Del tiburón de Steven Spielberg a los zapatos de Dorothy, el Museo de la Academia es el paraíso de los fanáticos del cine de Hollywood
Los objetos de las producciones cinematográficas más célebres conviven con una nueva narrativa de la industria en el centro inaugurado en Los Ángeles
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En febrero de 1915, una película proyectada en el Auditorio Clune, en el centro de Los Ángeles, puso a aplaudir a rabiar a los 1.000 asistentes. Los espectadores, según los periódicos de ese día, saltaban en las butacas y daban pisotones de emoción tras una función de tres horas acompañada con una orquesta de 40 músicos. Era El nacimiento de una nación, la cuestionada película que coloca como héroes a los integrantes de Ku Klux Klan. Su proyección en la Costa Oeste fue la primera toma de temperatura de la película semanas antes de su estreno oficial en Nueva York, cuando se convirtió en un éxito e hizo a su director, D. W. Griffith, una de las primeras leyendas para una industria naciente, años antes de que se consolidaran los grandes estudios de Hollywood, como Paramount, MGM, Fox, RKO y Warner Bros.
El edificio alberga ahora miles de objetos que forman la memoria colectiva de los aficionados al cine. Los pequeños zapatos rojos de Dorothy, usados por Judy Garland en El mago de Oz, decoran el centro de una sala, solo a unos metros de la máquina de escribir Olympia donde Joseph Stefano creó el guion de Psicosis. En otro espacio conviven en varias vitrinas el traje de astronauta diseñado por Harry Lange para 2001: Odisea en el espacio con la criatura de La forma del agua, la cabeza del personaje de Arnold Schwarzenegger en Terminator, E. T. y otro extraterrestre no tan afable, la cabeza de Alien creada por H. R. Giger.
A unos cuantos kilómetros del hoy desaparecido teatro, propiedad de uno de los inversores de la película de Griffith, abrió sus puertas hace unas semanas el Museo del Cine de la Academia. El edificio, en el cruce de las calles de Fairfax y Wilshire, promete convertirse en un nuevo lugar de peregrinación para los amantes del cine y los turistas de la ciudad, a metros del muy concurrido museo LACMA, en un edificio que fue una tienda departamental hasta 1992. El rediseño, iniciado en 2015, estuvo a cargo del taller del arquitecto italiano Renzo Piano, que conservó la fachada de estilo modernista de finales de los años treinta. El centro también cuenta con dos salas de exhibición de última tecnología: el teatro David Geffen, con 1.000 butacas, y el Ted Mann, que puede acoger hasta 288 espectadores para proyectar estrenos y ciclos de cine.
No todo son objetos. El museo también enseña el nuevo rostro de Hollywood. Un paseo por sus primeras exposiciones (el precio de la entrada general es de 25 dólares) revela que la Academia ha digerido las polémicas recientes por las críticas de falta de diversidad y representación. El trabajo del equipo formado por 12 comisarios muestra que no existe una única versión de la historia del cine. La importancia de personajes como Griffith y su polémica obra maestra, que se exhibió ininterrumpidamente por más de una década en algunos Estados del Sur y tuvo una audiencia inicial de 25 millones de personas a pesar de su racista retrato de los negros, es apenas una nota al pie en el museo o una excusa para recuperar voces perdidas bajo el peso de otras famas.
Entre estas está la de Oscar Micheaux, un escritor que protestó por la visión de Griffith, hijo de un coronel confederado. Micheaux intentó llevar a la pantalla su novela The Homesteader (1917), sobre un hombre que aloja en un terreno en Dakota a seis personajes. Al no encontrar productor fue él mismo quien reunió el dinero y a un elenco mayoritariamente negro para iniciar el rodaje. El film se ha perdido, pero la Academia muestra en su selección algunos fotogramas de quien se convirtió en escritor, director, productor y distribuidor de más de 40 películas silentes y sonoras que intentaban contrastar con la dañina imagen que proyectaba el Hollywood temprano de su comunidad.
Micheaux es considerado por el comisariado como el cineasta negro más prominente en la primera mitad del siglo XX, aunque su obra permanece desconocida por la mayoría. “Hemos intentado descubrir a nuestros visitantes historias que no son tan bien conocidas”, señala Raúl Guzmán, uno de los comisarios del museo. El centro ha elegido a Micheaux como parte del primer grupo de seis iconos cinematográficos junto a Bruce Lee, la veterana editora de Martin Scorsese, Thelma Schoonmaker; el film de culto latino Las mujeres de verdad tienen curvas, el cinefotógrafo mexicano Emmanuel Lubezki y Ciudadano Kane, que pertenece al canon tradicional de Hollywood. En el museo se muestra el guion original de la obra de Orson Welles y el emblemático trineo que tiene un importante rol en la historia y que fue prestado por Steven Spielberg, uno de sus más importantes donantes.
Guzmán llegó desde el Smithsonian, poco después de que la Academia fuera duramente criticada tras nominar a 20 blancos en las cuatro categorías de actuación en los Premios Oscar de 2016. “Es importante abrirse a la pluralidad de voces y abrazar la diversidad. Siempre que hablamos de un icono del cine hay que preguntarse ‘¿icono para quién?’”, señala. En un momento del recorrido que guía para EL PAÍS, muestra las latas de maquillaje Max Factor que se utilizaban en la era dorada de Hollywood. Las tapas mostraban las tonalidades: egipcio oscuro, egipcio claro, indio o chino. Otra mostraba el betún oscuro con el que los actores blancos eran pintados para interpretar negros en lo que hoy se conoce como blackface.
El museo ha dedicado una sala a Spike Lee, donde el cineasta neoyorquino muestra sus influencias y los objetos que lo han ayudado en el proceso creativo en la carrera que comenzó con She’s Gotta Have It. El director no asistió a la edición del Oscar en 2016 como protesta. Tres años después ganó su primer premio de la academia por Guion adaptado por El infiltrado del KKKlan, una película donde critica El nacimiento de una nación.
Los visitantes de estas primeras semanas del nuevo hito angelino también podrán entrar en la mente de Pedro Almodóvar, que ha hecho 12 montajes de los temas que guían el cuerpo de su obra, iniciada en 1980, y que ha dejado 21 largometrajes. Estos temas son noir, el amante menguante, cuerpos, educación religiosa, culpa y dolor, musicales, comedia, Bergman y el melodrama, sexo y deseo, madres, el café Müller y familia.
El cuarto piso del museo, para exposiciones temporales, está dedicado exclusivamente al minucioso universo del japonés Hayao Miyazaki. Esta es la primera retrospectiva para los Estados Unidos del creador de los estudios Ghibli y ganador del Oscar por El viaje de Chihiro y otro galardón honorífico por su trayectoria. Esta muestra ha agotado los billetes en las primeras semanas y causado largas filas los fines de semana. Los Ángeles tiene al fin un nuevo sitio de peregrinaje para los amantes del cine en tiempos menguantes para las salas.
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