Diez películas para reflexionar sobre el racismo en Estados Unidos
El asesinato de George Floyd a manos de la policía de Mineápolis, el pasado 25 de mayo, levantó protestas en todo Estados Unidos y reavivó la discusión sobre el racismo que persiste en una sociedad atravesada por las inequidades. El cine norteamericano ha reflejado profusamente ese problema a lo largo de su historia. Aquí van diez películas que se encuadran dentro de esa tradición.
Haz lo correcto (Spike Lee, 1989)
Son muy conocidas las diatribas de Spike Lee en contra de películas como Green Book y Conduciendo a Miss Daisy, a las que señala por tratar con liviandad un asunto espeso como el racismo. Su visión personal está muy bien reflejada en esta gran película que tiene como escenario central a una pizzería italiana de un barrio de Brooklyn donde conviven afroamericanos, coreanos y puertorriqueños. Allí terminarán explotando los conflictos raciales soterrados durante mucho tiempo. Hay policías que asesinan civiles, reflexiones sobre la falta de empatía con los otros y violencia callejera, pero también un mensaje de reconciliación como camino posible. Y muy buena música. Disponible en Google Play.
Pride (Sunu Gonera, 2007)
Esta emocionante biopic de Jim Ellis (muy buen trabajo de Terrence Howard en el rol), un entrenador que primero logra fundar con muchísimo esfuerzo un equipo de natación en uno de los barrios más conflictivos de Filadelfia en los años 70, y más tarde consigue la hazaña de llevarlo hasta los campeonatos estatales. Aunque en más de un pasaje se debilita por los subrayados a los que recurre para acentuar el drama, la película -ópera prima de un realizador nacido en Zimbabwe- es una buena pintura de las dificultades de una comunidad que debe enfrentar los prejuicios, la pobreza y los peligros de la criminalidad engendrada en ese contexto de inequidad permanente. Disponible en Amazon Prime.
12 años de esclavitud (Steve McQueen, 2013)
Ganadora del Oscar, esta película del director británico de la perturbadora Shame: sin reservas, cuenta la conmovedora historia de Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor), carpintero y violinista que vive con su esposa y sus dos hijos en la Nueva York de 1840 y víctima de un incidente que cambiará dramáticamente su realidad: un secuestro que derivará en su venta como esclavo para trabajar en una plantación de algodón. Basada en una historia real, tiene muy buenas actuaciones de Michael Fassbender, Paul Giamatti y Paul Dano (todos interpretando a personajes muy malvados) y muchas secuencias de una crudeza que, eso sí, en más de una ocasión están al borde del golpe bajo. Disponible en Netflix.
Fruitvale Station (Ryan Coogler, 2013)
La primera película de Ryan Coogler (Creed, Pantera negra) reconstruye el asesinato de Oscar Grant, un joven afroamericano de 22 años detenido por la policía de Oakland, California, cuando recién se iniciaba el 2009. El caso fue muy famoso porque la detención se produjo en una estación del metro de esa ciudad y fueron varios los pasajeros los que registraron con sus teléfonos el maltrato que sufrió la víctima y el disparo a quemarropa con el que el oficial Johannes Mehserle (cuya leve condena judicial despertó enérgicas protestas en Estados Unidos) la ejecutó impunemente. El film, que se centra en las últimas 24 horas con vida de Grant, ganó dos premios en el Sundance Festival: el del Gran Jurado y el del Público. Disponible en Amazon Prime.
Selma (Ava DuVernay, 2014)
Esta película de la misma directora de la impactante miniserie documental de Netflix Así nos ven, se centra en el activismo político de Martin Luther King (interpretado por David Oyelowo), más concretamente en la marcha desde Selma hasta Montgomery para pedir el derecho al voto para los ciudadanos negros. Aunque abusa de los recursos destinados a impresionar al espectador, la directora también consigue una pintura amplia y representativa de un personaje clave de la historia de la lucha por los derechos civiles de su comunidad sin agobiar con una catarata de datos biográficos. Le confiere al personaje tanta importancia como al entorno que determinó sus conductas y decisiones. Disponible en Google Play.
Sueños imperiales (Malik Vitthal, 2014)
Ópera prima muy celebrada en el Sundance Festival que radiografía con precisión qué significa ser negro y pobre en los Estados Unidos de hoy. El atribulado personaje que encarna el británico-nigeriano John Boyega (Finn en la saga Star Wars y uno de los artistas famosos que más han alzado la voz contra la discriminación racial en estos días) acaba de salir de prisión e intenta acercarse a su hijo y reordenar su vida. Pero choca frontalmente con la frialdad y el absurdo de la burocracia estatal: cuando quiere conseguir empleo, le piden un carnet de conducir que le fue confiscado por las mismas autoridades que plantean esa exigencia. Y también 8.000 dólares que no tiene como condición para recuperarlo. Disponible en Netflix.
Luz de luna (Barry Jenkins, 2016)
Después de cosechar calurosos elogios con su ópera prima (Medicine for Melancholy, de 2008), Barry Jenkins tardó ocho años en filmar su segundo largo. La espera valió la pena: consiguió muy buenas críticas y ocho nominaciones al Oscar con esta emotiva película de bajo presupuesto dividida en tres segmentos que narran la infancia, la adolescencia y madurez de Chiron, un afroamericano que crece en un conflictivo suburbio de Miami sin el apoyo fundamental de una figura paternal, pero encuentra un aliado muy poco convencional: el dealer que Mahershala Ali (el hábil lobbysta de House of Cards) interpreta con una sensibilidad extraordinaria. Disponible en Netflix.
Lucha por la libertad (Gary Ross, 2016)
Sobreviviente de la Guerra Civil estadounidense en el siglo XIX, Newton Knight, un pobre campesino de Mississippi interpretado con solvencia por Matthew McConaughey lidera un grupo de desertores confederados contra la esclavitud en el condado de Jones, se casa con una ex esclava negra (la inglesa Gugu Mbatha-Raw) y establece la primera comunidad mestiza de la región. La película está basada en la historia real de un héroe poco reconocido por la historiografía más convencional y tiene un tono marcadamente épico, en sintonía con la odisea que se propone narrar. Disponible en Netflix.
El matrimonio Loving (Jeff Nichols, 2017)
Otra historia basada en un hecho real: la de una mujer negra y un hombre blanco que se casan a fines de los años 50 en Washington y luego vuelven a su casa en Virginia, su lugar de origen, un estado religioso y mucho más conservador donde muchísima gente cree firmemente que Dios creó razas diferentes con el propósito de que no se mezclaran. Suena delirante, pero sucedía. Y fue el caso de los Loving, que llegó al Tribunal Supremo de Justicia, el que logró que se derogara una ley que impedía los matrimonios interraciales. La película lo cuenta con un tono sobrio, alejado del efectismo, y esquiva con inteligencia los tópicos más comunes de los juicios filmados. Disponible en Flow.
¡Huye! (Jordan Peele, 2017)
Jordan Peele es uno de los directores más interesantes del cine estadounidense actual. Llamó por primera vez la atención con esta película de terror de bajo presupuesto y enorme suceso (costó 4 millones y medio de la dólares y recaudó más de 255) protagonizada por una pareja interracial que, en busca de un fin de semana idílico, se encuentra en cambio con una auténtica pesadilla. Peele hurga en el corazón de las tinieblas estadounidense como también lo haría después con Nosotros, otra película aventurada e inquietante. "Quise hacer un film terrorífico que también tenga humor y empuje al espectador a pensar", declaró el cineasta en la época del estreno. Lo logró con creces. Disponible en Flow.
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