De Sergio Leone a Quentin Tarantino, los mejores duelos de la pantalla grande
Inquietantes, crueles, pero a veces también divertidos, los enfrentamientos siempre formaron parte de la historia del cine
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De acuerdo con la Real Academia Española, un duelo es “un combate o pelea entre dos, a consecuencia de un reto o desafío”. Desde lo cinematográfico, representa una oportunidad única para resolver tensiones latentes, revelar aspectos ocultos de la trama y definir la relación de poder entre los protagonistas. Y, por qué no, brindar un espectáculo visual deslumbrante con danzas de espadas, tormentas de balas o patadas coreográficas. Quizá por eso, la posibilidad de filmar una escena en la que dos hombres o dos mujeres se enfrentan arriesgando la vida subyugó a numerosos directores. Uno de ellos es Ridley Scott, cuya película El último duelo, ambientada en la Francia medieval, se estrena hoy en las salas de todo el país.
La nueva superproducción de Scott es un drama histórico acerca de dos hombres que deciden enfrentarse a duelo por el honor de una dama. La historia, basada en hechos reales, se remonta a la rivalidad entre dos caballeros, Jean de Carrouges (Matt Damon) y Jacques Le Gris (Adam Driver). Al parecer, los dos eran amigos hasta que este último fue acusado de violación por la mujer del primero, Marguerite (Jodie Comer, de la serie Killing Eve). Con un guion escrito a seis manos por Nicole Holofcener (Una segunda oportunidad), Damon y Ben Affleck –quien también actúa en el film-, marca además el regreso a la escritura conjunta del tándem de amigos que ganara el Oscar en 1997 por el guion de En busca del destino, de Gus Van Sant.
Sin embargo, esta no es la primera vez que Scott se sumerge en el mundo de los duelos de antaño, cuando el honor de los caballeros se dirimía con pistolas y espadas y no a fuerza de tuits. Para Los duelistas, su excelente debut cinematográfico de 1977, el cineasta británico se basó en la novela El duelo, de Joseph Conrad, ambientada en la época napoleónica. En el film, Harvey Keitel interpretaba a un tozudo húsar, el teniente Gabriel Feraud, obsesionado por retar a duelo a otro teniente, el tanto más amable Armand D’Hubert (Keith Carradine), por un incidente menor del pasado. Es así como el pobre D’Hubert se veía obligado a responder a los embates del otro durante más de 15 años. Ni siquiera lograba escapar a su destino una vez ascendido a capitán (las normas dictaban que dos militares de distinto rango no podían batirse a duelo): poco después de su nombramiento, el persistente Feraud conseguía el suyo.
Inquietantes, crueles, pero a veces también divertidos, los duelos siempre formaron parte de la historia del cine. Aquí, un repaso de algunos enfrentamientos inolvidables:
Érase una vez en el Oeste (Once Upon a Time in the West), de Sergio Leone (1968). Con un elenco de lujo integrado por Henry Fonda en el papel del cruel asesino de niños Frank, Charles Bronson como el misterioso Armónica, Jason Robards como el bandido Cheyenne y la voluptuosa Claudia Cardinale como Jill McBain, una exprostituta devenida en precoz viuda, esta obra maestra del spaghetti western es quizá uno de los mejores ejemplos de la importancia del duelo en términos narrativos. Y es que en esa escena del enfrentamiento final entre Frank y Armónica, en el que los dos hombres se miden caminando en círculos y mirándose a los ojos, quedan resueltas las dos grandes preguntas que atraviesan toda la película: ¿quién es ese hombre rudo que apenas habla y se la pasa tocando la armónica, y por qué persigue a Frank? El dramatismo de la escena se construye en base a la inigualable música de Ennio Morricone y la alternancia de planos abiertos, en los que se ve a los dos hombres en la inmensidad del desierto –es decir, expuestos a los caprichos de la naturaleza-, y de otros más cortos de sus miradas, que dejan en claro que el destino también se forja a base de decisiones humanas. El enigma acerca del rencor de Armónica hacia Frank, en tanto, queda resuelto en un estremecedor flashback, poco antes de que la relación de poder se dirima a los tiros. Disponible en alquiler en Apple TV y Google Play Películas.
Reto a muerte (Duel), de Steven Spielberg (1971). A veces la pericia de un cineasta se va construyendo de a poco, mientras que, en otros casos, es posible apreciarla con solo ver su ópera prima. Tal es el caso de Steven Spielberg y Reto a muerte. Concebida originalmente como telefilm, terminaría estrenándose en salas comerciales con escenas añadidas. En la película, Dennis Weaver encarna a un vendedor de traje y corbata que la pasa pésimo cuando, apenas sale a la ruta, comienza a ser acosado por el conductor de un enorme camión cisterna con impulsos asesinos. Desde hacerle señas para que lo sobrepase ¡justo cuando viene alguien por la mano de enfrente!, hasta dirigirse a toda velocidad contra su coche, el asesino sobre ruedas hace todo lo posible para eliminarlo. La situación es aún más angustiante porque ni el desesperado hombre de negocios ni el espectador logran saber jamás quién se encuentra detrás del volante del camión. Basada en un cuento de Richard Matheson, Reto a muerte anticipó el gran éxito de Spielberg de pocos años después, Tiburón. Solo que acá el hombre es perseguido por un camión sobre el asfalto y no por un enorme escualo bajo el agua. Disponible en alquiler en Apple TV.
