De Marilyn Monroe a Amy Adams, 25 estrellas que nunca ganaron el Oscar
La popularidad, el talento y la participación en grandes películas no garantizan que la Academia no vaya a dejarlas con las manos vacías; en algunos casos, la Academia compensa la injusticia con un lauro a la trayectoria, pero a veces ni siquiera eso
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Glenn Close. Es la actriz que más veces ha estado nominada a la estatuilla sin haber tenido la oportunidad de llevársela a casa, con ocho intentos fallidos. La última tendrá lugar este mismo año, por su papel de reparto en Hilbilly: una elegía rural, pero los pronósticos sostienen que Close deberá seguir esperando a que se imparta justicia.
Harrison Ford. Han Solo, Rick Deckard, Indiana Jones… El número de personajes memorables que interpretó para la cultura pop es inversamente proporcional al de premios Oscar logrados por el actor de Chicago, que en cincuenta años de carrera solo ha conseguido una nominación a la estatuilla por Testigo en peligro. Quizá tratando de compensar la falta, la Academia le ha reservado a Ford el honor de entregar uno de los galardones importantes en la edición de este domingo.
Amy Adams. A pesar de que apenas lleva una década en la primera línea de Hollywood, la protagonista de La llegada ya cuenta con toda una legión de fans que claman por reconocer los méritos de la pelirroja. Con solo 46 años suma nada menos que seis nominaciones y muchos temen que estemos ante un nuevo caso Glenn Close (su coestrella en Hillbilly: una elegía rural). Por si fuera necesario para el futuro próximo, en Internet ya circulan decenas de artículos defendiendo su candidatura.
Tom Cruise. Si estrellas tan taquilleras como Leonardo DiCaprio, Matthew McConaughey o Brad Pitt se han alzado en los últimos años con su primer Oscar, ¿cuándo llegará el momento de otro de los íconos del Hollywood del siglo XX? Su tan histriónico como increíble trabajo en Magnolia, de Paul Thomas Anderson, debería haber paliado ya esa carencia.
Marilyn Monroe. No hay premio, título o reconocimiento que pueda hacer honor a la influencia y el legado que dejó tras de sí Norma Jean Baker, pero que con películas como Los caballeros las prefieren rubias, La comezón del séptimo año o Una Eva y dos Adanes no fuera nominada jamás, evidencia la ceguera cultural de la Academia.
Peter O’Toole. Antes de que Glenn Close igualara su honorable récord, este irlandés de magnéticos ojos azules que nos conquistó en Lawrence de Arabia consiguió la hazaña de ser el actor más veces candidato –en ocho ocasiones– e irse descompuesto y sin galardón en todas ellas. Como enmienda a tal desaire, la Academia le otorgó el Oscar honorífico en 2003.
Charlie Chaplin. Da igual que los premios decidieran no reseñar su legendario trabajo interpretativo, la leyenda de Chaplin va mucho más allá de una figura bañada en oro de 24 quilates. Así lo demostraron en la edición de 1972, cuando la Academia le entregó un Oscar a su trayectoria que supuso el regreso del artista a los Estados Unidos, tras veinte años de ostracismo en Suiza, tras ser tachado de comunista durante la infame caza de brujas del macartismo. El londinense disfrutó aquella noche de la mayor ovación de la historia de la gala: 12 minutos de aplausos ininterrumpidos para celebrar un mito.
James Dean. La muerte prematura del mítico actor de Indiana, en un accidente automovilístico en 1955, nos privó de una de las apariciones más impactantes de la historia del cine. Aun así, Dean es el único intérprete que cuenta con dos nominaciones póstumas al Oscar, por Gigante y Al este del paraíso.
Greta Garbo. La considerada como una de las primeras estrellas globales del séptimo arte, la actriz sueca presumió de no cultivar las relaciones públicas, tan importantes para este tipo de premios, optando por ser la diva más misteriosa e inaccesible de todo Hollywood. Tras no premiarla en las tres ocasiones en las que estuvo nominada, en 1954 recibió un Oscar honorífico que se negó a recoger en persona.
Michelle Pfeiffer. Casi treinta años sin lograr siquiera ser nominada a un Oscar se antoja como una sequía alarmantemente injusta teniendo en cuenta que hablamos de una de caras más reconocibles del séptimo arte en las últimas décadas. Todo un ícono de estilo que estuvo muy cerca de conseguirlo con películas como Relaciones peligrosas.
Cary Grant. También al galán por antonomasia de la gran pantalla se le resistió año tras año su estatuilla. Fue nominado en dos ocasiones, pero tuvo que esperar hasta 1970 para que su amigo Frank Sinatra le otorgara un reconocimiento honorífico, apenas cuatro años después de su retiro del cine.
