Demon Slayer: Rumbo al entrenamiento de los pilares es sólida aventura animada y la puerta de entrada a un género
La nueva entrega de la saga de peleas es una atractiva puerta de entrada al mundo de la animación japonesa
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Demon Slayer: Rumbo al entrenamiento de los pilares (Japón/2024) Dirección: Haruo Sotozaki. Guion: Ufotable. Fotografía: Yuichi Terao. Edición: Manabu Kamino. Calificación: apta para mayores de 16 años. Distribuidora: UIP. Duración: 104 minutos. Nuestra opinión: muy buena.
Hay un dato no menor en el estreno de Demon Slayer: rumbo al entrenamiento de los pilares, y es que su lanzamiento en Japón fue el pasado 2 de febrero, hace apenas 20 días. Ese paréntesis de tres semanas es el lapso más breve que jamás tuvo un film de animación con respecto de su estreno original entre Japón y su posterior lanzamiento en Latinoamérica. Desde luego, no es un dato menor.
La franquicia Demon Slayer (cuyo primer largometraje, producido en 2020, aún es el título más visto en la historia de Japón) es una verdadera gallina de los huevos de oro y su éxito se encolumna detrás de otros hits nipones en la línea de Dragon Ball, One Piece o Los caballeros del zodíaco. Y continuando la estela de esos productos, aquí la trama presenta un esquema similar, en donde un joven luchador se esforzará hasta lo indecible en el camino a convertirse en un poderoso guerrero, capaz de derrotar a un temible villano. De ese modo, aquí el héroe de la historia es Tanjiro Kamado, un muchacho de campo que pierde a casi toda su familia a manos de un salvaje demonio. La única sobreviviente de la masacre es su hermana Nezuko, cuya humanidad fue contaminada por un instinto demoníaco, pero a quien Tanjiro decide defender en busca de una cura. A lo largo de su épica personal, el héroe conocerá aliados y enemigos, y no cesará en su esfuerzo por superarse a sí mismo una y otra vez, hasta plantarle cara al temido Muzan, líder de los demonios.
Este film es apenas un eslabón más dentro de una gigantesca saga que, publicada en historieta entre 2016 y 2020, se está adaptando de a poco para televisión y cine. Con 55 episodios estrenados, y varias películas que sirven como puente entre cada una de las temporadas televisivas, es un hecho que la idea de ver este largometraje le resultará desalentadora a cualquiera que no conozca la obra, ya que Demon Slayer: Rumbo al entrenamiento de los pilares es una pieza más dentro de un inmenso rompecabezas. Pero eso no le quita mérito al film, sino todo lo contrario, porque es una película notablemente sólida.
La aventura que desarrolla, las relaciones entre los personajes, la belleza que habita en los (pocos) momentos reposados de su historia y la fuerza cinematográfica en cada una de sus peleas, se traduce en una energía fílmica fascinante, que bien puede seducir a quienes suelen escaparle al cine animado japonés. Que un espectador no esté familiarizado con Tanjiro, que no le interese demasiado de dónde viene su lucha y hacia dónde va o que la idea de los Pilares le resulte ajena no atentará contra el disfrute de un largometraje centrado en la heroicidad y la inoxidable batalla del bien contra el mal. Y a través de personajes con los que resulta fácil empatizar, este título se revela como una oportuna puerta de entrada a un universo (el del animé en general, y no solo el de Demon Slayer) de imperdibles riquezas.
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