Daniel Hendler: "Es la película más sombría y oscura de todas las que hice"
El actor uruguayo habla de El otro hermano, la nueva película de Adrián Caetano que se estrena mañana, y de El candidato, su segundo largo como director, que presentará en el próximo Bafici
No es habitual ver a Daniel Hendler en un papel como el de El otro hermano, la nueva película de Adrián Caetano basada en la novela Bajo este sol tremendo, de Carlos Busqued. Oscuro e indolente antihéroe, Cetarti, el personaje de Hendler, viaja al Chaco cuando recibe la noticia del asesinato de su madre y su hermano. Allí se encontrará con el siniestro e intimidante Duarte, un socio por conveniencia que le complicará la vida hasta límites insospechados, interpretado con solvencia por Leonardo Sbaraglia. "Es la película más oscura y sombría de todas las que hice -asegura el actor uruguayo-. Es un personaje de un escepticismo extremo, algo que lo vuelve capaz de hacer cualquier cosa. No diría que es un mal tipo, pero sí uno que se siente oprimido y no tiene moral. Y cuando ve una lucecita u olfatea una salida, se dirige hacia ahí sin miramientos."
Pero la película de Caetano que se estrena mañana no es lo único que aparece en la agenda de Hendler. En mayo, previo paso por el Bafici, se estrenará su segundo largometraje como director, El candidato, una ácida sátira sobre las modalidades de construcción de imagen de los políticos en la actualidad. Además, ya está disponible para ver en UN3, el canal online de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, Guía 19172, miniserie de diez capítulos de quince minutos sobre los efectos de la ley que regula la producción, distribución y venta del cannabis en Uruguay, también dirigida por él. Y ensaya desde hace unas semanas una obra de Heidi Steinhard, El inestimable hermano, que se estrenará en septiembre en el Espacio Callejón.
-¿La idea de engordar para interpretar al personaje de El otro hermano fue tuya?
-No, fue Caetano el que me dijo que se lo imaginaba más gordito, más redondito. Al principio me dio pena porque justo me había hecho unos estudios y me había dado el colesterol alto. Estaba en plan de bajar de peso. Pero así es mi trabajo. Empecé a liberarme y a comer todo lo que me gusta sin límites. Y así aumenté diez kilos. Igual tuve tiempo, porque Adrián me lo planteó seis semanas antes de empezar el rodaje.
-¿Cómo fue trabajar con Caetano?
-Muy bueno. Él tenía claro lo que quería del personaje. Y mi idea fue siempre seguir lo que él pretendía. Yo hice el trabajo de inyectarle una historia previa, pero para mí, para poder entender la psicología de Cetarti. Eso respondió más que nada a una necesidad personal. Más de una vez, Caetano prefirió no poner en palabras algunas cosas que hubieran limitado lo que podíamos ir descubriendo juntos en el proceso de rodaje. Es un director contundente, tanto en las zonas en las que quiere controlar como en las que prefiere soltar. Y sabe diseñar un marco para que vos te tires a la pileta. No deja que queden flotando dudas. Yo suelo convivir con la duda porque para mí es una buena herramienta de trabajo, me ayuda a salir del personaje y a volver a entrar con preguntas nuevas, algo que enriquece el trabajo. Pero Adrián no duda, tiene una mirada muy certera y objetiva sobre las cosas.
-A pesar de ser una película muy densa, tiene algún pasaje breve de humor.
-Siempre hay algo de comedia. En todo. Acá hay una tragedia evidente, pero la comedia aparece porque se trata de dos tipos muy solos, enfrentados a una pesadilla y con la muerte siempre muy cerca, que se relacionan. Y en las relaciones suele aparecer invariablemente la comedia.
-Fuiste protagonista de un éxito televisivo con Graduados. ¿Extrañás algo de ese momento?
-Hacer esa tira me resultó una experiencia muy gratificante porque era un producto hecho con mucho cariño y mucho trabajo. Pero la televisión es muy loca... Por ahí algunos son más fuertes que yo psíquicamente como para resistir esa lógica. Si seguía, no sé cuánto tiempo más iba a poder aguantar. Hablo más del afuera, de lo que genera la televisión cuando no estás grabando y de esas supuestas reglas de juego que uno tiene que suscribir. No se sabe cuáles son exactamente, pero hay que cumplirlas porque estar en la tele "tiene su precio". Si apareciera un proyecto con las características de Graduados, me gustaría hacerlo, porque era muy cuidado, muy serio. Pero tengo que reconstruirme un poco antes, prepararme para ese regreso a la televisión.
-¿Y recibiste ofertas?
-Cuando terminó Graduados, me ofrecieron trabajo en las dos temporadas siguientes. Ahora ya no. ¡Pronto voy a tener que preguntar si siguen interesados! (risas).
-¿Qué fue lo que te perturbó de ese "afuera" de la TV?
-Hubo un par de situaciones incómodas. Fotos que publicaron de mis hijos o incluso inventos como el de la revista Gente, que me adjudicó un libro de cabecera que ni siquiera leí y que era de autoayuda. Cosas como "La historia secreta de Daniel Hendler, angustiado con el éxito"... Nada tan grave, pero molesta. Me gusta ir al parque con mis hijos y estar pendiente de ellos y no de que un tipo no me saque una foto. Obvio que el reconocimiento y el afecto de los televidentes son muy lindos. Y Graduados generó eso. Pero la televisión marea, confunde.
-En breve se estrena tu nueva película, El candidato, que acaban de premiar en Miami. ¿Cuáles fueron las motivaciones para embarcarte en ese proyecto?
-Estuvo muy bueno lo que pasó en Miami, y todos apuntaron a Donald Trump, algo que me pareció al mismo tiempo angustiante y encantador. Suena un poco obvio lo de la universalidad de ciertos temas, pero el de la película sin dudas lo es. Yo no apunto a un referente específico, sino a una modalidad de construcción del discurso. O, mejor dicho, del doble discurso. Es algo que ha invadido a casi todas las campañas políticas en todo el mundo. Y en la Argentina hay ejemplos muy claros de estos mamarrachos que de golpe aprendieron a actuar. Eso es lo primero que me llamó la atención del marketing político: por mi propia experiencia, noto muy rápido cuando alguien está actuando. Veo a alguien que no es de mi gremio actuando y de inmediato detecto que ahí hubo una preparación, una pauta clara. Cuando se trata de políticos, es una señal de enorme cinismo. Hay muchos políticos que construyeron su imagen con clases de actuación y un ejército de asesores. Son los que elaboran un discurso casi opuesto a lo que de verdad son y representan. El candidato es una comedia trágica. En el fondo, no es una película para reírse tanto como parece a primera vista.
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