Diez grandes películas de Hollywood que cumplen veinte años
Hace exactamente dos décadas, Hollywood atravesó uno de sus mejores años. La industria daba lugar a producciones de todo tipo, llevadas adelante por nuevos talentos o monstruos consagrados.
Si bien algunas franquicias comenzaban y otras continuaban (como Star Wars o Matrix), el boom del DVD facilitó la salida de títulos atípicos, confiando en que las películas podían tener un fructífero ciclo de vida en el mercado doméstico. De ese modo, 1999 se revela como un año de gran esplendor para la industria; a continuación, una lista con diez títulos que dan prueba de eso.
1. El club de la pelea
David Fincher era resultado directo de la generación MTV. Su prolífico trabajo en el campo de los videos musicales lo llevó a convertirse en un maestro de esa escuela vagamente denominada como la de "estética de clip". En parte, ese concepto se vincula al uso de rápidas imágenes en sucesión, aunque peyorativamente también suele estar asociado con una falta de sustancia por detrás de esa licuadora de colores estridentes e imágenes fugaces. Pero Fincher podía combinar una estética cargada de adrenalina, con personajes jugosos frente al relato, y así lo demostró con El club de la pelea.
La película se centraba en la vida de un gris oficinista (Edward Norton) que, agobiado por las presiones del día a día, lo dejaba todo para afiliarse a una atípica doctrina propuesta por Taylor Durden (Brad Pitt). En ese nuevo status quo, las peleas eran el núcleo físico, social y emocional de un grupo que pronto se convirtió en milicia. Fincher logró aquí la gran pieza de su primera etapa como director, adaptó el libro original de Chuck Palahniuk con eficacia y lo dotó de la carne y sangre que la novela exigía. Su inesperado final (que no revelaremos porque no estamos seguros sobre la vigencia del spoiler) aún conserva su contundencia. En los años posteriores, el director se refugió en estructuras más clásicas, logrando enormes títulos como Red Social o Zodiaco, pero esa ya es otra historia.
2. Sexto Sentido
El largometraje de M. Night Shyamalan pone en evidencia que a finales de siglo, Hollywood tomaba muy en serio a los directores que mostraban un profundo conocimiento del cine como industria. Sexto sentido es mucho más que una vuelta de tuerca sobre el final, es una obra con una cuidada construcción de dos personajes que cambian de roles, y cuya mirada como parte de un todo, muta constantemente.
El psicólogo interpretado por Bruce Willis se entiende no a través de su matrimonio, sino a través de su profesión, y el pequeño Cole (Haley Joel Osment) se define no a través de su rol de hijo, sino como el dueño de un don que lo atormenta. Y en el medio, la relación entre ambos les permitirá entender más sobre sí mismos y quizá no superarlos, pero sí amigarse con sus fantasmas personales (dicho eso en todas sus lecturas, obviamente). Sexto sentido fue el éxito comercial del año, revitalizó el género y demostró que estrellas de primera linea como Willis, podían capitanear obras maestras de terror. Shyamalan rápidamente se convirtió en el niño mimado de la industria, y medios especializados (algo apresurados, quizás) lo bautizaron "el nuevo Spielberg".
3. Las vírgenes suicidas
La novela escrita por Jeffrey Eugenides contaba la trágica historia de cinco hermanas que se quitaban la vida. El tono íntimo del libro y el turbulento universo emocional de las Lisbon parecía imposible de abordar desde el cine, pero Sofía Coppola demostró tener la sensibilidad perfecta para traducir en imágenes esa saga.
La joven realizadora solo había realizado un corto (el gran Lick the star) y para su primera película se metió en una obra rara, casi maldita. Fue precisamente esa rabia semi adolescente la que le permitió plasmar con eficacia ese relato de bombachas bordadas y cartas de amor en forma de vinilos gastados. En su debut, Coppola mostró una habilidad insoslayable que iba más allá de su apellido. La vírgenes suicidas estuvo muy lejos de ser un éxito comercial, y en muchos países (entre ellos Argentina) solo llegó al mercado hogareño, pero la industria facilitó que una directora diera un gigantesco primer paso y que pronto se convierta en una de las voces más importantes de su generación.
