Diez biopics musicales imperdibles
El interés que generó a su alrededor Rapsodia Bohemia, y el éxito del film basado en Rodrigo, demostraron una vez más que las estrellas musicales son fuente inagotable de enormes historias. Y el público, ávido por descubrir a la persona detrás del personaje, se vuelca masivamente a las salas. Por ese motivo, repasamos cinco biopics que evidencian la grandeza de ese subgénero.
Love and Mercy
Luego de encerrarse semanas en su estudio decidido a romper los límites sonoros de la época, Brian Wilson, de los Beach Boys, dio a luz su pieza más personal. Editado en 1966, Pet Sounds aún es un disco imprescindible, y el tortuoso proceso creativo que atravesó su autor fue uno de los momentos más plenos, pero también más intensos de su trayectoria. En Love and Mercy, Bill Pohland se adentra en la vida íntima de Wilson y cómo muchos años después de ese trabajo, logró vencer a los fantasmas que lo persiguieron desde su juventud. El acierto del director es estudiar al artista a través de Pet Sounds, porque ahí se condensa su atormentada identidad. Pohland retrata la evolución de los Beach Boys, y cómo una alegre banda surf mutó hacia lugares inesperados. Y la interpretación de John Cusak y Paul Dano en las distintas edades del músico, convierten a esta película en una verdadera obra maestra que dignifica a ese gran disco que, entre otras cosas, sirvió incluso para inspirar a los Beatles.
Sid & Nancy
Hay una formula fácil y otra difícil de encarar una biopic musical. La fácil, es la de contar el ascenso, caída y renacimiento de un músico a través de los puntos altos y bajos de su vida, una estructura impersonal que no suele asumir demasiados riesgos (Walk the Line o Ray son buenos ejemplos de eso). La segunda fórmula, mucho más rica pero compleja en su ejecución, es la de tomar un aspecto clave en la carrera de una figura y a partir de ahí desarrollar la esencia de ese personaje/persona. Lo hizo John Carpenter con su versión de Elvis, y también Alex Cox con su film basado en Sid Vicious (Gary Oldman). Luego de una ópera prima brillante llamada Repo Man, Cox se sumergió en la anarquía y realizó este proyecto que hace eje en un vínculo que terminó en homicidio. Y para esa historia inundada de violencia, excesos y punk, pensó una puesta en escena que se mimetizara con el contenido, con una sucesión de secuencias caóticas a tono con la volátil trama. Si bien en 1986 no gozó de mucha popularidad, el paso de los años hizo de Sid & Nancy un título de culto.
Straight Outta Compton
Aunque en la Argentina se estrenó sin pena ni gloria, su ingreso al catálogo de Netflix permite redescubrir el film basado en NWA, la banda de gangsta rap que en los ochenta rompió los moldes del género. Gracias a su hit "Straight Outta Compton", un grupo de afroamericanos de origen humilde pudo denunciar las miserias que sufría bajo el yugo de un Estado ausente y una policía racista. Pero Eazy E (Jason Mitchell), un joven proyecto de mafioso, encontró en el rap el micrófono más potente, y la película revela cómo al ritmo de "Fuck the police", la banda se convierte en la voz de una minoría ignorada. El largometraje triunfa en mostrar con nervio la dura realidad de Easy E, Ice Cube (O'Shea Jackson Jr.) y Dr. Dre (Corey Hawkins), y por qué NWA es un grupo ineludible en el libro oculto de la historia musical de los Estados Unidos.
Casi famosos
En el año 2000 Cameron Crowe escribió una carta de amor en forma de película a su propio pasado, a esa juventud perfecta en la que siendo periodista de Rolling Stone, fue testigo privilegiado de la escena musical de los setenta. Como cronista, Crowe se dio el gusto de entrevistar a muchos artistas y asistir a conciertos míticos de la época, y ese cóctel de experiencias lo volcó en Casi famosos. Pero lo interesante del largometraje, más allá de su romántica recreación de ese período, es Still Water, la banda ficticia eje de la historia. El realizador muestra al grupo desde el cliché, con groupies, excesos y fiestas interminables, para, de a poco, introducirse en su corazón. De esa manera surge una dinámica privada, con miserias, egos y debilidades de figuras que parecen casi dioses. Y en el núcleo de ese mundo, una fan que se revela como el corazón del relato. El director basó su film en anécdotas de bandas como Led Zeppelin, y las combinó con vivencias de su familia. De ese modo ficción y realidad se cruzaron, y aunque Still Water no existe, Casi famosos es una biopic perfecta sobre la época más fructífera que tuvo el rock de los Estados Unidos.
I´m Not There
Al margen de sus logros artísticos, Bob Dylan tiene el don de gatillar la creatividad de muchos que se cruzan con su trabajo. Y él, un poco como Bowie, es mil personas en una, es un sinfín de etapas estéticas y musicales contenidas en un individuo que se reinventa una y otra vez. Por ese motivo, I´m not There es uno de los grandes films alrededor no solo de su figura, sino también de su obra. El director Todd Haynes estrenó en 2007 esta película coral en la cual actores y actrices (porque ahí estaba Cate Blanchett más Dylanesca que nunca) interpretaron al ícono en distintos momentos de su vida. De esa manera, Haynes pasea placenteramente por el Dylan folk, el Dylan rock, el artista político e incluso el Bob modo leyenda. Y sus muchas pieles conviven en un título que tiene altos y bajos, pero que es el experimento más fiel que podía dar el cine en su intento por capturar la esencia del gran músico del siglo XX.
De yapa: otras propuestas atípicas
Gimme Shelter: este documental es testigo del fin de una era, del instante en el que a golpe de puñal, un Ángel del infierno asesinó a un espectador en un recital gratuito de 1969. En el escenario, los Rolling Stones intentaban mantener la llama de la paz, mientras que (literalmente) el público se mataba, probablemente porque la guerra de Viet Nam se había devorado el lado más luminoso del sueño americano. Un film imprescindible y un triste epílogo de Woodstock.
This is Spinal Tap: este es un falso documental se ríe del rock porque lo estudió concienzudamente. Y el encanto de las canciones de ese grupo de fantasía llamado Spinal Tap, alcanzó para que espectadores desprevenidos piensen que ellos realmente existían. Esa feliz confusión dio por resultado que los actores salieran a dar conciertos enfundados en esos conflictuados metaleros. El largometraje es una verdadera joya, que incluso se marida mejor con Walk Hard, otra comedia perfecta sobre la música y su historia.
Inside Llewyn Davis: parcialmente basada en la vida de Dave Van Rock, la película condensa a través de su protagonista (Oscar Isaac) las miserias de muchos compositores que quisieron, pero no pudieron, ser voces de su generación. Y en ese camino repleto de frustraciones, una felicidad efímera aparece cada vez que Llewyn interpreta sus canciones liberadoras. Un poco como la gran Velvet Goldmine, esta épica folk de los Coen capturó la esencia de un género musical para convertirlo en un bello ejercicio de nostalgia.
Linda linda linda: no trata sobre un artista, sino sobre una canción. El film japonés de Nobuhiro Yamashita es un coming of age notable, y se centra en un cuarteto de alumnas que decididas a hacer un cover de la banda punk The Blue Hearts, navegan fluidamente por una agridulce adolescencia.
Last Days: Gus Van Sant se zambulló en el final de un presunto Kurt Cobain (Michael Pitt), y lo retrató de manera muy distante a la estampita rebelde que los medios se cansaron de vender. Desde su visión, el músico parece un zombie que navega por una vida destinada a apagarse prematuramente.
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