Darío Grandinetti: "Hay muchas heridas abiertas todavía, mucho dolor dando vueltas”
En Te esperaré, que se estrena mañana, el actor interpreta un papel fundamental en una película que revisa y retoma los fantasmas de los años de la dictadura y los cruza con las consecuencias sociales actuales
“Cuando me dicen que el cine argentino ya habló mucho de este tema, suelo proponer un ejercicio: que me cuenten cuántas películas son, que me digan cuáles. Y nunca llegan a las seis o siete”. Darío Grandinetti suena elocuente, convencido. Tiene un rol decisivo en Te esperaré , el nuevo largometraje de Alberto Lecchi, que cuenta una historia en la que los dilemas de la paternidad se entrecruzan con avatares políticos que empiezan en la Guerra Civil española y desembocan en la última dictadura militar argentina. En el emotivo film que se estrena mañana, Grandinetti encarna a un arquitecto casado con una psicóloga ( Inés Estévez ) que no logra reconciliarse con la figura de su padre, un revolucionario catalán que luego de participar activamente en varios episodios de insurgencia termina asesinado en la Argentina de los años de plomo. La revisión de ese pasado doloroso es el asunto principal del relato. Y dispara otros conflictos inesperados con su propio hijo, interpretado por Juan Grandinetti (su hijo en la vida real) y con el intenso personaje del español Juan Echanove, el autor de un gran éxito editorial inspirado en la convulsionada vida de Miguel Creu, ese singular militante cuyo recuerdo persiste en el corazón y la cabeza de todos los protagonistas. “Yo nunca escucho decir: “¡Otra sobre Vietnam! –agrega Grandinetti–. Hay gente muy selectiva con sus observaciones. A mí me interesan mucho las películas que hablan sobre este pasado que sigue provocando consecuencias en el presente. Sobre todo porque en la sociedad argentina hay muchos que desean ocultarlo. Pero Te esperaré no es sólo eso. Si uno pretende únicamente una reflexión sobre nuestro pasado político, lo lee a Felipe Pigna o a Norberto Galasso y listo. También están en un primer plano los vínculos afectivos y familiares. El contexto histórico hace su trabajo solo”.
–¿Cuánto ponés en cada papel de tus propias experiencias?
–No soy de revolver mi propio pasado para componer un personaje. Eso termina apareciendo solo, no es un proceso consciente. Uno crece como actor cuando crece como persona. Muchos de los dolores y las alegrías que te tocan vivir son similares a los que tenés que actuar. Cuando interpreto, lo hago con ese bagaje, es inevitable. Pero es lo mismo que decía del contexto histórico: todo eso termina haciendo su trabajo solo.
–¿Opinás mucho sobre tus personajes? ¿Solés proponerles cambios a los directores?
–Por suerte nos conocemos muy bien con Alberto, así que nos es bastante fácil ponernos de acuerdo. No soy un actor que repite el texto como un loro y se va su casa, claro. Me involucro mucho con cada proyecto y opino sobre el guión con la intención de que la película crezca. No para llevar agua para mi molino. Eso sería una estupidez. Esta historia es compleja, tiene muchas idas y vueltas, pero todo termina cerrando muy bien. El problema es cuando se generan falsas expectativas, cuando una película es tramposa. No es el caso de Te esperaré.
–¿Por qué las películas sobre la represión durante la última dictadura generan cierta resistencia en algunos sectores de la sociedad?
–Porque hay mucha gente a lo que no le interesa revisar ese pasado trágico. Hay muchas heridas abiertas todavía, mucho dolor dando vueltas. Mucha gente que sigue buscando a sus familiares. Pero me parece que en la sociedad argentina somos mayoría los que estamos a favor de seguir discutiendo ese pasado y también los que tenemos algunas certezas inamovibles sobre lo que ocurrió. El contundente rechazo al 2x1 para los genocidas fue una prueba categórica. Creo que tarde o temprano el actual gobierno va a terminar pagando ese error.
–¿Te trajo problemas tu identificación con el kirchnerismo?