Samuel L. Jackson. En la histórica pugna entre recibir el abrazo de los críticos o el cariño del público, el actor de Washington se ha decantado con claridad por la segunda opción. El actor más taquillero de todos los tiempos, gracias a su participación en las franquicias de Marvel o Star Wars, solo ha sido nominado en una ocasión: por su legendario papel de reparto en Pulp Fiction.
Natalie Wood. Pocas actrices pueden presumir de haber conseguido tres nominaciones al Oscar antes de cumplir los 25 años, y por filmes tan transcendentales en la historia del séptimo arte como Rebelde sin causa y Esplendor en la hierba. Su carrera se vio interrumpida en 1981 por un fatal accidente en un yate que nunca fue esclarecido.
Ian McKellen. Conocido por su rol de Gandalf en El señor de los anillos y películas como Dioses y monstruos, el legendario actor británico tampoco ha conseguido el reconocimiento de los académicos. En 2016 se unió al debate sobre la falta de diversidad en el cine preguntándose por qué ningún intérprete abiertamente homosexual había ganado un Oscar hasta la fecha.
Mia Farrow. Retirada del cine desde hace más de una década, la californiana cuenta con argumentos suficientes como para haber subido triunfante los escalones del escenario del Dolby Theater: de El bebé de Rosemary a Hannah y sus hermanas, pasando por El gran Gatsby o La rosa púrpura del Cairo.
Willem Dafoe. La ausencia del galardón dorado no ha minado en ápice el estatus de Dafoe como uno de los actores más estimulantes, arriesgados y talentosos de nuestro tiempo. Ha sido nominado en cuatro ocasiones: por Pelotón, La sombra del vampiro, The Florida Project y Van Gogh, a las puertas de la eternidad.
Sigourney Weaver. Con su Ellen Ripley, la neoyorquina no solo creó a uno de los personajes femeninos que definieron a una generación, sino que cargó sobre sus hombros la construcción de un género en sí mismo. Pero ni Aliens ni Secretaria ejecutiva ni Gorilas en la niebla lograron que leyera un merecido discurso de agradecimiento sobre el escenario.
Montgomery Clift. “Ni Greta Garbo ni Chaplin lo han ganado nunca, así que creo que el verdadero mérito aquí es no tenerlo”, dijo en una ocasión este titán del Hollywood clásico sobre la ausencia de un Oscar en su casa. El protagonista de Río Rojo o De aquí a la eternidad falleció a los 45 años sumido en una espiral autodestructiva de adicciones tras desfigurarse el rostro en un accidente automovilístico.
Richard Burton. Un gigante de la interpretación que se quedó en la platea en siete ocasiones y un cuarto de siglo de carrera. Su trabajo en ¿Quién teme a Virginia Wolf? –que sí premió el de su apasionada compañera fuera y dentro de la pantalla, Elizabeth Taylor– o El espía que vino del frío bien lo hubieran valido.
Annette Bening. Desde su fulgurante aparición en la industria cinematográfica a principios de los 90 con Ambiciones prohibidas, la intérprete nacida en Kansas se ha establecido como uno de los talentos de referencia en Hollywood. Una posición que no ha sido refrendada en la gran noche del cine internacional, que ha descartado premiar su trayectoria en cuatro ocasiones (la mencionada Ambiciones prohibidas, Belleza americana, Conociendo a Julia y The Kids are Alright). Una maldición que, como veremos, es compartida en el seno de su hogar.
Warren Beatty. El legendario actor, guionista, productor y director, así como coprotagonista de Bening en Bugsy (con quien dio el ‘sí, quiero’ en 1992), tampoco ha conseguido ninguna estatuilla por su trabajo delante de la cámara. Sí se alzó con ella como cineasta gracias a Reds.
Albert Finney. El fallecimiento en 2019 de otro de los grandes maestros de las artes escénicas británicas nos obligó a recordar que el protagonista de Dos para el camino, Asesinato en el Orient Express o Bajo el volcán no consiguió materializar ninguna de las cinco candidaturas que recibió por sus películas.
Deborah Kerr. La filmografía de la escocesa es una de las más lustrosas de la historia del séptimo arte, habiendo dado vida a las protagonistas de los romances más pasionales jamás vistos. Acumuló hasta seis nominaciones infructíferas, algunas tan significativas como las de De aquí a la eternidad o El rey y yo.
Ethan Hawke. Ni Día de entrenamiento ni El reverendo ni Boyhood ni Gattaca. Todas las intentonas realizadas hasta ahora por una de las estrellas de culto del séptimo arte no han conseguido que la Academia sancione una de las filmografías más estimulantes de las últimas décadas. Tiene dos nominaciones como guionista además, por su trabajo junto a Julie Delpy y Richard Linklater en Antes del atardecer y Antes de la medianoche.
Angela Bassett. Una de las actrices pioneras y que más techos de cristal ha roto en cuestiones de discriminación racial y de género en la meca del cine solo ha estado nominada en una ocasión, por su papel de Tina Turner en el biopic sobre la vida de la cantante que vio la luz en 1993.
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