4. American Pie
1999 fue un año muy importante en el cine protagonizado por adolescentes. La tradición hollywoodense de largometrajes dedicados a explorar el mundo hormonal de los jóvenes encontró en American Pie uno de sus mayores exponentes.
La película de los hermanos Paul y Chris Weitz presentaba a cuatro amigos que ante la inminencia de la universidad, se proponían un objetivo claro: acostarse por primera vez con una mujer. No es un disparador demasiado original, desde luego, pero el carisma de sus protagonistas le dio al género un aire renovado, animándose a hablar en tono descontracturado sobre la amistad y el agridulce sentimiento de una etapa que termina y otra que comienza.
No era una pieza ambiciosa ni se animaba a explorar matices de ningún tipo, pero sin embargo American Pie logró un lugar destacado en el podio del género. Varios de sus protagonistas se convirtieron en estrellas (algo fugaces), y la película fue casi el canto de cisne de un género que por fuera de Superbad, Juno, Easy A o Chicas pesadas, no proliferó demasiado en lo que va del siglo XXI.
5. Toy Story 2
Cuando Pixar lanzó Toy Story, el salto en términos de animación fue abismal. El proyecto comandado por John Lasseter demostró que los juguetes podían tener una mirada de profunda complejidad, dándole fluidez y emoción a personajes que hasta ese momento no emanaban calidez de ningún tipo.
A cuatro años de su estreno, en Pixar volvieron a apostar por esa saga y así llegó una secuela que superó a la original. Woody y Buzz volvían a reunirse para una ventura en la que se enfrentaban a la peor pesadilla de cualquier juguete: ser separados de su dueño. De ese modo se ponía sobre la mesa una máxima que, en épocas de coleccionistas obsesivos, sigue vigente: los muñecos están para jugar, para liberarse de sus cárceles de plástico y estallar en esos mundos que inventan los niños.
El estreno de Toy Story 2 terminó de instalar una nueva manera de concebir la animación, enamoró a los adultos y conquistó a la crítica (aunque hoy nadie lo dude, en algún momento se entendía que el mal llamado cine infantil no solo era mayoritariamente mediocre, sino también imposible de disfrutar por alguien mayor a los 12 años). Pronto Disney comprendió que su alianza con Pixar era la clave en el futuro de los largometrajes digitales, y compró la empresa para ponerla bajo su ala, llevando a Lasseter al puesto de jefe máximo de la compañía del mítico ratón.
6. Un lugar llamado Notting Hill
No hay mayor injusticia que el de agrupar películas, series, historietas o discos, bajo la repudiable categoría del "placer culposo". Una obra conmueve o no, apasiona o no, y eso nada tiene que ver con un imaginario escalafón que divide al arte mayor del presuntamente menor. Y Un lugar llamado Notting Hill, en más de una oportunidad, cargó con esa mochila.
El romance entre un hombre común y corriente (y torpe, porque lo encarnaba Hugh Grant ) y una estrella de cine (Julia Roberts) fue el marco de esta enorme historia que no tardó demasiado en ser un hit. El largometraje se estrenó en una época en la que dos nombres fuertes podían garantizar un éxito de taquilla, y el film se coronó como uno de los más vistos a nivel mundial durante 1999. Un lugar llamado Notting Hill fue la última gran comedia romántica del siglo pasado, y la enorme química entre Grant y Roberts hace que los fans de la película aún sueñen con una reunión entre ambos.
7. 10 cosas que odio de ti
Aparte de la mencionada American Pie, 1999 entregó varios títulos con adolescentes, y si bien hubo algunas fallidas aunque populares (Juegos sexuales) y algunas absolutamente atípicas pero maravillosas (Election), 10 cosas que odio de ti fue la que quedó anclada en un lugar muy especial para la cinefilia. Ante todo por contar con un Heath Ledger que, a fuerza de carisma, se adueñó de la historia, pero también por convertir una obra de Shakespeare en una fábula joven de amores y desamores, de adolescentes rebeldes y tiernas declaraciones románticas.
