Damas en guerra: a 10 años del estreno de una comedia bisagra que no se ajustó a los mandatos de la época
Escrita por Kristen Wiig y Annie Mumolo, la película dirigida por Paul Feig perfiló un estilo que fue emulado pero nunca llegó tan lejos
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“Lo que ocurre en las películas siempre refleja el clima cultural de un momento. Y lo que solemos ver en las producciones de Hollywood son los esfuerzos de la cultura estadounidense para poner a las mujeres en el sitio que se supone que les corresponde”. Eso dijo hace unos años la activista neoyorquina Melissa Silverstein y la afirmación sigue aplicando hoy, cuando la industria vive una etapa de sobreactuada corrección política, pero al mismo tiempo reacciona de tanto en tanto con algún ademán retrógrado. Los problemas de elegir parecer antes de ser... Pero si hay una película que no se ajustó a los mandatos de una época, esa es sin dudas Bridesmaids, estrenada hace exactamente diez años en Argentina como Damas en guerra (ahora disponible en Netflix), una comedia mordaz, osada, incómoda, sinceramente desprejuiciada.
Está claro que la cultura norteamericana se ha vuelto progresivamente más conservadora desde los años ochenta a esta parte, aunque parezca contradictorio si se tienen en cuenta datos concretos como la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo y la elección de un presidente mestizo, Barack Obama. Pero el contraataque de la derecha en los últimos años ha sido feroz (de hecho, llevó a un inesperado como Donald Trump a la Casa Blanca) y muchos grupos de presión de los Estados Unidos han influido en las decisiones que Hollywood ha tomado sobre qué mostrar y qué no mostrar, sobre todo cuando se trata de mujeres jóvenes, sexualidad y aborto; en ese sentido, hasta una película indie de superficie progresista como La vida de Juno fue ambigua en su tesitura.
Damas en guerra se estrenó en un momento en el que se pusieron en boga las comedias veraniegas salpicadas con humor grotesco: Súper Cool, Ligeramente embarazada, ¿Qué pasó ayer?, todas películas en las que las mujeres tienen un papel secundario y muy delimitado: chicas hot muchas veces intocables, profesionales atildadas que pierden el rumbo ocasionalmente pero en el fondo pretenden más que nada formar una familia o madres estridentes y/o redentoras. La propia Katherine Heigl, protagonista de Ligeramente embarazada, le dijo a Vanity Fair que el cine de Judd Apatow le parecía “un poco sexista”. El humor escatológico, provocador e incorrecto parecía por aquellos años siempre vedado para las comediantes, hasta que llegaron Annie Mumolo y Kristen Wiig para patear el tablero con la misma actitud extemporánea que acaban de exhibir con el estreno de Barb and Star Go to Vista Del Mar, película de este año que se puede ver en HBO Max.
Protagonizada por la propia Kristen Wiig, una comediante fabulosa que se fogueó durante casi diez una década en Saturday Night Live, y un verdadero dream team de actrices cómicas estadounidenses (Melissa McCarthy, Maya Rudolph, Rose Byrne), la película dirigida por Paul Feig (el mismo que estuvo involucrado en grandes series como The Office y Freak and Geeks) fue un éxito un poco inesperado de crítica y taquilla -es la película producida por Judd Apatow más exitosa de todos los tiempos, un resultado anómalo para una película clasificada R en Estados Unidos y destinada, según los patrones establecidos de Hollywood, mayoritariamente al público femenino.
Damas en guerra fue una bisagra porque planteó una alternativa diferente a la comedia protagonizada por el macho sensible y victimizado que era moneda corriente en la llamada Nueva Comedia Americana que impulsaron en los últimos veinticinco años cineastas como Apatow, Feig, los hermanos Farrelly o Adam McKay con socios masculinos de alto octanaje: Will Ferrell, Adam Sandler, Ben Stiller, Seth Rogen...
La aparición explosiva de la troupe de mujeres excéntricas, torpes y escandalosas de Damas en guerra fue la traducción cinematográfica de un arquetipo desarrollado previamente en la ficción televisiva americana: las chicas indisciplinadas de Los años dorados de Susan Harris y Roseanne (la notable creación de Roseanne Barr). Y generó una descendencia que confirmó su importancia, pero que no necesariamente estuvo a su altura: Esta chica es un desastre (otra vez Apatow), Despedida de soltera (Leslye Headland). También tuvo su carta de defunción: fue exactamente en octubre de 2017, con la consolidación del #MeToo, que produjo una ola de comedias femeninas más íntimas, realistas, de corte muchas veces autobiográfico, dramático e incluso paradójicamente solemne. Las mujeres inmaduras, ingenuas y descentradas de Damas en guerra y Barb And Star Go To Vista del Mar -una de las mejores películas de 2021 justamente por su valentía para no encuadrar en el canon- tienen poco que ver con las más reflexivas, neuróticas, ácidas y torturadas de Girls y Fleabag (Lena Dunham y Phoebe Waller-Bridge, excepcionales en su terreno, claro).
Cada una con su propia singularidad -Damas en guerra inaugurando un estilo y una forma, Barb And Star Go To Vista del Mar haciéndole pito catalán a los mandatos de la época-, las películas del tándem Wiig/Mumolo relucen por su extravagancia. Gracias a esta sociedad artística y existencial nacida hace unos veinte años al calor del prestigioso grupo de improvisación The Groundlings tenemos dos películas con mujeres obstinadamente rebeldes que nadan contra la corriente para llegar al destino que ellas mismas eligen, no al que muchas veces parece prefigurado por los preceptos en boga. Un feminismo sui generis, enemigo consciente de las conductas autómatas.
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