De España, con humor negrísimo
"La comunidad" (España/2000). Dirección: Alex de la Iglesia. Con Carmen Maura, Eduardo Antuña, María Asquerino, Jesús Bonilla, Sancho Gracia, Emilio Gutiérrez Caba, Terele Pávez, Kiti Manver y Roberto Perdomo. Guión: Jorge Guerricaecheverría y Alex de la Iglesia. Fotografía: Kiko de la Rica. Música: Roque Baños. Montaje: Alejandro Lázaro. Presentada por Lumiére Films. Duración: 110 minutos. Para mayores de 13 años.
Nuestra opinión: buena.
Con su humor negrísimo y chirriante, su descontrol habitual y la mezcolanza de influencias de unos cuantos cineastas a los que admira, Alex de la Iglesia se pone esta vez a averiguar qué pasa en el lado oscuro de un condominio madrileño parecido a tantos otros. Y lo que encuentra al destapar la olla, como también es habitual en él, es un revuelto de codicias, desconfianzas, sospechas y mezquindad. Claro que en este caso viene disimulado bajo la apariencia de la concordia comunitaria: todos los ocupantes del edificio en cuestión conforman una gran familia unida por un interés común. Es mejor no averiguar cuál es ese interés ni profundizar demasiado en los lazos que los unen: se correría riesgo grave.
Es lo que le pasa a Julia, la agente inmobiliaria que por razones profesionales entra en el edificio y por razones personales se queda a pasar una noche con su novio en el coqueto departamento amueblado que tiene que vender. Un descubrimiento inesperado la pone al tanto del secreto de los vecinos (un tesoro escondido), la deja sin novio pero con una valija llena de pesetas y la enfrenta con el apretado ejército de consorcistas, que -liderado por el administrador- ha estado desde hace años en busca del botín y no piensa cederlo.
Por supuesto, el muestrario humano que presenta el viejo edificio admite toda clase de rarezas y extravagancias cuyos costados más cómicos se encarga de subrayar el trazo grueso de Alex de la Iglesia. Y por supuesto también, cuando los integrantes de la corporación vecinal sospechan que la intrusa ha logrado en tan poco rato lo que ellos no pudieron en cinco años, la batalla se hace cada vez más salvaje. Son primero todos contra una y después cada uno contra todos: la cuestión es conseguir el dinero, y en nombre de ese objetivo cualquier medio es válido: trampas, alianzas ocasionales, traiciones, violencias.
Cada uno saca a relucir su ingenio, su fiereza, su falta de escrúpulos, pero todos estos rasgos se vuelven hilarantes porque la inspiración del cómic está presente tanto en el dibujo de los personajes como en el planteo de las situaciones. El fogoso galán cubano seguro de su poder de seducción, el feroz administrador, el tonto del grupo que vive en plena "Guerra de las galaxias" y anda disfrazado de Darth Vader y la solterona temible por su mal carácter son algunos de los más visibles rivales que la empecinada Julia deberá enfrentar. El suspenso y el humor negro se alternan con eficacia, a veces dando paso al grotesco o la truculencia del grand guignol, a veces dejando escapar alguna intención burlona y vagamente moralizante.
Las referencias al cine son constantes y variadas: desde la muy visible de "El mundo está loco, loco, loco, loco", con su bandada de personajes lanzados todos contra todos a la caza del tesoro, hasta "El inquilino", de Polanski. También hay algo de "Delicatessen" en el ambiente surrealista y un buen surtido de Hitchcock, incluso en la banda sonora.
Chistes reiterados
Pero el problema de Alex de la Iglesia no reside en el pastiche, al que está acostumbrado y utiliza con la fresca desenvoltura de quien se sabe practicando reciclajes, sino, en este caso, con la reiteración: el chiste -negro, claro- se apoya sobre sensaciones fuertes, pero cuando la mecánica se vuelve rutinaria pierde la sorpresa y la gracia. Por otro lado, hay altibajos notorios en el ritmo: el film demora demasiado en ponerse en marcha, progresa sostenidamente una vez que lo hace, pero se estanca más tarde por causa de las mentadas repeticiones antes de tomar ímpetu en el final, que incluye una llamativa secuencia de acción sobre los techos y los monumentos de Madrid.
Tales flaquezas -a las que puede sumarse un remate llamativamente benigno después de semejante desfile de maldades- no impiden que el film divierta. Tiene para ello, además del tono burlón, de sus diálogos a veces sobreabundantes pero por lo general ocurrentes y de los aciertos del guión y la puesta en pantalla, un elenco impecable que se presta al juego con visible regocijo. Y tiene a Carmen Maura como soporte decisivo: simpática y graciosa como siempre, la ex chica Almodóvar es la que se encarga de mantener el atractivo del film cuando el ritmo acusa baches y el ingenio flaquea.
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