaba nunca de decidirme”, se sincera Schweblin. “Y cuando Claudia me escribió, fue una sorpresa; yo era fan de sus películas, así que no dudé cuando surgió la posibilidad de conocerla. Almorzamos y hubo mucha conexión desde el primer momento. Ella me habló de un cambio en particular que quería hacer y a mí me pareció que más que un cambio era una mejora; fue tan fuerte lo que me dijo, la idea con la que vino, que ahora ya no puedo pensar en Distancia… sin esto otro. Por eso dije que sí tan rápido. Y la verdad que aprendí muchísimo de esta experiencia de escribir a cuatro manos”.
El productor estadounidense Mark Johnson (Breaking Bad, Halt and Catch Fire) fue el primero en recibir el guion, una vez que estuvo terminado. “Había trabajado con él en la película Aloft y manteníamos una excelente relación; además, sabía que iba a ser respetuoso con el material. Me encantó que me dijera: ‘Esta película tiene que ser en castellano’. Estaba convencido de que tenía que suceder en Latinoamérica, y a partir de ahí empezaron a tirar ideas, a tratar de encontrar la mejor estrategia para poder llevarla adelante”, cuenta Llosa.
El cansancio y el regalo
Distancia de rescate no solo respeta casi al pie de la letra la novela, sino que sorprende en la traslación de un texto que, a priori, parecía muy difícil de escenificar. Ese logro se debe al arduo trabajo de adaptación que llevaron adelante Schweblin y Llosa, pero también a que sus dos protagonistas, la española María Valverde y la argentina Dolores Fonzi, consiguen darle verdad a sus personajes y al cada vez más enrarecido vínculo que establecen.
La película inicia con el diálogo entre Amanda (Valverde) y David (Emilio Vodanovich), quien la interpela constantemente para que bucee en sus recuerdos y pueda así entender lo que le pasó. Entonces, sabremos que ella llegó hasta esa casa perdida en el medio del campo para pasar unos días junto a su hija Nina (Guillermina Sorribes Liotta), a la espera del reencuentro con su marido, Marco (Guillermo Pfening). Allí, aún embriagada por el bucólico paisaje, conocerá a Carola (Fonzi), una misteriosa mujer que, detrás de su magnética personalidad, esconde una historia de dolor y frustración. El rodaje se llevó a cabo en 2019, en las localidades chilenas de Pucón y Puerto Varas; intencionalmente, no hay demasiadas referencias geográficas: ese lugar puede ser cualquier lugar de un mundo verde y fértil pero mortalmente envenenado.
“No hubo ninguna secuencia fácil, el nivel de exigencia era muy elevado”, le asegura Valverde a LA NACION. “Creo que la más difícil de rodar fue la escena del coche, en la que Carola le cuenta a Amanda qué le pasó a su hijo. En esa escena mi personaje habla poco, pero teníamos que crear una atmósfera muy particular. Había mucha expectativa porque es uno de los momentos más importantes de la película y se filmó en varios días, con muchos cortes y cambios de cámara”.
Fonzi coincide al recordar las dificultades que presentó el rodaje, que transcurrió mayormente en medio de la naturaleza: “Todo el tiempo pasan cosas, porque el relato parte del recuerdo de Amanda; fue todo muy intenso emocionalmente. Era como una gracia que decíamos en el set, al terminar cada jornada: ‘Sobrevivimos otro día’. Recuerdo que volvía al hotel agotada, como si hubiese estado corriendo una maratón. A la distancia, y tras ver el resultado final, puedo decir que, como actriz, es una de las mejores películas que hice”.
La protagonista de La patota destaca también el clima de camaradería y compromiso que se vivió en el set. “Que se tratara de un proyecto con una autora mujer, con una directora mujer y con dos mujeres protagonistas se podría ver como una suerte de anomalía dentro de esta industria. No debería ser así. Pero si pienso en lo que me pasó a mí internamente, es que nos sentimos poderosas haciendo esta película”, resalta. Valverde asiente: “Creo que hay un antes y un después de este film para todos. Y fue muy bello poder estar en San Sebastián todas juntas… Fue amargo porque les decía a las chicas: ‘Esto ya se acabó'. Llorábamos juntas de la alegría, fue entre bonito y triste, pero es muy interesante cuando uno ha dado tanto tiempo y energía a un proyecto que salga a la luz, es un gran regalo”.
De cerca
“Mi madre siempre lo decía: ‘Tarde o temprano, algo malo va a suceder, y cuando pase quiero tenerte cerca’”, dice Amanda en la película. La “distancia de rescate” refiere, justamente, a un cálculo mental que ella hace sobre el tiempo que demoraría en llegar hasta Nina, su hija, en caso de que la acechara un peligro inminente. “Está en todas partes; está en el lazo que une a una madre con su hijo, pero también en el vínculo de una pareja y en ese lazo que une una a mujer consigo misma... No se reduce a lo femenino, va más allá del género”, explica Llosa sobre el concepto que atraviesa la película y que ella considera universal.
Distancia de rescate es un drama con ribetes de thriller, fantasía y mucho terror psicológico, que hace foco en los miedos que rodean a la maternidad, pero también construye una fábula alrededor del daño ambiental y sus devastadores efectos. “Estuvimos trabajando con un médico forense que nos decía que la gente en la Argentina moría más por los efectos del envenenamiento que por los accidentes de tráfico, y a eso me hizo un click en la cabeza que me llevó a darme cuenta de que tenemos que cuidar lo que comemos”, admite Valverde. “No somos conscientes del mal que estamos provocando, y por eso tenemos que estar muy atentos a los pequeños detalles, saber que el secreto está ahí”.
“Es curioso que la película se filmó en la prepandemia y se estrena pospandemia, y que en un punto también habla de eso: de la crisis climática, de la injusticia ambiental, de cómo avanzamos sobre los territorios sin conciencia y vamos agotando todos los recursos que nos van a mantener vivos”, suma Fonzi. “Y es lo que pasa en esta película: cuando salimos de esta mirada más íntima sobre lo que ocurre entre estas dos mujeres, se abre un panorama que nos muestra cómo estamos todos dentro de este sistema intoxicante que nos va a matar. No nos damos cuenta de que todos tenemos que hacer algo urgente, porque el sistema sigue funcionando como si nada ocurriera”.
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