Al momento de su estreno, no fue un título especialmente taquillero e incluso perdió dinero; sin embargo, el paso del tiempo lo convirtió en un clásico contemporáneo. Nuevas generaciones de adolescentes que tenían pocos años cuando el film se lanzó (o que no habían nacido), aún la descubren a través de DVD o plataformas streaming. Es que 1999 fue un período tan prolífico, que incluso entre "películas del montón" se podían encontrar obras de un valor enorme.
8. Los muchachos no lloran
La directora Kimberly Pierce era solo una estudiante de cine cuando se enteró del caso de Brandon Teena, un joven trans que fue asesinado y violado por un grupo de hombres en 1993. Conmovida por esa noticia, Pierce indagó y, años más tarde, dijo en una entrevista: "Desde el primer minuto que leí sobre Brandon, me enamoré de él. De la intensidad con la que vivía su deseo de ser un muchacho, y de no contar con modelos de conducta para lograrlo. El caudal creativo de esta persona me resultó absolutamente abrumador". A partir de ahí, la realizadora estudió a fondo el mundo de Teena, cómo fue su vida y su cruel final.
Convencida que esa era la historia que quería contar para su ópera prima, comenzó un peregrinaje para obtener el presupuesto suficiente para llevar adelante un biopic poco habitual para Hollywood. Con solo dos millones de dólares, finalmente pudo realizar Los muchachos no lloran, una película que obtuvo elogios de la crítica y el público, y que incluso le valió su primer Oscar como mejor Actriz a Hilary Swank. La importancia del film también generó conciencia sobre los violentos casos de transfobia que habitaban (y habitan) en Estados Unidos y el mundo.
9. El proyecto Blair Witch
En una era muy lejana a las redes sociales, a los trending topic y demás, El proyecto Blair Witch fue un fenómeno que se adelantó a la creación de esas tendencias.
La película de Eduardo Sánchez y Daniel Myrick retrata con estética documental la búsqueda de unos jóvenes por descubrir qué se esconde detrás del mito de la bruja Blair. Los protagonistas se sumergen en un bosque que poco a poco se torna hostil, hasta alcanzar un clima de tensión insoportable que culmina en un violento golpe de cámara.
Al momento de su estreno, El proyecto Blair Witch era un fenómeno social gracias a la original publicidad de sus creadores, que promocionaron el largometraje como un found footage (es decir,como una filmación real de un supuesto grupo de amigos que fue eventualmente encontrada). Carteles que denunciaban la desaparición de los personajes como si fueran personas reales y otros recursos similares hicieron de este uno de los eventos cinematográficos del año.
10. Dogma
Luego de nacer en la autogestión (Clerks), tener un fallido paso comercial (Mallrats) y una nueva reivindicación en el indie (Chasing Amy), en 1999 Kevin Smith regresó a la industria con un ambicioso y personal proyecto. Dogma cuenta la historia de dos ángeles que tras ser expulsados del cielo, encuentra la forma de regresar al paraíso. Por designio divino, la encargada de detenerlos es una mujer que trabaja en una clínica de interrupción de embarazos, y que contará con la ayuda del decimotercer apóstol (que fue borrado de la Biblia por afroamericano), y por dos héroes improbables llamados Jay y Silent Bob.
El elenco presenta a Linda Fiorentino, Ben Affleck, Matt Damon, Alan Rickman, Chris Rock, Salma Hayek y hasta Alanis Morissette. Una apuesta como Dogma, vista en retrospectiva, resulta imposible de realizar en el Hollywood actual. Y no solo por su polémica lectura sobre varios mitos bíblicos, sino también por poner una millonaria suma y una generosa lista de estrellas al servicio de un director más interesado en divertirse con sus amigos de la industria que por pertenecer a la misma.
Que Disney haya aceptado financiar un film tan volátil, solo se entiende como el descuido de un Hollywood que se encontraba en un momento de gran explosión creativa. Y gracias a eso, Smith entregó una de sus mejores piezas.
De yapa: Silvia Prieto
Aunque a miles de kilómetros de Hollywood, 1999 también es un momento muy especial para el cine argentino, porque en ese año se estrenó Silvia Prieto, la segunda película de Martín Rejtman y seguramente una de las más grandes comedias nacionales.
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