Diez años de la muerte de Troisi
Lo recuerda Maria Grazia Cucinotta
CORRIERE DELLA SERA.- "Cuando yo era sólo una muchacha que deseaba convertirse en actriz conocí, por medio de mi amiga Nathalie Caldonazzo, a un joven al que había visto solamente en el cine. Tenía ojos risueños pero también una extraña melancolía. Era Massimo Troisi. Yo no sabía entonces que habría de deberle sencillamente todo -evoca Maria Grazia Cucinotta, la Beatriz de «El cartero»-. Me cuesta recordar a Massimo.
-¿Por qué?
-Experimento un profundo pudor en el hecho de buscar las palabras capaces de definirlo, de reencontrar a aquel hombre que, aun cuando sufría, sabía hacer sonreír a todos diciendo: "Mis amigos me han regalado y restituido el corazón. El mío es rengo, malformado; es un corazón diabético, pero siempre listo para el cine y los amigos".
-Se escriben memorias sobre él, se desempolvan anécdotas...
-Me gusta recordar algunas palabras del director Michael Radford: "Nuestro Massimo es una de esas personas que escuchan su alma, que exploran el mundo. Yo lo trato como un cristal, estoy atento a no opacarlo. Sé bien que me ha llamado sólo porque quería ser ayudado a recorrer su historia de amor con el cine, la misma, en el fondo, que el cartero de la película tiene con la poesía."
-¿Cuándo aprendió a conocer verdaderamente a Troisi?
-Lo encontré para hacer una prueba después de la insistencia de Nathalie, su novia. Me pidió que leyera un fragmento, me sonrió. Sentí rápidamente que estaba enamorado de ese film que tanto había soñado, porque nos explicó a Radford y a mí: "El poeta y el cartero me recuerdan a ciertas amistades que nacen en vacaciones, bajo el sol, cerca del mar, pero que pueden durar para siempre".
-¿Y durante la filmación?
-Lo comprendí a fondo sólo en el set. Cuando estaba cansado, cuando fue necesario interrumpir las tomas durante algunas semanas a causa de su salud, cuando me decía que se sentía siempre solo.
-¿Qué le queda de Massimo?
-Su simplicidad, que lo hacía tratar a todos, desde los grandes nombres hasta el último asistente, de mismo modo, sus hábitos de hombre común que escondían una sensibilidad especial y una frase suya, repetida como un latiguillo, para darme coraje, para tomarme el pelo con ternura: "Pero vos, Maria Grazia, ¿sabés que estás haciendo un film importante?"