De México, con amores y humor
"Y tu mamá también" (Idem, México/2001, color). Dirección: Alfonso Cuarón. Con Gael García Bernal, Maribel Verdú, Diego Luna, Diana Bracho, Emilio Echevarría, Ana López Mercado, María Aura, Andrés Almeida, Verónica Langer, Arturo Ríos, Daniel Giménez Cacho. Guión: Carlos Cuarón y Alfonso Cuarón. Fotografía: Emmanuel Lubezki. Edición: Alfonso Cuarón. Presentada por Fox. Duración: 105 minutos. Sólo apta para mayores de 18 años.
Nuestra opinión: muy buena
Hay aquí dos amigos entrañables y una mujer que ocasionalmente deviene para ambos en objeto del deseo, y tal vez por esa similitud alguna crítica ha relacionado a "Y tu mamá también" con "Jules et Jim" y "Las cosas por su nombre". Pero la semejanza es apenas superficial y no sólo porque el film de Cuarón no tiene la ligereza poética o la delicadeza del de Franois Truffaut ni la desfachatez desafiante del de Bertrand Blier, sino porque su interés es otro.
Aquí se trata de dos adolescentes (muy actuales y muy identificados con la cultura urbana de México, aunque provienen de distintas clases sociales) y de una aventura veraniega que dejará huellas decisivas en la exploración de su propia identidad. El sexo es asunto que predomina (y se hace explícito en los diálogos y franco en las imágenes), porque es en ese terreno donde Tenoch y Julio experimentarán los altibajos de su crisis de crecimiento. Y Luisa, la bella española que los aventaja en años y en experiencia, será el detonante, la chispa indispensable para que la transformación sea evidente al cabo del viaje que los tres emprendieron con ánimo de diversión y destino incierto.
Claro que entre la acomodada, previsible y hueca rutina de la ciudad y el agreste paraíso al lado del mar donde los chicos irán a descubrir ciertas verdades se extiende otro México bien concreto, una realidad tan colorida como penosa que permite a Cuarón intercalar algunos apuntes testimoniales que a veces se integran forzadamente a la historia y a veces actúan como acertado complemento del retrato sociocultural. Hay un irónico narrador en off que en más de una ocasión se encarga de tender un puente entre los dos costados del film, pero raramente las observaciones de corte político alcanzan la sinceridad y el ingenio que tanto benefician a la anécdota central.
El tono que imperará está a la vista desde el comienzo: agilidad en el ritmo narrativo, osadía y desparpajo en las imágenes, frescura, atrevimiento, humor y alguna procacidad en la jerga juvenil; ácida ironía en las palabras con la que el narrador comenta lo que se ve, lo que se piensa, lo que se calla, lo que los muchachos jamás llegan a expresar. (Un recurso que cobra especial eficacia, por ejemplo, cuando anticipa el futuro, cuando informa de algún episodio que irrumpe en la memoria o cuando desliza opiniones sobre la realidad política).
Tenoch, de familia acomodada, descendiente de un político y de una entusiasta del esoterismo, y Julio, perteneciente a la clase media, hijo de padres divorciados y hermano de una universitaria militante, despiden a sus respectivas novias, que viajan a Europa. Ellos dos son inseparables, tienen reglas y jerga propias de una cofradía -se han bautizado "charolastras"- y presumen de una seguridad viril que denuncia su inexperiencia. En una fiesta de casamiento que Cuarón colma de bromas (algunas bastante localistas) sobre la sociedad mexicana, los chicos conocen a Luisa y coquetean con ella sin saber que es prima de Tenoch, y hasta la invitan a viajar con ellos a una solitaria playa de Oaxaca cuyo nombre acaban de inventar.
Tensiones y desahogos
Pero la bravata donjuanesca tiene sus derivaciones: por motivos muy personales, a los pocos días Luisa decide aceptar la invitación, y ahí se van los tres sin saber muy bien cuál es la meta. Con lo que se pone en marcha la road-movie y, entre risas y audacias eróticas, comienza el aprendizaje sexual de los dos jovencitos.
Como es de suponer, habrá tensiones y desahogos, sentimientos confusos y desconfianzas, competencia y celos. El verano les reservará algún esporádico contacto con el México real y, por cierto, unas cuantas revelaciones acerca de sí mismos.
Más allá de las dificultades que pueda plantear la comprensión de un texto en el que abundan el argot juvenil mexicano y las expresiones localistas, es tan apreciable el ingenio y la justeza expresiva del guión (de Alfonso y Carlos Cuarón) como su equilibrada construcción.
Las discutibles derivaciones que el film elige sobre el final y que pueden interpretarse como concesiones (la innecesaria justificación de la conducta de la mujer, por ejemplo) no restan mérito a este film que combina con notable equilibrio el humor, el desenfado, la sensualidad, la intensidad dramática y la emoción.
La sensibilidad visual de Cuarón y su lenguaje fluido y desenvuelto tienen apoyos decisivos en la luz admirable de Emmanuel Lubezki y en las convincentes actuaciones de Gael García Bernal (Julio), Diego Luna (Tenoch) y la siempre seductora Maribel Verdú.
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