–No he sufrido agresiones personales. Hacen comentarios en las redes sociales, lo que se estila ahora... Hubo gente que se acercó con respeto a cuestionarme y pude conversarlo. Y hubo mucha más que me hizo saber que pensamos parecido y que me agradece por ponerle una voz a sus reclamos. Uno tiene la oportunidad de hacer públicos esos puntos de vista. En definitiva, he recibido cara a cara muchas más muestras de apoyo que de rechazo.
–Ahora estás filmando en Barcelona. Y pronto empezás el rodaje de La casa de los conejos, la película de Valeria Selinger basada en una novela de Laura Alcoba. ¿Preferís el cine a la televisión?
–Yo hice mucha televisión en su momento, pero convengamos que hoy se produce muy poca ficción nacional. Hasta hace dos años era diferente. Cuando había más ficción, yo estaba. Ojo, hice mucho menos de lo que algunos creen, con esta idea de que los actores que simpatizamos con el kirchnerismo recibíamos beneficios a cambio de esa postura. En doce años de kirchnerismo hice cuatro cosas importantes en la televisión argentina. Bastante poco para venderse...
–Se dice mucho que los tiempos de la TV son tiranos, que un actor no tiene tiempo de profundizar como sí puede hacer en el cine.
–Es cierto, pero también hay algo de esa inmediatez que sirve como aprendizaje para resolver sin muchas vueltas. Y sí hay trabajos de mucha profundidad, de todos modos. Depende del formato... Ciclos como Variaciones Walsh, En terapia y La casa del mar estuvieron muy bien. Disfruté mucho haciéndolos.
–Tenés 58 años, trabajás como actor desde hace casi treinta. ¿Qué pensás cuando ves tu carrera con la perspectiva del presente?
–La verdad es que ni soñaba con hacer todo lo que hice. Todas las películas y las obras en las que participé, la gente importante que tuve al lado... Yo era un pibe que laburaba en un empleo público en Rosario y que soñaba con ser actor. Pero ni remotamente imaginaba que iba a pasar todo lo que pasó. Sobre todo porque nunca tuve una zanahoria en la mira. Nunca manejé mi trabajo con la actuación en términos de “carrera”. Nunca calculé que si venía de hacer tal cosa, ahora me convenía hacer tal otra. Si no hubiera ido a los programas de televisión que te dicen que tenés que ir y hubiera salido en las revistas que hay que salir para ser famoso. No hice nada de lo que se supone que te conviene.
"Muchos periodistas son responsables"
Darío Grandinetti no ha ocultado nunca sus preferencias políticas. De hecho fue el único de los numerosos actores argentinos identificados con el kirchnerismo que estuvo cerca de Cristina Fernández el día del acto de cierre de las PASO, en agosto pasado. Ahora, con el resultado de las últimas elecciones definido, mantiene sus convicciones y critica al gobierno nacional y a los medios: “Ya casi no hay espacio para las voces disidentes –señala–. Para los grandes multimedios, el negocio no es tener un diario. En realidad, el diario es la herramienta con la que amenazan. Y a partir de ahí empiezan a hacer todos los negocios que tienen planeados. Lo que está ocurriendo es muy grave. Si hubiese pasado en los doce años del kirchnerismo se habría armado un escándalo. ¿Alguien puede imaginar lo que hubiera pasado si un primo de Néstor o Cristina hubiera intentado comprar un medio? Pero al margen de los multimedios, quiero remarcar que muchos periodistas son responsables de esta situación, porque hacen más de lo que les piden. No necesitan ser tan serviles, pero igual lo son”. Grandinetti admite que “hubo errores del kirchnerismo, sobre todo en el terreno de la comunicación”. Pero también lamenta el destino de la ley de medios, modificada por el presidente Mauricio Macri mediante un decreto, y asegura que “en algún momento alguien va a tener que pagar esta fiesta de los cien mil millones de dólares prestados. Nadie se acuerda ahora que aquella que pagó el gobierno de Néstor Kirchner era deuda privada nacionalizada. Es lamentable. Pero calculo que el macrismo va a pagar el costo político de estos desaguisados. A Felisa Miceli la condenaron por el tema de la plata que encontraron en su despacho. Perfecto. ¿Y que pasó cuando robaron toda esa plata que tenía Gabriela Michetti en su casa? Parece que la justicia argentina mide con varas distintas, de acuerdo al involucrado”.
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