Desventuras de una familia genial
"Los excéntricos Tenenbaum" ("The Royal Tenenbaums", Estados Unidos/2001). Dirección: Wes Anderson. Con Gene Hackman, Anjelica Huston, Ben Stiller, Gwyneth Paltrow, Luke Wilson, Bill Murray, Danny Glover, Seymour Cassel, Owen Wilson y Kumar Pallana. Guión: Wes Anderson y Owen Wilson. Fotografía: Robert Yeoman. Música: Mark Mothersbaugh. Diseño de producción: David Wasco. Edición: Dylan Tichenor. Producción de Touchstone Pictures presentada por Buena Vista International. Duración: 109 minutos. Para mayores de 13 años.
Nuestra opinión: muy bueno.
Si en sus dos películas anteriores ("Buscando el crimen" y "Tres es multitud") Wes Anderson ya se mostraba como uno de los directores más sorprendentes y desenfadados del nuevo cine independiente norteamericano, con "Los excéntricos Tenenbaum" alcanza un nivel de imaginación y creatividad decididamente infrecuentes dentro del panorama artístico estadounidense.
Anderson realiza una impiadosa descripción de las desventuras de una familia de genios venida a menos, apelando una vez más a una catarata irrefrenable de personajes, conflictos, gags, guiños estéticos y literarios. Y es en esta acumulación, en este vértigo, donde la película alcanza -como sus protagonistas- rasgos de genialidad, pero también se torna por momentos hermética, confusa, irregular. Es que el director, como les ocurre también a otros talentosos realizadores de la nueva camada indie, como Spike Jonze ("¿Quieres ser John Malkovich?"), Todd Solondz ("Felicidad"), David O. Russell ("Flirting with disaster", "Tres reyes") o Paul Thomas Anderson ("Boogie Nights", "Magnolia"), parece tener demasiadas ideas ingeniosas y una ansiedad casi incontinente por ofrecérselas todas juntas al espectador.
En esta comedia de compleja estructura coral, que está narrada como si se tratara de la transposición de una falsa novela (con una voz en off de claras connotaciones literarias a cargo de Alec Baldwin) y es protagonizada por un notable elenco de estrellas, coexisten con bastante armonía un humor negrísimo para retratar a estos "excéntricos" perdedores y una mirada sensible y en el fondo querible hacia las miserias y flaquezas de sus atribuladas criaturas.
Así como Jean-Pierre Jeunet construyó en "Amélie" un París idealizado, casi de ensueño, aquí Anderson ambientó su relato en una Nueva York de cuentos de hadas, una ciudad reconocible en varias de sus costumbres pero al mismo tiempo surrealista y anacrónica.
Anderson se nutre de múltiples referencias, desde el sofisticado humor judío de Woody Allen hasta la sátira más popular de "Los locos Addams", pasando por una descripción de la aristocracia del Upper East Side de Manhattan en la línea de su admirado J. D. Salinger y una colorida puesta en escena que remite a dos de los grandes ídolos cinematográficos del director: Preston Sturges y Jean Renoir. Esa multiplicidad de fuentes, registros y estilos artísticos confluye y da vida a un universo propio, pleno de hallazgos y propuestas, que cada espectador tendrá la posibilidad de ir descubriendo y decodificando a su manera.
Capacidad histriónica
La trama está construida en torno de Royal Tenenbaum (una muestra más de la capacidad histriónica de Gene Hackman), un ex abogado famoso que, luego de purgar varios años en la cárcel y de soportar el escarnio público, intenta conseguir la compasión de su esposa Etheline (la gran Anjelica Huston) y reunirse también con sus tres hijos, niños prodigio devenidos adultos dominados por todo tipo de neurosis: Chas (Ben Stiller), que alguna vez fue un superdotado para las finanzas y hoy educa como puede a sus dos hijos; Margot (Gwyneth Paltrow), una niña adoptada con dotes de eximia escritora y que ahora es incapaz hasta de fumar en público, y Richie (Luke Wilson), otrora campeón de tenis profesional.
En torno de esta familia disfuncional por donde se la mire pululan otros personajes secundarios que Anderson (coguionista del film junto con el también actor Owen Wilson) maneja con suerte diversa: desaprovecha en parte el enorme talento para la comedia que tiene Bill Murray (el neurólogo que no conoce las facetas oscuras de su esposa Margot), pero se luce con el vecino Eli (precisamente interpretado por Owen Wilson), un exitoso escritor de penosos westerns; con Henry (Danny Glover), el pragmático y gentil contador y pretendiente de Etheline que obviamente rivaliza con Royal; el incondicional mayordomo indio Pagoda (hilarante Kumar Pallana), y Dusty (Seymour Cassel), fiel ladero del personaje de Hackman.
Con el mismo equipo de eficaces colaboradores que lo acompañaron en sus trabajos previos, con una excelente utilización de la banda sonora en la que vuelven a aparecer clásicos de los Rolling Stones, The Velvet Underground, The Clash, Bob Dylan, Van Morrison, John Lennon o Paul Simon, con la exuberancia y el desparpajo que a estas alturas ya conforman su sello personal, Anderson ratifica su excelente presente y su brillante futuro. Sólo le falta alcanzar la suficiente madurez como para pulir de manera más acabada su proverbial estilo, para condensar sus ambiciones algo desmedidas en pos de un mayor impacto y profundidad, y para que, así, el eximio solista que ya es le ceda un mayor espacio al lucimiento de la orquesta que lo acompaña. Talento e inteligencia no le faltan.
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