Rápida y mortal (The Quick and the Dead), de Sam Raimi (1995). Este western del director de Spider Man se centra en un concurso de duelos organizado por el malísimo dueño de un pueblo del Lejano Oeste, Herod (Gene Hackman). El tipo es tan sádico que, con la competencia ya en marcha, decide cambiar las reglas: ya no pierde quien resulta herido, sino quien pasa a mejor vida. Entre los numerosos participantes del concurso destaca una bella cowgirl, Ellen, interpretada por Sharon Stone, cuyo único interés es batirse a duelo con Herod para borrarlo de la faz de la tierra. Estrenada a mediados de los 90, en pleno resurgimiento del western con películas como Los imperdonables (1992) o Wyatt Earp (1994), Rápida y mortal contaba con dos grandes figuras como Hackman y Stone, quien ya había filmado Bajos Instintos, y dos futuras estrellas: Russel Crowe y Leonardo DiCaprio. Para el australiano fue su primera película estadounidense e interpretó en ella a Cort, un exbandido reconvertido en un reverendo pacifista. Por su parte, Di Caprio se puso en la piel del joven pistolero Kid, el hijo no reconocido de Herod (hace poco Stone, que también era productora, reveló que le pagó el sueldo de su propio bolsillo porque el estudio no quería contratarlo). En total, la película incluye 11 duelos, entre los que se destaca el que enfrenta por fin a Elle y Herod. Raimi dijo alguna vez que había querido hacer de este film un homenaje a Sergio Leone y los spaghetti westerns, algo que se nota no solo en el trabajo de sonido y en los encuadres, sino en el final elegido. Al igual que en Érase una vez en el oeste, el villano (y el público) se enteran de quién es su perseguidora y de sus motivos a través de un flashback durante el duelo que, al igual que en el clásico de Leone, remite a un trauma infantil. Disponible en alquiler en Apple TV.
Matrix, de Lana y Lilly Wachowski (1999). El combate entre Neo (Keanu Reeves) y el agente Smith (Hugo Weaving) en una gris estación de subte en Matrix fue filmado con una técnica conocida como bullet time. Si bien hoy en día quizá sean más conocidas las parodias que inspiró en series como Los Simpson o películas como Scary Movie, lo cierto es que cuando fue empleada por las hermanas Wachowski poco antes del cambio de milenio, la cinefilia se volvió loca. La técnica en sí consiste en filmar escenas de acción en 360 grados y pasarlas en cámara lenta. Debe su nombre a la escena en que Neo esquiva una bala sobre el techo de un edificio en cámara lenta, doblando el cuerpo en 90 grados hacia atrás. La bullet time también fue usada para la secuencia en la que, en plena pelea en la estación, el hacker y su antagonista giran en el aire tomados del brazo como si estuvieran jugando al fideo fino. Más allá de sus efectos especiales, la escena también impacta por su belleza coreográfica, coordinada por el experto hongkonés en kung fu Woo-Ping Yuen, quien con esta película daría el salto a Hollywood y terminaría trabajando en las dos Kill Bill. Disponible en Netflix y en HBO MAX.
Kill Bill 2, de Quentin Tarantino (2004). Las dos películas acerca del raid asesino de Beatrx Kiddo (“B”), alias “Mamba Negra” (Uma Thurman), para vengar el baño de sangre que la tuvo como objetivo ideado por su exjefe Bill y su escuadrón de sicarios, cuentan con varios enfrentamientos memorables, entre otras cosas por estar protagonizados por mujeres. Sin embargo, después de clavarle un puñal en el corazón a Vernita Green mientras preparaba los cereales para su hija, eliminar a la colegiala asesina Gogo Yubari en un restaurante nipón y escalpar de un katanazo a la jefa de la yakuza, O-Ren Shii (Lucy Liu) en Kill Bill 1, uno de los duelos clave se produce en Kill Bill 2, cuando “B” queda frente a frente con Elle (Daryll Hannah), la villana del parche en el ojo. Este tête à tête encuentra a la ilustre vengadora cebadísima después de haber logrado salir de la tumba en la que la enterraron viva. Así, toda embarrada, llega al trailer donde se encuentra con Elle. El arribo de “B” es espectacular: aparece literalmente “volando” por la puerta con las piernas hacia adelante y estampa a Elle contra la pared. Lo que sigue es una pelea feroz que, como una suerte de decatlón, incluye piñas, cabezazos, patadas de kung fu, lanzamiento de latas, lámparas de pie, sillas, hundimiento de cabeza en el inodoro y algún que otro firulete con sus imponentes sables Hanzo. Sin embargo, “B” logra dar la estocada final a mano, abalanzándose sobre Elle y arrancándole su único ojo sano. Después se da el gusto de tirarlo al suelo y pisarlo (con el pie desnudo) como si fuera un quinoto maduro que acaba de caer de un árbol. La escena es clave porque funciona como justificación del nombre de guerra de “B”, que al igual que la “black mamba”, que esconde el secreto de su veneno, vence a su rival con un truco sacado como un as de la manga. Disponible en Netflix y en HBO MAX.
BONUS TRACK: El gato con botas, de Chris Miller (2011). El simpatiquísimo gato con botas surgido de la saga Shrek merecía una película propia y la tuvo después de las primeras cuatro entregas del ogro verde. Parte del atractivo de este felino espadachín se basó en el trabajo de voz de Antonio Banderas, quien también dobló la versión en español con su encantador acento andaluz. Una de las escenas más divertidas de esta película animada, que estuvo nominada al Oscar, es el duelo de baile al ritmo de música flamenca que protagonizan el gato con botas y un felino con máscara de cuero en una taberna gatuna. Hacia el final de esta rutina, repleta de pasos de baile hilarantes, el gato con botas descubre que su rival es nada más ni nada menos que una gata, Kitty (Salma Hayek), quien a partir de ese momento se convierte en la niña de sus ojos. Disponible en Movistar Play y Apple TV.
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